martes, 31 de diciembre de 2013

"¿Qué están haciendo en mi pantano?" Shrek

Siguiendo con el tema de personajes discriminados por el mundo por ser algo diferente, vamos a una película que cuando se estrenó fue algo muy diferente, algo que llevó a una cultura de películas animadas repletas de referencias a la cultura popular y humor vulgar. Muchas de estas películas (que incluyen las secuelas a esta película) se apoyan tanto en estos chistes y referencias que acaban sintiéndose muy vacías, pero eso no le quita nada a esta, la primera película en ganarse el Óscar a Mejor Película Animada (cuando se inauguró el premio). Shrek funciona como una parodia a los cuentos de hadas (específicamente, en algunos aspectos, la manera que Disney maneja estos cuentos de hadas), pero es una película que no olvida tomarse a sus personajes en serio (aún los personajes que están ahí para ser un comic relief). Shrek (voz de Mike Myers) es un ogro que vive en su pantano, solo, disfrutando de la vida y asustando a cualquiera que entre a su pantano. Claro, la mayoría de los que entran a su pantano lo quieren matar, porque lo único que ven cuando lo miran es que es un monstruo verde y creen que quiere atacar su pueblo. Como cualquiera que es juzgado antes de que lo conozcan, se dio cuenta que es mejor aislarse en su propio rincón del mundo.
Claro, ese pantano donde vive Shrek resulta ser propiedad del Reino de Duloc (que técnicamente no es un reino, todavía) y es donde el gobernante Lord Farquad (voz de John Lithgow) manda a todos aquellos que son indeseables para su reino. En su caso, cualquier criatura que parece haber salido de un cuento de hadas. Pronto, ese pantano se ve inundado por Pinocho, los tres ratones ciegos, el lobo de Caperucita Roja, Blancanieves y sus Siete Enanos, los Tres Cochinitos y muchos otros personajes que conocimos en cuentos. Shrek , acompañado por Donkey (voz de Eddie Murphy), un burro parlanchín que nunca cierra la boca, va a Duloc (obviamente una parodia a Disneylandia), donde Farquad accede darle a Shrek su pantano si él va a rescatar a la hermosa Princesa Fiona (voz de Cameron Diaz) de un castillo donde es vigilada por un dragón. Cuando Shrek rescata a la princesa, se da cuenta que no es exactamente lo que pensaba que era, y es posible que es exactamente lo que nunca estuvo buscando, alguien que lo quiera como es. A través de su amistad con Donkey y estos sentimientos hacia Fiona que van creciendo, Shrek se da cuenta que la vida que siempre tuvo tal vez no sea la vida que quiere.
Me acuerdo cuando vi esta película por primera vez, tenía 13 años, y estaba acostumbrado a las historias animadas de Disney (esta es de Dreamworks). Por eso esta película trajo muchas gratas sorpresas (con el tiempo, me he dado cuenta que prefiero el estilo de PIXAR, pero aquí apenas tenía 13 años). Aunque todas las películas animadas antes de esta tienen su sentido del humor y sus chistes que vienen de lugares inesperados, esta los tiene de manera constante, incluso en sus giros de trama. Uno de mis favoritos siempre fue el giro que el dragón es hembra y se enamora de Donkey (en una escena que muestra porqué Eddie Murphy es un experto en la comedia verbal), algo que nunca me hubiera imaginado y convirtió una escena muy buena de un ogro rescatando una princesa en una secuencia clásica de comedia. También ayuda que tienen a cuatro actores que encajan perfecto en sus papeles. Es cierto que los cuatro son celebridades y se le ha criticado mucho a Dreamworks por contratar celebridades en vez de actores experimentados en la actuación de voces (que en ciertas películas, estoy de acuerdo), pero estos cuatro encuentran el balance perfecto entre crear estos  personajes y aplicar los toques de sus personalidades que sus fans conocen.
Esto es porque a pesar de todos los chistes y referencias a cosas que todos conocen, la película nunca sacrifica a sus personajes (algo que sucede en algunas de las siguientes películas de Dreamworks). Donkey no es nada más un burro parlanchín que está ahí para decir chistes. La película se asegura que sea un personaje que siente, que desea, que aconseja y que se toma su relación con Shrek en serio. Estos dos tienen una pelea antes del clímax de la película en donde existe la tentación de romper la tensión para decir un chiste, pero no lo hacen. Sabemos que en este punto estos dos personajes están heridos y se necesitan para curarse. Lo mismo con Fiona, que de cierta forma es una mezcla entre una parodia de una princesa de Disney y de Cameron Diaz en Charlie’s Angels, pero Díaz se compromete tanto a ella que se vuelve un personaje creíble y su giro antes del tercer acto (no diré cuál es, pero es una de las razones que me encanta la película) le ofrece un momento para ver quién es este personaje y cuáles con sus deseos. Farquad es quizás el más exagerado de estos cuatro, siendo claramente el villano de la historia y con el único deseo de ser rey (y tal vez más alto de lo que es), pero se ve que Lithgow disfruta mucho al personaje y lo saborea como nadie. Hasta los personajes de cuento de hadas (particularmente el Homre de Gengibre, que tiene una escena muy chistosa, aunque dolorosa si lo piensas) se siente como un personaje.

Claro, sigue siendo una comedia  muy divertida, una que se burla de las convenciones de los cuentos de hadas y de la comercialización de cosas como el gobierno (por algo este reino parece ser Disneylandia), pero mientras muchas películas utilizan eso para ocultar el hecho que no se hizo el trabajo de pulir la historia, esta viene con historia pulida, con personajes memorables, quizás con algunos momentos que ya son demasiado (la secuencia con Monsieur Hood es una de las que menos disfruto, porque se me hace demasiado exagerada) y no me encanta el soundtrack de canciones modernas (algo que es más problemático en otras películas de Dreamworks), es una película que en su momento nos agarró a mí a y a mi familia desapercibidos, ya que ninguno se esperaba algo que respetara y rompiera las reglas de los cuentos de hadas simultáneamente (o que aprovechara de tanto talento). Hoy en día tenemos el mal sabor de boca de las secuelas que vinieron (bueno, disfruté mucho la segunda película, aunque ya empezaba a apoyarse demasiado en las referencias y en burlarse de todo), pero aún con la sobre-saturación de todo  lo que inició esta película, cuando se estrenó fue algo nuevo y emocionante (por lo menos para una película animada).

sábado, 28 de diciembre de 2013

"Te salvé la vida, ahora vete..." The Pianist

El Holocausto es un tema favorito entre las películas de prestigio, un evento del que salieron muchas historias y el cine se aprovecha de todas las que puede. Es una manera muy cínica de verlo, pero eso no significa que estas historias no tengan mérito, y muchas de estas películas están muy bien hechas, dando un punto de vista diferente y un giro que posiblemente uno no encuentre en otra película del mismo tema. Hay algo en particular de la visión de Roman Polanski que nadie puede tocar, empezando con el hecho que él estuvo ahí. Polanski fue un niño del Holocausto y muchos de los detalles que vemos en esta película son cosas que él presenció (se las aplica a la historia de otro hombre, pero así vemos que Polanski de cierta forma mezcla su propia historia con la de este hombre, que es igual de fascinante). Lo que más destaca de esta cinta es que Polanski no permite ninguna especie de sentimentalismo. Es contada de una manera muy fría, una manera que mantiene al espectador a cierta distancia de la historia sintiendo que no podemos hacer nada para cambiarla. En el mundo de Polanski (en esta y muchas de sus películas) no hay héroes. Hay gente que tiene la suerte de sobrevivir, pero no hay héroes. Ese es un tema que vemos en muchas películas de Polanski (aunque aquí se ve de otra forma).
Wladislaw Szpilman (Adrien Brody, que ganó un Óscar por esta actuación) es un pianista de cierto renombre viviendo con su familia en Varsovia en los años antes de la guerra. Szpilman estuvo en un ghetto, luego en un campo de concentración, perdió a su familia completa, salió del campo donde varios amigos ayudaron a esconderlo y luego al final, un soldado alemán que estaba ya cansado de la guerra lo encontró y lo ayudó a quedarse vivo. La manera que estoy contando la trama es como se siente la película, una cosa tras otra. En su primera escena vemos a Szpílman tocando el piano en una estación de radio y nada más vemos un minuto de su talento antes de que una bomba destruya la estación. Polanski nos ofrece muy pocos momentos para conocer a nuestro personaje a fondo (en una de muy pocas escenas encantadoras, Szpilman tiene una cita con la hermana de uno de sus compañeros en la estación, donde nos muestra que este es un hombre encantador) antes de mandarlo a él y a su familia a esta tragedia que es el Holocausto. En la primera hora de la película, Wladek (así le dicen de cariño) está con su familia y vemos esta relación que tiene con sus padres, su hermano y sus dos hermanas, cada uno con una personalidad marcada y una dinámica calurosa. A través de todos estos actores vemos el peso de este periodo de la historia (las condiciones en el ghetto, los nazis haciendo lo que se les da la gana con ellos, todo eso).
La primera parte de la película se siente como de elenco, pero en cuanto la familia se sube a ese tren y los mandan a ser exterminados (y a Wladek lo rescatan del tren), el resto de la película cae sobre los hombros de Adrien Brody. Es una de esas actuaciones que a veces son difíciles de apreciar, ya que no dependen de grandes escenas con monólogos intensos, ni de detalles muy obvios de personaje. Wladek es un hombre como muchos otros, un judío en Varsovia con todo lo que querría tener, con un futuro y muchos admiradores, que vio como se lo quitaban todo por el simple hecho de ser judío. Brody interpreta ese sentimiento como si lo estuviera viviendo él mismo. Vemos lo ingenuo que es al pensar que esto del ghetto no va a durar, su desesperación al darse cuenta que no puede hacer nada para cambiar lo que está pasando, como va aceptando lentamente que podría morirse en cualquier momento y aceptando la soledad que tiene que pasar para poder sobrevivir sin que nadie lo encuentre. Con muy poco diálogo, pero mucha expresión física y detalles que le va agregando al personaje (una de mis escenas favoritas es cuando Wladek le dice a su hermana Halina que le hubiera gustado conocerla mejor, es una de las pocas cosas conmovedoras en esta película). A través de Adrien Brody, reconocemos a un hombre que como muchos sufrió el Holocausto y que sobrevivió por pura suerte, por la suerte de conocer a la gente correcta que lo pudo ayudar y la suerte de toparse con gente que le muestra piedad. No por nada que hace (es más, por poco y muere a causa de muchas de las decisiones que toma), ni por ningún acto heroico. Él simplemente sobrevivió.
La re-creación del ghetto de Varsovia y todo lo que sucede alrededor de la guerra está espectacularmente retratada. El ghetto es un lugar salvaje, donde muchos de sus habitantes se están muriendo de hambre, algunos tan hambrientos que cuando tiran una sopa que se tratan de robar, se la comen del piso, donde hay tiroteos todas las noches y los soldados nazis entran a casas nada más para ejercer su poder, matando a la gente que no obedezca (si le piden a un hombre en silla de ruedas que se levante, y no se levanta, lo tiran por la ventana). Las cosas no son mejores cuando se escapa del ghetto y tiene que vivir encerrado en departamentos escondidos, dependiendo de gente que le traiga comida, y mirando como sus amigos se rebelan contra los soldados en el ghetto. Hasta el aspecto más publicitado de la película, el hecho que es encontrado por el soldado alemán Wilm Hosenfeld (Thomas Kretschman, en un papel sin mayor reto, pero él le saca todo el jugo que puede), es retratado con un aire de frialdad  y melancolía (excepto por el hecho de que ambos comparten un amor por la música, la escena cuando le pide que toque algo es otra de las pocas escenas cálidas en esta cinta). Wladek ni siquiera pudo salvar a este hombre (en una de las últimas secuencias, tratada con la misma distancia que el resto de la película, vemos a Hosenfeld en un campo de detención ruso y vemos como le ruega a un músico que le diga a Szpilman que lo saque de ahí, aunque nunca le pudo decir su nombre).

El Holocausto fue un periodo negro en la historia de la humanidad, un periodo en el que un grupo de seres humanos fue seducido a pensar que otro grupo de seres humanos vale menos que ellos y que merecen ser asesinados. Es un periodo recordado en muchos museos alrededor del mundo, contado en muchos salones de clase y retratado en muchas películas, pero aunque muchas de estas películas le buscan un giro humano y conmovedor a este periodo (hablaremos de algunas posteriormente), Polanski nos dice que este fue un periodo que no perdonaba. Los que vivieron tuvieron la suerte de sobrevivir, y el resto murieron. Vemos todo esto a través de los ojos de un hombre que tuvo la suerte de sobrevivir y nos queda claro no es un héroe. Sobrevivió de la caridad de muchos a su alrededor (para algunos esa caridad les costó la vida) y de la suerte que tuvo al no morirse de hambre ni de frío. Polanski y su guionista Ronald Harwood (ambos ganaron Óscares por esta película) también exploran el costo de sobrevivir cuando todo a tu alrededor se está muriendo. ¿Vale la pena seguir viviendo en una ciudad destruida? ¿Seguir sufriendo las condiciones de este periodo cuando los que murieron ya no sufren? ¿Qué tal si el hecho de sobrevivir muestra una cobardía? Nunca nos metemos en la mente de Wladek Szpilman para explorar estas preguntas, ni porque está tan decidido a sobrevivir. La película no lo juzga ni intenta entenderlo, simplemente nos permite verlo, sufrir con él y nunca nos deja sentir el alivio que queremos sentir.


jueves, 26 de diciembre de 2013

"No puedes tocar nada sin destruirlo" Edward Scissorhands

Hay muchas historias en las que los personajes principales son discriminados por ser diferentes. Es algo muy común en el mundo real, ser discriminado por el color de tu piel, por tu religión, por tus ideas, cosas así. Casi siempre es por cosas que no pueden lastimar a otros, pero ¿qué tal si la razón por la que uno es discriminado es porque podrías lastimar a otra persona con lo que te hace diferente? Puede que uno tenga las mejores intenciones del mundo, pero esa cosa que tiene diferente es dañina, tanto que hasta puede llegar a matar. Esta es la idea que Tim Burton, un cineasta que se dio a conocer por lo gótico y lo macabro, explora en esta historia que trata de un hombre con un corazón tan puro que nunca se atrevería a lastimar a nadie, pero con algo en sus manos que podría matar a cualquiera, aunque no fuera su intención. Edward (Johnny Depp) no nació de una madre. Fue construido por un científico (Vincent Price) de unos materiales sintéticos que lo hicieran un ser humano como cualquiera. Le dio pies y cabeza, un corazón, un estómago, todo, pero murió antes de poder darle manos, y por eso Edward tiene filos de tijera en vez de dedos (que habían sido puestos como sustituto temporal en lo que le ponía manos), y por eso lleva mucho tiempo solo en un castillo, donde no ha tenido contacto con nadie.
Eso cambia cuando un día entra Peg (Dianne Wiest) a su castillo y lo encuentra  solo, asustado y lleno de cicatrices. Peg le  tiene piedad y se lo lleva a su casa a un suburbio donde los rumores se esparcen más rápido que el cáncer. Mientras más tiempo pasa entre esta gente, Edward va mostrando cada vez más habilidades que incluyen hacer estatuas de los arbustos de la gente, cortar pelo de las mujeres y sus perros y otras cosas que puede hacer con sus tijeras. Lo que nadie se da cuenta es que esta curiosidad es un hombre ingenuo del que uno puede aprovecharse fácilmente, y además con sentimientos que va desarrollando por Kim (Winona Ryder), la hija adolescente de Peg. Cosa que no le cae muy en gracia a su novio Jim (Anthony Michael Hall) un joven delincuente que se protege con su lugar en este pueblo. La película obviamente está inspirada por muchos elementos, incluyendo la historia de Frankenstein (excepto que esta criatura tuvo un creador que le mostró amor) y La Bella y la Bestia, pero es una historia original de la imaginación de Tim Burton y su guionista Caroline Thompson. Lo que se nota de inmediato es que la historia se cuenta con una inocencia melancólica que hace que sea de las películas más personales y conmovedoras de este cineasta (yo diría que es su más conmovedora).
También fue la primera colaboración del cineasta con Johnny Depp, y aunque siento que esta colaboración ha caído en la conformidad en sus últimas cintas, esta cinta nos muestra por qué  formaban un buen equipo. Este no es el Johnny Depp post-Piratas del Caribe que se ha vuelto tan famoso que se parodia a sí mismo. Aquí, Depp hace que Edward sea, primero que nada, humano. Un ser humano que es como un niño, curioso, asustado, ingenuo, cariñoso y aún así muy consciente de quién es. Depp internaliza mucho con este personaje, algo que le ha hecho falta en sus últimas actuaciones. También ayuda que muchos de los actores a su alrededor exageran más sus personajes, llevando esto hacia la sátira suburbana. Aquí destaca Kathy Baker interpretando a Joyce, la persona más hipócrita en este grupo de mujeres que se fascina con Edward hasta que empieza a darle miedo. Baker está tan comprometida con hacer que esta mujer sea una exageración de mujeres que se conocen en el mundo que vivimos, tanto que hasta siente una sensación orgásmica cuando le cortan el pelo. También a través de ella y muchas otras en el vecindario, vemos lo rápido que reacciona la gente cuando algo les impresiona y cuando algo les asusta. Cuando algo es impresionante, todos quieren formar parte de esa cosa impresionante. Todos quieren un arbusto cortado por Edward o un corte de él, pero cuando deja de ser novedad y Edward empieza a causar accidentes con sus manos, todos se van contra él.
Para balancear esta ignorancia está Dianne Wiest, dándole un toque más bondadoso a este mundo de alguien que sigue sin entender a este hombre, pero aún así piensa que merece ser querido. Winona Ryder es una opción peculiar para Kim, ya que ella es una actriz peculiar (en cómo se mueve, como hablar, etc.), pero justo por eso encaja perfecto en una película de Tim Burton (colaboraron varias veces en esta época). Esa peculiaridad es parte de su belleza.  Algo que siempre ha destacado en una película de Burton es el diseño, que en sus primeras películas siempre eran una mezcla de algo gótico y fuera de este mundo con una versión exagerada de lo que conocemos en nuestro mundo. El castillo en el que vive Edward, ese castillo en la montaña, parece algo fuera de lugar en el vecindario donde viven Kim y su familia, pero es algo que se acepta en el mundo de Tim Burton, este mundo donde lo convencional y lo gótico pueden existir lado a lado. Un mundo donde un ser humano puede ser construido y puede ser una persona muy gentil. El contraste entre el castillo oscuro y el vecindario muy colorido ayuda a que ambos mundos parezcan de otro planeta. También es impresionante el diseño del mismo Edward, ya que no es nada más sus manos de tijera. Su cuerpo completo está hecho de un metal que hace que se mueve de una manera más robótica, y su cara es de un blanco que lo hace parece que está enfermo, pero es simplemente el material que tenía disponible su creador.

Aunque la trama toma elementos prestados de casi cualquier historia de una criatura diferente (ya mencioné Frankenstein y La Bella y la Bestia), sigue siendo una película con mucha creatividad, muchos detalles ingeniosos y conmovedores y un diseño que nos muestra más que nada, que lo que estamos viendo es un cuento de hadas. Empieza con una abuela contándole a su nieta este cuento para que se vaya a dormir, algo que le da otra capa a esta historia. ¿Es real, o es simplemente un cuento de hadas que se cuenta? Puede que simplemente sea algo que se inventó esta abuela para que su nieta se vaya a dormir. Esto es simplemente un elemento más que nos ayuda a aceptar esta historia no simplemente como una sátira de la mentalidad cerrada y reactiva de una comunidad, sino de la tragedia de un hombre condenado a vivir de una manera que hace el mundo lo rechace. Tim Burton es un director que en los últimos años ha llegado a decepcionar, ya que está aplicando su trademark de películas góticas a algo más frío y comercial (y hasta Johnny Depp se ha visto muy repetitivo cada vez que colaboran) y es una lástima, porque esta película muestra justo por qué trabajan tan bien juntos. Tim Burton destaca cuando hace películas en las que arma mundos a base de miedos y preocupaciones reales, y Johnny Depp destaca cuando se mete en lleno a estos personajes algo infantiles que expresan esos miedos y hacen de ellos algo muy conmovedor (si se fijan, todas las mejores actuaciones de Johnny Depp son de personajes que siguen siendo niños en su interior). Personajes que siguen buscando el amor de un padre, o el aplauso de alguien que les dice que lo que están haciendo, lo están haciendo bien.


viernes, 20 de diciembre de 2013

"Me dieron ganas de correr..." Forrest Gump

La primera imagen que vemos en esta cinta es de una pluma flotando por el aire sobre la ciudad de Savannah. Es una imagen bastante obvia del tema que representa esta película, pero claro, esta película no es sutil, ni tiene que serlo. Todos andamos en el mundo como una pluma flotando en el cielo, yendo de un lado a otro, afectando diversos eventos por el simple hecho de estar ahí. No se sabe si el viento que nos mueve tiene un propósito, o si simplemente está llevándonos a dónde se le ocurra llevarnos en el momento, pero esta cinta nos enseña que no hay mucha lógica en nuestro paso por el mundo y que no deberíamos pensarlo demasiado. Nacemos dónde nacemos y aunque tenemos cierta libertad de escoger a dónde vamos, mucho tiene que ver con la suerte de estar en el lugar y momento adecuado. Forrest Gump (Tom Hanks, en el papel que le mereció su segundo Óscar consecutivo) es un hombre que por pura suerte se encuentra formando parte de unos cuantos momentos históricos de los Estados Unidos, pero él simplemente va por la vida siguiendo su propio código ético, haciendo lo que piensa que es lo correcto y buscando conquistar a la persona que significa todo para él. Su manera de ver el mundo es simple (es más, tiene un retraso mental y por eso se le dificulta ver las complejidades de la vida), y esa simplicidad le permite hacer lo que hace sin pensarlo mucho.
Basado en la novela homónima de Winston Groom, Forrest Gump tiene una desventaja como guión de cine, y esa es que tiene un héroe que no cambia mucho, ya que no puede dejar de ser quién es. Más que la historia de su viaje, se vuelve la historia de un país vista a través de sus ojos (una historia que él va narrando), así como la historia de las personas que él se va encontrando y cómo les va afectando. De cierta forma es una sátira que expone la importancia que le damos a cosas que la verdad no deberían ser tan importantes, cosa que vemos en una de mis escenas favoritas cuando Forrest empieza a correr por todo el país, simplemente porque se le antojó, y un montón de reporteros le pregunta por qué lo está haciendo. Forrest no hace nada para ser recordado, lo hace porque es una persona decente haciendo lo correcto, pero es tan fuera de lo común que el resto de la sociedad lo ve como algo especial, cuando la verdad no debería serlo. Sí, tiene algunas habilidades más allá de lo común (como la velocidad en la que corre y su manera de jugar ping pong) donde sí creo que el guión exagera demasiado, pero lo hermoso es que es una historia que celebra la simple decencia y ese deseo de hacer lo correcto. Vemos como este punto de vista va afectando principalmente al Teniente Dan Taylor (Gary Sinise), su comandante en la Guerra de Vietnam y a Jenny (Robin Wright), su mejor amiga de la infancia de quién está enamorado.
Forrest Gump es un personaje que requiere de un ritmo y una manera de hablar que Hanks tuvo que crear casi desde cero (en parte se inspiró en el niño que interpretó a Forrest de niño) y luego aplicárselo a un personaje que parece un ser humano. De cierta manera, Forrest parece existir en otro mundo y trata de entender el nuestro, pero sus sentimientos y sus deseos siguen siendo muy humanos, algo que Hanks canaliza de una manera tan natural que acaba metiéndonos en la mente de este personaje, aunque nunca olvidamos que es Hanks creando un personaje. Aún así, creo que son más interesantes las actuaciones de Wright y Sinise, ya que ellos crean personajes más dañados y complejos que nos muestran el mundo que conocemos. Sinise en particular muestra una destreza física al interpretar a un veterano sin piernas (ya que esas piernas se tuvieron que remover digitalmente, entonces él tenía que actuar como si no las tuviera), pero lo que destaca de Sinise es la locura y el enojo que le da a este personaje. También aparece Sally Field como la mamá de Forrest, un personaje un tanto estereotipado (la mamá que inspira al hijo a ser todo lo que pueda ser), pero aunque cae en algunas trampas, Field no nos lo deja tan simple, ya que a través de ella vemos algunas de las difíciles decisiones que tuvo que tomar esta mujer para darle todo a su hijo.
Otro punto del que se habla mucho son los efectos especiales que integran a nuestro personaje con varias figuras históricas (sin tener que contratar actores para interpretarlos). Estos efectos ya se ven algo viejos y ya se empieza a notar cuando están manipulando los labios de estas figuras para decir otras cosas (la boca de John Lennon en una escena, por ejemplo), cosa que hace que se vean algo chafas, pero en su momento eran algo impresionante. Estas escenas se critican por manipular la historia solo para meter a este personaje en momentos que no tuvo nada que ver, pero siento que criticar eso es tomarse esta historia demasiado en serio. Forrest Gump es de cierta manera una fábula, un cuento que tiene como propósito otorgar una moraleja de la simplicidad y de no tomarse a sí mismo demasiado en serio. Forrest Gump es un hombre que logró mucho sin pensarlo, que simplemente flotó por la vida con el propósito de ser la mejor persona dentro de su propia definición de ser una buena persona. En un mundo que se ha vuelto cada vez más cínico, esta película empieza a ser vista como una que celebra la estupidez, pero otra vez, creo que eso viene de gente que se toma esto demasiado en serio (el hecho que ganó el Óscar a Mejor Película no ayuda en ese aspecto).  

Robert Zemeckis, un director que viene de la misma tela que Steven Spielberg (películas palomeras y películas de prestigio) eleva algunos de los problemas del guión (el hecho que es muy episódico por ejemplo) con un ritmo movido y una estética que muestra los Estados Unidos que muchos vivieron de una manera que parece de fantasía, elevándolo a un nivel más allá de lo terrenal. Aún así, Zemeckis no esconde las cosas más oscuras de estos periodos históricos (la Guerra de Vietnam, las drogas, algunas cosas que vemos desde el punto de vista de Jenny que vivió el lado feo de estos periodos), pero las presenta de una manera que deja clara que lo que estamos viendo es del punto de vista de alguien que entiende todo de la manera más simple. Al final de todo, se trata de la historia de una vida que se siente tan al azar y tan episódica como la vida misma, pero de cierta manera, es una película que nos enseña que aunque no sepamos de qué se trata la vida, si en serio tenemos un destino o si nada más somos plumas flotando en el cielo, pasando por lugares al azar, la vida es algo que vale la pena. Algo que se debe aprovechar sin aplicarle demasiada importancia. La vida se trata de ir a correr cuando se te da la gana, de ir a pescar a camarones porque se lo prometiste a un amigo, de conseguir a la chica de tus sueños aunque parezca inalcanzable, de recogerle un libro a alguien que se le cayó, de aprovechar los refrescos gratis en la Casa Blanca y decirle al Presidente que tienes que hacer pipí. Esos son los momentos que hacen que esta película sea algo especial.  

jueves, 19 de diciembre de 2013

"Nunca tuvo una cámara dentro de mi cabeza..." The Truman Show

Una de las creencias más comunes que tenemos es que nuestro mundo fue creado por un ser que nos vigila y que todo lo que sucede en este mundo es a causa de lo que quiera ese ser. Que el clima, las personas que conocemos, los eventos que nos suceden son gracias a su voluntad y que nosotros no tenemos más que reaccionar a ellos a nuestra manera. No estoy aquí para debatir si esta creencia es cierta o no (yo personalmente no creo en ella, pero es ya lo decide cada quién), pero en el caso de Truman Burbank, esta creencia es cierta. Su mundo fue creado por alguien que lo vigila constantemente, que tiene maneras de controlar el clima y otros aspectos de este mundo y que contrata gente para que interactúe con él y se convierta en su mundo. Eso es porque Truman ha vivido toda su vida dentro del set de un programa de televisión y él es el único que no lo sabe. Toda la gente que conoce, sus padres, su mejor amigo, hasta su esposa, son actores que fueron contratados al proyecto de televisión más ambiciosos de sus vidas. Todo es ficticio, excepto él. Lo que él hace es real, y por eso el programa es tan popular.
Jim Carrey, en el primer papel dramático de su carrera, es Truman. De cierta forma, el papel le queda perfecto, ya que es tan infantil como los papeles que interpretaba antes, solo que es infantil de una manera más sutil. Truman ha vivido toda su vida en esta isla (que en realidad es un estudio gigante de televisión), rodeado de gente que gira al torno de él, cosa que lo ha hecho ingenuo y algo inseguro. Es amable, trabajador, hace todo lo que se supone que debe hacer, pero dentro de él hay un alma aventurera que nunca ha podido sacar, ya que vive como prisionero (sin saberlo). Dentro de la historia de la película, Truman está por cumplir 30 años y está más inquieto que nunca, particularmente porque empieza a encontrar falla en la lógica de su propia historia. Su padre, que “murió” en una tormenta cuando él tenía ocho años, se le aparece en la calle vestido de indigente (la verdad es que el actor, a quién habían “ahogado” en una tormenta para darle a Truman un miedo al agua, regresó al set para estar con su hijo) y de ahí en fuera empieza a ver cada aspecto de su vida con otros ojos, preparado para escapar de la única vida que conoció.
El elenco alrededor de Carrey es excepcional. La mayoría de ellos son personajes que están actuando como otros personajes y vemos esa dualidad, particularmente en el papel de Meryl, la esposa de Truman (no es coincidencia que tiene el mismo nombre que Meryl Streep). Laura Linney se divierte con este papel, ya que cada cosa que hace está algo sobre-actuada, pero es parte de este mundo que está creando junto con el resto de los actores. Se nota la diferencia entre ella y Truman, la sinceridad de él y la falsedad de ella, pero Linney tiene un momento de sinceridad que le da una autenticidad impresionante a su actuación. Noah Emmerich es Marlon (sí, como Marlon Brando), el mejor amigo de Truman, un personaje que usan cada que tienen que resolver un problema con la trama. Emmerich le saca muchísimo jugo, jugando entre la sinceridad de haber crecido con este hombre, y la realidad que es un actor interpretando a un personaje. Otro que destaca es Ed Harris (nominado al Óscar por esta actuación) en el papel de Christoph, el creador de esta serie. Aunque Christoph siempre es el mismo, Harris también tiene que encontrar un balance muy delicado para este personaje que podría ser genio o monstruo, padre o manipulador. Christoph lleva 30 años de su vida cultivando este proyecto, mirando este ser humano crecer de un bebe al hombre que es, y nunca ha hablado con él. Es básicamente la relación que tiene la humanidad con ese ser que llamamos Dios, cosa que hace que este personaje sea fascinante, ya que fuera del papel que tiene como amo y señor del Truman Show, es un ser humano con sus propias ambiciones y sus propios sentimientos (aún con lo frío que puede llegar a parecer).
El diseño de la película es magnífico, ya que nos lleva a un pueblo que no oculta lo artificial que es. Todo se ve muy idílico, pero para alguien que no haya visto más que este mundo idílico, se siente igual de real. Vemos muy poco del mundo de afuera. Afuera de esta isla (que es un set), es estudio donde trabaja Christoph con su crew, y toda la gente que está viendo y reaccionando al programa (cosa que es fundamental, ya que un programa de televisión no es nada sin la gente que lo ve). El mundo de Seahaven Island es el mundo que todos queremos, un mundo que gira a nuestro alrededor, pero no es un mundo verdadero. El hecho que esta historia da tanto de que hablar es gracias al guión de Andrew Niccol, que cuida cada detalle de la vida de este programa y aunque sí requiere algunos saltos de credibilidad (¿qué tan entretenido puede ser ver cada segundo de la vida de un hombre y cómo puede alguien pasar todo el día viendo la televisión?), es una película que crea un mundo tan detallado que uno acaba creyéndolo. Niccol, un guionista que se especializa en ciencia ficción, de cierta manera predijo el futuro con esta cinta, ya que después de esto vino el boom de los reality shows, esos programas sin guiones en los que vemos gente normal viviendo su vida, o reaccionando a una situación. Claro, no es exactamente lo mismo, ya que esta es gente que sabe que los están grabando, pero la idea es ver gente que no son personajes inventados.

Hay algo encantador de ver a alguien que no sabe que lo están viendo, siendo un ser humano, ya que todos ponemos caras públicas que aplicamos por instinto cuando alguien nos está viendo. La idea de The Truman Show es ver la vida de alguien sin que sepa que lo estamos viendo, pero en el caso de este programa le crearon un mundo entero a este ser humano donde el creador del programa es su Dios, y todos los que están a su alrededor actúan como él dice. Todo esto, y además el hecho que fue la película que hizo que el público vea a Jim Carrey de otra manera (después de ver esta película, lo empecé a respetar como actor) son la razón por la que esta es una película duradera. También es una historia simple, bien contada y llena de detalles que uno tal vez no note hasta la próxima vez que la ve (detalles en las actuaciones, en las cosas que vemos en las paredes de los edificios). El australiano Peter Weir es uno de esos directores que típicamente trabaja a servicio del guion, pero también al servicio de crear momentos que se sientan espontáneos y humanos. No sabemos si algún día descubriremos quién controla el mundo en el que vivimos, o si alguna vez conoceremos al ser que supuestamente lo creó y lo controla (este concepto es la base de una de las mejores escenas en esta película), pero nos la pasamos preguntándonos, ¿de dónde salió nuestro mundo? ¿Quién lo creó y por qué suceden las cosas que suceden? ¿Es todo al azar o hay un plan?

viernes, 13 de diciembre de 2013

"Duermes un tercio de tu vida...." Lost in Translation

En la vida hay pausas. No, esto no significa que el tiempo se detiene, pero a veces nos tomamos una pausa del caos de nuestra vida cotidiana para contemplar si estamos satisfechos (la mayoría del tiempo nadie lo está, porque si uno está satisfecho, ¿para qué sigue viviendo?) y ver qué sigue. Estas pausas típicamente suceden lejos de nuestro hogar, donde no está nadie de la gente que frecuentamos, o en algunos casos nadie habla el mismo idioma que tú. Estas pausas son para alejarse de todo y meditar si uno está feliz. Puede que una película que se trate exclusivamente de una de estas pausas no suene muy emocionante, pero eso es justo lo que Sofia Coppola se aventó a hacer en esta película que la lanzó a ser alabada por la crítica (ya que antes de esto era famosa por dar la peor actuación en El Padrino 3) y a establecerse como una voz diferente en el mundo del cine independiente. Su estilo no es para todos, ya que tiende a hacer películas donde no pasa mucho (algunos dirían que nada) y no se mete muy a fondo en la mente de sus personajes, pero entendiendo todo esto, es un estilo al que uno se puede acostumbrar y hasta llegar a apreciar.
Bob Harris (Bill Murray) es un actor cincuentón que está en Tokyo grabando un comercial para un whisky. Lleva casado 25 años, su esposa no deja de molestarlo con cosas triviales y él necesita este momento para alejarse de todo eso. Charlotte (Scarlett Johansson) está en Tokyo acompañando a su esposo fotógrafo (Giovanni Ribisi) en un trabajo, pero ella pasa la mayoría de su tiempo sola en su cuarto de hotel. Charlotte acaba de terminar la carrera, se casó joven, y ahora no sabe qué sigue con su vida. Bob y Charlotte se conocen en el bar del hotel, empiezan a platicar y se van viendo en la semana que pasan los dos en Tokyo antes de que Bob tenga que regresar. En términos de trama, eso es básicamente todo lo que sucede, pero al mismo tiempo sucede mucho más que eso. La película trata de dos personas que se encuentran en lugares muy distintos en la vida, pero en el mismo lugar. Ambos se sienten atorados en qué hacer después, en sus matrimonios, en sus vidas laborales, en sus relaciones con la gente que conocen, y se apoyan el uno en el otro para aprovechar esta pausa en sus vidas antes de despedirse y regresar a lo que les toca regresar.
Primero que nada, esta película depende de la química de los dos actores principales, cosa que es uno de muchos aciertos. Murray y Johansson, a pesar de su diferencia de edad, tienen una química radiante. Esas escenas cuando son nada más ellos dos corriendo por las calles de Tokyo, sentados juntos en el bar del hotel, parados juntos en el elevador, cualquiera que vea estas escenas sin una sonrisa en la cara no tiene alma. Murray es un cómico que ha perfeccionado una expresión casi vacía que usa para efecto cómico, aquí la usa para mostrarnos a un hombre que mira su vida y la ve vacía, no porque no quiera a sus hijos y no disfrute, sino porque ya se cansó de la vida que tiene. Como cualquier buen actor, Murray se entrega a las emociones de su personaje, particularmente en una escena en la que le describe a Charlotte lo que es tener hijos. Se ve que este monólogo le está saliendo de algún lugar más allá de su personaje, y lo usa para que sintamos lo que siente Bob. En cuanto a Scarlett Johansson, además de que es de las mujeres más bellas que he visto en una pantalla (y no me da pena decirlo), tiene un control de su carisma y una habilidad de crear un personaje muy cálido y conmovedor a través de gestos. Ella no tiene un momento actoral como el que tiene Murray, pero aprovecha todo lo que le dan y todo lo que llega a crear a través de su química con Murray.
Mucho del humor en esta cinta (aunque no lo crean, es clasificada como comedia, aunque se puede dar a entender como drama también) viene de las interacciones que tienen Bob y Charlotte con la gente de Tokyo, que incluye un director que parece estar diciendo mucho, pero cuando se lo traducen a Bob es muy poco (las reacciones de Murray en esas escenas son muy acertadas), o un viejo en un hospital que le trata de decir algo a Bob que él trata descifrar. Se puede decir que este humor se basa demasiado en estereotipos, y puede que sea cierto, pero como la película es contada del punto de vista de Bob y Charlotte, Coppola toma la decisión acertada de no profundizar mucho a los demás personajes. Se va un poco más profundo con John, el esposo de Charlotte, ya que es necesario entender la relación que tienen, y aunque nada más oímos su voz, también tenemos una idea de quién es la esposa de Bob. Otro personaje que es prácticamente un estereotipo es Kelly (Anna Farris), una actriz que está en Tokyo promocionando una película, y es una parodia del la “rubia bruta” estilo Cameron Diaz, pero Farri le saca tanto jugo a ese personaje que acaba divirtiendo mucho. Coppola basa muchas de sus historias en este mundo que conoce, el mundo de gente de cine y teatro que viaja y les pagan millones para quedarse en los mejores hoteles, pero que aún tienen preocupaciones humanas (algunos dirán que limita demasiado su punto de vista, pero al exponer un mundo que el resto de nosotros solo nos imaginamos, le da una intimidad muy conmovedora a sus películas).

Al final del día, esta es la historia de Bob y Charlotte, dos personas que en lo que toman una pausa de sus vidas, se conocen y arman una relación que nunca se acaba de definir. Nunca llega a ser una relación sexual y no sabemos si en algún momento llega a ser una relación romántica (su luminosa química sugiere que sí, pero nunca oímos que lo digan). Es una película con poco diálogo, porque es tan importante lo que estos personajes dicen como lo que no dicen, lo que no se atreven o no pueden decirse (o no oímos, ya que hay una escena hermosa en la que Bob le dice algo en secreto a Charlotte, muchos fans han pasado los últimos diez años tratando de descifrarlo). Es una semana en la que no pasa mucho, pero para estas dos personas, en esta semana pasó todo y no sabemos cómo van a llevar lo que adquirieron del uno al otro a sus vidas en casa, pero no necesitamos saberlo. Eso lo deciden ellos, y a nosotros solo nos invitaron a acompañarlos en esta pausa que le dieron a su vida, este momento en el que cambia todo o nada, en el que saben que van a o volver a sus vidas y vivirlas como siempre, o a hacer algo diferente. Así como es importante tener a alguien que nos acompañe en los grandes momentos, es tal vez aún más importante ser acompañados cuando estamos decidiendo qué sigue.





martes, 10 de diciembre de 2013

"Los finales felices solo suceden en las películas" Hugo

Como cinéfilo les puedo decir que no hay nada como descubrir el cine. Es algo mágico sentarse en ese cuarto oscuro, mirar esa pantalla y ver cosas que uno no ve en la vida real. Ver criaturas que según el mundo en el que vivimos, no existen. Aunque el cine también se usa para reflejar el mundo en el que vivimos a través de historias e imágenes, no hay nada como descubrir el cine por primera vez y perderse en las imágenes que uno encuentra en la pantalla. Seguro todo recordamos ese sentimiento de ver una película y preguntarse de dónde sale esa magia y cómo se puede re-crear. Eso lleva a que muchos quieran experimentar con el cine y contar su propia historia que le llegue a tanta gente y saber que de alguna manera, ellos saben que crearon esa magia. Seguro fue por eso que Martin Scorsese, uno de los directores de mayor reconocimiento trabajando hoy en día, sintió cuando decidió dedicarse hacer cine y en esta película re-crea la experiencia no nada más de descubrir el cine, sino de descubrir lo que hay detrás del cine. Esta es, hasta la fecha, la única película que ha dirigido que es apta para un público infantil y a través de eso ofrece su propia carta de amor a lo que hace y a lo que quiere transmitir.
Hugo Cabret (Asa Butterfield) es un huérfano que vive en una estación de trenes y se dedica a darle cuerda a los relojes sin que nadie se dé cuenta que ahí está. Vive escondiéndose del Inspector de la Estación (Sacha Baron Cohen) y robándose lo que necesita para sobrevivir. El resto del tiempo lo pasa arreglando un robot que le dejó su padre (Jude Law) antes de morir en un incendio, pero necesita una llave muy específica. Está por encontrar la última pieza del rompecabezas cuando en la estación conoce a Georges Méllies (Ben Kingsley), un viejo vendedor de juguetes mecánicos que le quita el cuaderno a Hugo y con la ayuda de Isabelle (Chloe Grace Moretz), la ahijada de Méllies, encuentra lo que está detrás de ese robot y quién es este viejo en realidad. Claro, cualquiera que reconozca el nombre Georges Méllies seguro sabrá cuál es el gran secreto antes que nadie, pero eso no le quita nada a la magia de la película, al asombro que siente uno al ver esos brotes de imaginación realizados.
Voy a empezar con algunos de los problemas que tiene esta película, que no son pocos. El guión de John Logan es, para ser franco, bastante problemático, más que nada con lo obvio que es. Se la pasa reforzando características de personajes que ya quedan claras desde el principio. Esto es un problema principalmente con Isabelle, ya que no dejan de reforzar que esta niña lee todo el tiempo y tiene buen vocabulario, cosa que enriquece a su personaje, pero se siente como si los guionistas siguen diciendo “mira, se sabe esta palabra” o “mira, leyó este libro” con toda la sutileza de un martillo. Otro personaje problemático es el Inspector, ya que es un personaje simpático al que le tenemos cierta empatía, pero su función es ser el villano de la película. Eso le quita mucho impacto a la secuencia final donde el Inspector persigue a Hugo por la estación. Éste personaje no da el miedo necesario para que esa secuencia tenga el impacto que se requiere. Es una película que se apoya mucho en que los personajes digan las cosas en vez de hacerlas, y a la mitad de la película introducen a un personaje que es experto en cine, solo para que nos quede claro de se trata todo, que aunque es un personaje interpretado por Michael Stuhlbarg (un actor que admiro mucho), se siente más como una solución fácil para llegar al clímax más rápido. Y, aunque el diseño es maravilloso (y hay muchas partes que están hechas a computadora que tal vez no se noten la primera vez que se ven), se siente algo apachurrado, particularmente en la estación de tren (un lugar que debería estar tan abierto a las posibilidades de lo que uno puede encontrar).
Aún con todos estos problemas, lo que sobresale es el amor que le tiene Scorsese al cine. Las escenas en las que Hugo e Isabelle van descubriendo quién es Georges Méllies y oyen las historias de sus películas son las que hacen que la película cobre vida, particularmente cuando vemos lo que era estar en un set con este director, divirtiéndose con sus actores y creando ilusiones como el mejor de los magos. También ayuda tener a Ben Kingsley interpretando a Méllies, que aún en sus momentos de depresión se come al resto del elenco. Kingsley está tan comprometido con el espíritu del papel que al principio uno lo odia, pero luego cuando va descubriendo su dolor, no quiere más que ver ese corazón arreglado (claro, para los que conocen la famosa película de Méllies, Un Viaje a la Luna, les da esa ventaja). Asa Butterfield como Hugo lo hace bien, aunque en muchos instantes uno se da cuenta que está siendo dirigido y no sacando al personaje de su interior. Y, aún con lo  problemático que es su personaje (y lo mucho que yo detesto a Borat), Sacha Baron Cohen le saca bastante jugo al personaje del Inspector, a su manera de hablar, a varios detalles picarescos y aún más a su enamoramiento con una vendedora de flores (interpretada por Emily Mortimer, un papel pequeño, pero adorable). Otra que destaca es Helen McCrory como la esposa de Méllies, una señora que hace mucho había olvidado lo mucho que le gustaba ser parte de las aventuras de su marido y cómo lo va re-descubriendo (esa es una historia de amor que no necesita escenas románticas, ya que Kingsley y McCrory lo venden todo con sus interacciones.

Martin Scorsese, además de ser un gran cineasta, es un amante del cine y es uno de los principales apoyadores de la preservación del cine viejo. Se ve que Scorsese aprendió mucho de cine al ver cine, al ver películas de sus ídolos y esta es su carta de amor a hacer lo que le encanta hacer. Aunque tiene sus problemas, una cosa que es obvia es que se hizo con mucho amor. Se hizo con un cariño que no se ve en muchas películas y es una de esas películas que te enamores una vez más con el cine, y más en estos días cuando sentimos que ya lo vimos todo y ya nada nos puede sorprender. Más que eso, esta historia nos dice que todos tenemos algo que hacer en este mundo, sea algo pequeño como limpiar el reloj en una estación de trenes, o algo grande como contar historias que inspiren a los demás. Esta película trata de un niño que repara el corazón de un hombre que hace mucho había dejado de creer que tiene en sí el poder de inspirar a la gente, y no hay nada más triste que una persona que no cree en sí misma. Aunque Georges Méllies existió y sus películas se siguen viendo alrededor del mundo (yo vi una de sus películas en dos clases de cine en la prepa y la carrera), esta historia es ficticia, pero eso no le quita el poder que tienen sus imágenes y el cariño que se le aplicó al filmarla.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

"Si no puedes arreglarlo, tienes que aguantarlo..." Brokeback Mountain

De alguna manera u otra, nuestros sentimientos siempre están en conflicto con el mundo que nos rodea. Cuando algo que sentimos no es aceptado por el mundo a nuestro alrededor, tenemos dos opciones. Podemos esconderlo y actuar como si no existe, o podemos expresarlo y asumir las consecuencias. Ambas opciones son dolorosas y ambas nacen de algo que nadie puede negar por más que queramos: los sentimientos son algo que no podemos controlar. Cuando nos enamoramos de alguien, o cuando empezamos a resentir a alguien, no tenemos un botón en nuestro cerebro que nos permite apagar esa emoción. Simplemente aprendemos a aceptar la emoción y a decidir qué hacer con ella. Justo de eso se trata esta película que algunos perciben como una obra maestra, y otros como el punchline de un chiste. Es la película que muchos miembros del público reducen como “esa película de vaqueros homosexuales”, pero dado el mundo en el que viven estos personajes y las problemáticas que surgen en ese mundo, y en el mundo en el que vivimos los que estamos del otro lado de la pantalla, ataca esa temática de los sentimientos y vemos que pasa cuando uno los contiene, o cuando uno los suelta.
Brokeback Mountain es una montaña en Wyoming en dónde Jack Twist (Jake Gyllenhaal) y Ennis Del Mar (Heath Ledger) trabajaron un verano cuidando de un rebaño de ovejas para el Señor Aguirre (Randy Quaid). En esa montaña no tienen a nadie más que la ovejas y a sí mismos, y después de un largo verano de no tener a nadie más (la película nos permite sentir ese tiempo que pasan juntos), acaban atraídos a sí mismos y empiezan una relación que ambos se dan cuenta que no puede ir más allá de esa montaña. Acabando el verano, Ennis se casa con su novia Alma Beers (Michelle Williams) y Jack se casa con Lureen Newsome (Anne Hathaway), una chava que conoce en un rodeo. Pasan cuatro años antes de que Ennis y Jack se vuelven a encontrar y aunque Jack está más que dispuesto a abandonar su vida y estar con Ennis en una cabaña lejos de todo, Ennis está demasiado consciente no solo de sus responsabilidades (sus hijas y los muchos trabajos de los que depende para tener algo que comer), sino de cómo lo ve el prójimo. Continúan su relación a escondidos, pero todos estos secretos y sentimientos escondidos van afectando sus vidas en maneras cada vez más dañinas.
Esta fue una película muy controversial en su momento, ya que de cierta forma atacó el estereotipo del vaquero macho y fuerte que se volvió icónico a través de figuras como John Wayne, además que requiere mucha paciencia. Ang Lee siempre ha sido un director que explora de la manera más calmada posible a sus personajes, cosa que resulta en un primer acto largo y algo repetitivo, pero esencial para ir explorando esta relación. Más que nada Ang Lee se asegura que esta sea una historia muy íntima, porque no se trata de fuerzas de fuera que vienen a destruir un gran romance (como Romeo y Julieta y otras historias así), sino de dos hombres que ya traen esas fuerzas de fuera a esta relación, uno dispuesto a rechazarlas, mientras que el otro las tiene tan marcadas en su interior que no puede dejarse llevar por lo que sus sentimientos quieren. Ennis es un personaje frustrante, porque se ve que está infeliz, pero no está dispuesto a hacer lo que lo va a hacer feliz. Se estanca a sí mismo en este lugar en el que tiene que fingir para una familia que él cree que tiene que tener, y rechazar al hombre del que no quiere estar enamorado, pero lo está. Es una situación frustrante, y Heath Ledger en la mejor actuación de su trágicamente corta carrera (sé que muchos prefieren al Guasón, pero esta actuación más internalizada e igual de precisa se siente como el mayor logro) nos muestra a este personaje que se ve atrapado en todo lo que hace. Su manera de hablar sin abrir mucho la boca, como si le diera culpa sacar las palabras que saca, su caminar tan cerrado e incómodo, todo indica que este hombre creció en una jaula construida de ideas que no lo dejan en paz, la idea que no puede estar enamorado de un hombre y la idea que tiene que ser un hombre trabajador y de familia.
Junto a él puede que Jake Gyllenhaal se vea sobre-actuado, pero Jack Twist es un alma más abierta, un chavo que busca disfrutar la vida. Aunque él también se casa y cumple con las expectativas de la sociedad, está dispuesto a dejar todo eso en cuanto Ennis le diga que quiere estar con él. Jack deja sus emociones al abierto. De cierta forma es un niño, y Gyllenhaal maneja ese contraste entre él y Ennis como experto (su discurso final a Ennis, una explosión de emociones que llevan a que Ennis se abra lo más que se ha abierto, es de lo más devastador de la película). Estos dos personajes de alguna manera también simbolizan el contraste entre la majestuosa naturaleza de la montaña que corre libre, yendo con el viento, con lo reprimido que son los pueblos en donde viven estos personajes. Rodrigo Prieto, uno de los mejores fotógrafos actualmente en el cine, aprovecha estas vistas impresionantes para sumergir a los espectadores a la historia, aún en esos momentos en los que no parece estar pasando nada, su lenguaje visual lo dice todo. También tenemos como acompañante la música de Gustavo Santaolalla, con una tonada melancólica, pero muy romántica y meditativa.

Cuando vi esta película por primera vez, pensé que esta historia se podría contar de la misma manera si se tratara de un hombre y una mujer. Claro, ahora que lo pienso bien, eso no es cierto, porque los personajes serían diferentes y el hecho de que son dos hombres le agrega un contexto diferente a cada conflicto, pero a lo que voy con eso es que esta es, primero que nada, una historia acerca de una relación. A veces nos enamoramos de gente de quién no queremos estar enamorados, sean hombres, mujeres o lo que sean, y tratamos de contener esos sentimientos para no meternos en problemas, hasta que el contener los sentimientos es más doloroso que cualquier consecuencia. Es una película que le habla no solamente a la gente homosexual, sino a la humanidad como tal, y por eso yo la calificaría como una obra maestra. Es una historia arriesgada para un público que puede ser muy cerrado, pero hay cineastas que toman riesgos por el simple hecho de tomar un riesgo y de causar un impacto en el público; Ang Lee, sus guionistas Larry McMurtry y Diana Ossana y todo el equipo que trabajó en esta película tomó ese riesgo de manchar una imagen casi sagrada en la cultura americana, al servicio de una historia que llega a lo más profundo de lo que es ser humano.


"Me apretó, jaló y lastimó mi cuello en 1988..." Rain Man

Hay películas que te marcan de por vida, no necesariamente porque sea una película hecha para causar un impacto. A veces uno ve una película en el momento adecuado. Rain Man es una película que quizás no ha superado la prueba del tiempo, pero que para mí fue una película que me ayudó a averiguar cosas muy importantes de mi persona a través de este personaje que vive en su propio mundo y tiene un orden para protegerse del mundo en el que está. Rain Man cuenta la historia de Charlie Babbitt (Tom Cruise), un joven vendedor de coches egoísta que va al funeral de su padre (que no había visto en 10 años) esperando una gran herencia, pero todo lo que le deja su padre (un hombre que nunca conocemos, pero nos da la impresión que era frío y estricto) es un Buick 49 que prácticamente sepultó la poca relación que tenían y unas rosas premiadas en la cochera. La casa y todos sus otros bienes que vales 3 millones de dólares han sido encargados con el Dr. Bruner (Gerald R. Molen), el dueño de un hospital psiquiátrico donde está internado Raymond (Dustin Hoffman), un hombre autista que resulta ser el hermano mayor de Charlie, un hermano que nunca conoció. Charlie quiere lo que le toca de la herencia y para asegurarse de conseguirla, saca a Raymond de su instituto y lo mantiene como rehén hasta que Bruner le pague lo que le toca.
Esto lleva a un viaje por la carretera de Cincinatti a Los Ángeles, ya que Raymond no vuela y tiene otras peculiaridades que alargan el viaje (tiene que estar frente a una tele para ciertos programas, no sale cuando llueve. Cualquiera probablemente dejaría a Raymond aventado en la carretera, pero Charlie quiere su dinero y en el camino va descubriendo cosas de su papá que nunca sabía, cosas que le permiten recapacitar y darse cuenta que él nunca ha querido a alguien lo suficiente para recibir el cariño que quiere. La trama no es nada complicada, pero lo que resalta en esta cinta es el manejo del tema del autismo y como esta película dio a conocer este padecimiento. Muchas de las escenas son hechas para resaltar las habilidades de un autista. Esto incluye una visita a un doctor en un pueblo que nos muestra que la mente de Raymond funciona como una calculadora (hace operaciones complicadas en su cabeza) y que tiene una memoria prodigiosa (se aprende las canciones en un jukebox con solo verlas una vez, y tiene información de todos los choques de avión memorizados). También muchas escenas resaltan sus limitaciones. No entiende la comedia (tiene memorizada la rutina de Who’s On First, pero no entiende que es un chiste), no entiende el concepto del dinero, tiene que desayunar hot cakes los martes y estar en la cama a las 11:00, y cuando algo le molesta, no se sabe callar.
Dustin Hoffman se ganó un Óscar por interpretar a Raymond. Él es uno de mis actores favoritos, parte por la precisión y el compromiso que le otorga a cada personaje, así como la realidad que le aporta a sus actuaciones. Raymond requiere de varios trucos actorales que destacan una “actuación”, pero Hoffman sabe cómo hacer que se sientan auténticas. Hoffman no desperdicia ningún detalle (claro, el guion le da mucho que hacer en cuánto a detalles, pero este es un actor que los aprovecha). Tom Cruise está en desventaja, no solo por tener a Hoffman de compañero en la mayoría de sus escenas, también por estar interpretando a un personaje que tiende a ser desagradable. Cabe resaltar que Cruise se compromete a que este personaje sea desagradable sin suavizarlo, pero le da en el fondo un enojo real y relevante que ayuda a que el público quiera verlo cambiar. Ayuda que la película tiene al fantasma de Sanford Babbit (el papá de ambos personajes) muy presente en la vida de estos personajes. Aunque nunca lo conocemos, vamos conociéndolo a través de los recuerdos de estos dos personajes, y nos damos cuenta que era un hombre que se quedó solo a criar a sus hijos (su madre murió cuando Charlie  tenía 2 años) y nunca supo como mostrar amor, pero que quiso mucho a sus dos hijos (cuando Charlie se da cuenta porqué mandaron institucionalizar a Raymond es de las escenas más conmovedoras de la película, y muestra por qué estos dos forman buena mancuerna).
Donde empieza a sentirse algo pesado el guion de Ronald Bass y Barry Morrow es en cómo pone a muchos personajes a reaccionar a Raymond, creando situaciones incómodas que llegan a ser chistosas, pero algunas acaban siendo muy exageradas. Esto incluye un momento cuando una prostituta habla con Raymond y él piensa que lo está invitando a salir, o una escena cuando Raymond se para a la mitad de la calle cuando la señal dice “no camine” y un camionero sale a moverlo, o un encuentro en el que Charlie le pregunta a una familia en medio de la carretera si Raymond puede ver su programa en su casa. Los momentos más atinados son los que dejan a Charlie y Raymond solos en el coche, interactuando, desde el principio cuando a Charlie le molesta todo lo que hace su hermano, hasta una escena hermosa en un cuarto en Las Vegas en la que le enseña a bailar. La trama está manejada de manera que se siente todo muy dicho (Charlie hasta tiene un monólogo en el que dice cómo ha cambiado en el viaje, un monólogo que solo funciona por la sinceridad con la que lo dice Tom Cruise), pero a pesar de todo esto, el director Barry Levinson mantiene un tono relativamente ligero que hace que la película sea muy entretenida y nos ofrece este punto de vista muy único a un personaje que ve el mundo de una manera diferente, pero también nos ofrece el punto de vista de otro personaje que aprende a ver cómo él ve.

Yo vi la película por primera vez a los 13 años y me empecé a reconocer en mucho de lo que hace Raymond (me diagnosticaron con Síndrome de Asperger, que es un autismo más leve, ver esta película fue una de muchas cosas que mis papás hicieron para prepararme), por eso esta película significa mucho para mí. Esta clase de películas, aunque no siempre están hechas con el mejor tacto, exponen al mundo a que hay gente diferente, gente que percibe el mundo de otra manera, gente que a veces requiere ser tratada de otra manera, pero que igual pueden funcionar en este mundo. Al final de todo, Raymond sigue siendo autista, pero logró conectarse con alguien y eso es un logro para un hombre que llevaba 25 años en un instituto viendo a la misma gente, comiendo la misma comida y haciendo las mismas labores todos los días. Estos días el autismo se conoce mejor, se estudia más y se reconocen más grados, pero en 1988 (el año que yo nací, por cierto) no era tan conocido el término y esta película (que además fue la más taquillera de su año y ganó el Óscar a la Mejor Película) fue un paso hacia hacer que el autismo sea mejor conocido para el público en general. Además que fuera de eso, es una historia conmovedora, chistosa y muy humana.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

"Las cosas fundamentales aplican..." Casablanca

Es difícil saber exactamente qué va a pasar la prueba del tiempo. Hay películas que son importantes en su momento y luego nadie habla de ellas, y otras de las que nadie hablaba cuando salieron y se fueron re-descubriendo con el tiempo. Hay películas que se hacen sabiendo que están haciendo algo nuevo y otras que son simplemente una de muchas de las que van saliendo de Hollywood sin muchas aspiraciones (y con muchas de las limitaciones que vienen con sus épocas). Estas típicamente no pasan la prueba del tiempo, pero hay una que resultó tan popular que hoy en día la gente la reconoce de inmediato. Fue filmada en los estudios Warner en Hollywood, todo adentro, en blanco y negro, con dos de las estrellas más importantes del momento y se esperaba que simplemente fuera a ser una de muchas cintas románticas que promocionaban la Segunda Guerra Mundial (ya que la película se realizó durante la guerra en 1942). Hoy en día, la gente oye el diálogo de esta película y lo reconoce de inmediato. Escuchan el tema “As Time Goes By” (que ni siquiera fue escrito para la película) y lo asocian inmediatamente con ella. Se sabe quién es Humphrey Bogart y quién es Ingrid Bergman y se asocian inmediatamente con este humilde relato titulado Casablanca.
Durante la guerra, muchos europeos buscaban escapar de Europa y encontrar refugio en América. Los aviones salían de Lisboa, pero para llegar ahí había que pasar por Casablanca, una de las pocas ciudades del territorio Francés en Marruecos que no había sido ocupada por el Régimen Nazi (y no por falta de intentarlo). Hay mucha gente en Casablanca esperando encontrar una manera de llegar a América, e incluso hay un americano escapando de su ciudad natal que abrió un café en Casablanca. Este es Rick Blaine (Humphrey Bogart), un hombre que en algún momento quiso cambiar al mundo, pero un corazón roto lo endureció y ahora pasa sus días en Casablanca viendo a la gente pasar y dejando que las cosas sucedan, sin involucrarse. Las cosas cambian cuando llega Victor Laszlo (Paul Henried), un húngaro revolucionario que se ha escapado de más campos de concentración de los que uno se pueda imaginar y ahora busca llegar a América a establecerse con su esposa, la hermosa Ilsa Lund (Ingrid Bergman) una mujer con la que Rick tuvo un romance en París antes de que lo ocuparan los Nazis. La aparición de Ilsa crea un dilema para Rick, ya que él tiene los papeles que podrá mandar a la mujer que ama a América. ¿Decidirá quedarse con ella, o la dejará ir para que ella y su marido cumplan un propósito más grande?
Cuando uno mira la película, se da cuenta que prácticamente todo lo que ve en ella es falso. Se nota que no fueron ni a Paris ni a Casablanca a filmar esta película. Lo único que vemos son sets re-creados y actores fingiendo que están en una parte del mundo en la que no están y aún así lo creemos. La fotografía en blanco y negro ayuda a crear esta ilusión, ya que aunque no tiene tantas sorpresas, la película funciona por lo ingenioso del guion y lo bien marcados que están los personajes. Humphrey Bogart no deja de ser Humphrey Bogart, con su labio medio cerrado y su entonación, además de su carisma y sentido del humor, pero el papel está tan hecho a su medida que uno nunca se lo cuestiona, aún cuando se da cuenta que su actuación es algo limitada. Aún más radiante es su química con Ingrid Bergman, una química que hasta hizo que su primera esposa pensara que estaba teniendo un romance con la belleza sueca. Bergman siempre fue una actriz de la que uno se podía enamorar de solo oírla hablar y aquí está tan comprometida con el papel y la situación en la que está (aún en momentos cuando el diálogo está sobre-escrito), que uno nunca duda la situación en la que está, enamorada de dos hombres sin querer lastimar a ninguno.
La historia está sujeta a las limitaciones de la época, no nada más por la falta de tecnología que tenemos ahora, sino por la moralidad que plagaba el cine en ese entonces. El público de los años 40 era un público que exigía una cierta ética, un cine donde los malos tenían que ser castigados y los buenos no podían hacer nada que fuera ni siquiera un poquito inmoral. Esta película pone a prueba muchas de esas cosas en varios de los personajes secundarios, entre ellos el Capitán Renault (Claude Rains), un guardia cínico y corrupto (tanto que hasta él lo admite en muchos de sus mejores diálogos) que dificulta la misión de Laszlo, pero muestra una cierta fidelidad a Rick. A través de este personaje nos enteramos de algunas de las cosas medio chuecas que ha hecho Rick en su vida, pero lo que vemos es un hombre heroico y sentimental escondido dentro de un cínico que constantemente dice que no se arriesga por nadie. Otra limitación de la época que seguro dificultó el escribir esta historia es el hecho que el público de esa época no aceptaría a un héroe que comete adulterio, y el hecho que Ilsa ya está casada con Laszlo y tiene algo con Rick dificulta ese aspecto de la historia, pero la película lo resuelve de una manera ingeniosa, manteniendo la dignidad de todos los personajes y de paso la convierte en una de las películas más emotivas que se ha producido.

Como el cine siempre ha sido un negocio, es raro que una película se haga pensando lo que las generaciones del futuro van a pensar de ella. Una película se hace pensando en el público del momento, pero toda película sueña con ser descubierta años después por una nueva generación, o aún mejor, nunca ser olvidada. No digo que Casablanca se siente moderna, pero cuando uno ve esta película, es impresionante darse cuenta que se puede saborear ahora de la misma manera que se pudo saborear cuando la estrenaron. Es una película sentimental, algo que a pesar de lo que dicen las nuevas generaciones, es algo que no ha dejado de pegar. La canción “As Time Goes By” describe justo lo que esta película ha significado para tantas generaciones. El amor es el amor, sin importar la generación, la gente se sigue enamorando y todas estas luchas por obtener a la persona de tus sueños siguen siendo relevantes, y seguirán siendo relevantes en lo que sigan habiendo personas con sentimientos. ¿Eso significa que Casablanca seguirá siendo relevante en otros 50-100 años? Eso nunca se sabe hasta que pasen esos años, pero ya pasaron más de 70 desde de que se estrenó esta película y se sigue hablando de ella.


jueves, 21 de noviembre de 2013

"Que las ventajas estén siempre a tu favor" The Hunger Games

Ya que se estrena la secuela mañana (más bien hoy a la media noche), ahora es el momento de acordarnos de la primera, que obtuvo el segundo lugar de película más taquillera del año pasado (la primera fue The Avengers de Marvel). Es una adaptación de una serie de libros populares, así como Harry Potter (que soy fan) y Twilight (que aborrezco), y como toda adaptación de serie de libros populares, es una película hecha digerible para las masas y con tantos giros de trama que acaba sintiéndose como un intento de filmar un libro y no tanto de hacer una película (algo que es típico de los libros populares, ya que los productores temen cambiar demasiados detalles de los libros y así alienar a todos sus fans). Aún así, lo que destaca de esta saga son los temas que abarca y más que nada, como usa un concepto distópico de ciencia ficción para sostener un espejo ante nuestra sociedad. La autora Suzanne Collins (que colaboró en el guión junto con Billy Ray y el director Gary Ross) nos presenta una versión del futuro tan desesperanzado que no sorprendería si es el futuro al que vamos a llegar.
En un futuro no muy lejano, los Estados Unidos ya no existen. Ahora son los 12 distritos de Panem que son controlados por la Capital. Cada año, dos jóvenes de cada distrito (un hombre y una mujer, de 12 a 18 años de edad) son elegidos para participar en los Juegos del Hambre, una competencia en la que estos 24 jóvenes son encerrados en una arena a combatirse hasta la muerte. Al final, solo sobrevive uno. En el Distrito 12, el más pobre de todos los distritos, vive Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), una chava adolescente que es experta en cacería y otros métodos de supervivencia. Su hermana Primrose (Willow Shields) es elegida para participar en los Juegos del Hambre y para salvarla, Katniss se voluntariza para participar. Katniss, junto con el otro elegido Peeta Mellark (Josh Hutcherson) viajan a la Capital para ser entrenados por Haymith Abernathy (Woody Harrelson), campeón de los Juegos del Hambre. Junto con él aprenden métodos de supervivencia, pero también deben aprender a lucirse para atraer patrocinadores que les ayuden, ya que esta competencia es vista por televisión en todos los distritos y es, antes que nada, un espectáculo. Este tipo de sátira no es algo nuevo para Gary Ross (director de Pleasantville y Seabiscuit) que en las escenas en los distritos y en la arena le da una estética que se ve en el cine independiente, muy gris y de colores fríos para que podamos sentir lo frío que es este mundo. Esto se contrasta con los colores brillantes y falsos que se ven en la Capital, colores que en otras películas son muy llamativos, aquí nos dan ese sentimiento que algo está mal.
La película se divide en dos partes, una que es el entrenamiento y otra que es la competencia. Uno pensaría que la segunda parte sería la emocionante, pero aquí resulta que es al revés. La primera parte de la película nos presenta todo este mundo que es Panem, a través de los diferentes distritos y toda la historia que tiene este mundo. Es una historia que tiene mucho fondo (cosa que es fundamental cuando van a salir secuelas). La competencia en sí tiene momentos impresionantes, pero pierde mucho de la energía de esta primera parte. Mucho de eso se debe a que nunca dejamos el punto de vista de Katniss, entonces no llegamos a conocer a la mayoría de los participantes. Como son 24, la mayoría de ellos son simplemente obstáculos que Katniss debe superar para ir sobreviviendo en este juego de vida o muerte. Aún los participantes que sí conocemos (fuera de Katniss y Peeta) son personajes que sirven un propósito y luego son descartados (me gustaron mucho las escenas con Rue (Amandla Stenberg) por ejemplo). También está el problema que el guion está constantemente sanitando a Katniss, asegurándose que ella mate lo menos posible, y la única vez que la vemos matar a alguien es a alguien que ya mató a otra persona en esa misma escena. Esto es problemático cuando la historia se trata de sobrevivir cuando todos te están tratando de matar, y por eso la historia pierde algo de su fuerza.
Lo que mantiene todo a flote es Jennifer Lawrence. Esta chava ha sido de los mejores encuentros que ha hecho Hollywood en los últimos años. Lawrence carga el material con una fuerza y un carisma que la convierte en el perfecto modelo a seguir para las adolescentes que la ven, una chava que no depende de nadie más que de sí misma. Aún cuando la historia cae en momentos clichés, Lawrence se mantiene una presencia fresca. También ayuda tener a Josh Hutcherson, un joven que ha estado actuando desde niño y se ha vuelto un experto en cargar el peso emocional de una historia (su mejor ejemplo de esto es Bridge to Terabithia), aquí hace algo muy especial de la relación entre Peeta y Katniss, una relación que podría caer en lo melodramático en manos menos capaces. Dado el desenlace de la película (que no quiero divulgar aquí, aunque diré que aunque no sorprende mucho, resuelve la trama de una manera ingeniosa y le da pie a la siguiente historia), esta relación es importante, pero nunca aburrida. También destacan veteranos como Stanley Tucci, Elizabeth Banks, Woody Harrelson (un actor que le da un peso importante a todo lo que toca) y Donald Sutherland, que aunque no tiene mucho que hacer aquí como el Presidente Snow, arma un personaje fascinante que seguro tendrá un papel muy importante en la guerra que viene.

Estos libros fueron escritos por alguien que vivió en una familia militar para enseñarles a sus lectores lo que es la guerra, algo que es doloroso y destructivo, pero que es necesario para combatir un mal igual de destructivo. Esta primera película tiene la tarea de introducirnos a ese mal, mostrarnos un mundo dónde algunos de sus habitantes controlan todo y el resto de la población debe batallar para sobrevivir. Un mundo en el que 23 jóvenes mueren al año para ir reduciendo las posibilidades de un cambio en el futuro, pero hay un campeón para darles a los habitantes una esperanza (algo que en esta historia vemos que le explota en la cara al Presidente, no quiero contar el final, pero creo que se puede adivinar quién no muere en esta historia). Es una lástima que tienen que perder algo de su impacto para que la pueda ver el mayor público posible, pero la historia de The Hunger Games es una historia importante para todos aquellos jóvenes buscando una voz ante una represión, todos esos que están sufriendo a manos de alguien que les hizo creer que no tienen otra opción. Trata de cómo nos mantienen entretenidos con un buen espectáculo, y como ese espectáculo puede ser el sufrimiento y la perdición de otras personas. Es literatura popular que da mucho de qué pensar, y por eso, aún con las limitaciones que ofrece el negocio del cine comercial en Hollywood, vale la pena contarla. Ahora es momento de continuar esta historia.


martes, 19 de noviembre de 2013

"Se van a reír de ti" Carrie

Ya que se acaba de re-hacer esta película, hablemos de la original, una historia que sigue siendo relevante hoy en día por cómo se aproxima no nada más al tema del bullying (que es un tema muy relevante hoy en día), pero como relaciona sus elementos paranormales con la experiencia de ser adolescente. Carrie White (Sissy Spacek) es una chava algo rara que vive terrores en su escuela a manos de todas
sus compañeras de clase y en su casa con su madre fanática (Piper Laurie). Vive tan encerrada que ni siquiera entiende cuando se le baja la regla por primera vez. Además que va descubriendo que tiene poderes de telequinesis (puede mover cosas con la mente) y eso la está asustando. Nada parece estar yendo bien para Carrie White, hasta que la invitan al baile de graduación. Ahí pasa la noche de su vida, que es arruinada por una broma que le juegan cuando ella y su pareja son coronados como rey y reina del baile. Esta broma es la gota que derramó el vaso y desata su ira ante toda la escuela de una manera muy destructiva.
Carrie fue la primera novela publicada de Stephen King, uno de los escritores vivos más famosos (y en mi opinión, uno de los mejores). King es un maestro en mezclar lo macabro de la vida cotidiana con elementos paranormales, y este es uno de sus mejores ejemplos. En esta cinta, el director Brian De Palma ataca este material exagerando cada momento para que se sienta como la vida interna del mundo adolescente. Al mismo tiempo, la exageración sirve para que los elementos paranormales no se sientan fuera de lugar. Es un mundo tan parecido al nuestro que parece que podría pasarnos a nosotros, pero al mismo tiempo algo se ve fuera de lugar en la manera que todos hablan para recordarnos que estamos en una película de horror, donde la vida está vista con un lente que percibe las cosas de una manera más sensible. De Palma también aplica técnicas de cámara lenta para extender la experiencia en ciertas escenas (en particular esa escena al principio cuando a Carrie se le baja la regla por primera vez y cuando camina al escenario a ser coronada) y la famosa escena del masacre en el baile aplica una técnica de split-screen para mostrarnos diferentes puntos de vista de lo que está sucediendo, cosa que nos ayuda a tener un panorama más completo de lo que Carrie está haciendo, pero también para alejarnos un poco de ella y darnos cuenta que lo que hizo no estuvo bien (entendemos por qué lo hizo, pero no queremos que esta chava se vuelva asesina).
Estas exageraciones se ven también en las actuaciones de un elenco tan comprometido que cada miembro hace que esta visión funcione (ya que es una visión arriesgada). A la cabeza de todo está Sissy Spacek. A veces es difícil de creer que es adolescente (ya tenía 26 años cuando se filmó esta película), pero Spacek tiene el look perfecto para Carrie y su caracterización del personaje es perfecta, muy internalizada, pero a la vez logra proyectar a esa jovencita rara que no sabe cómo interactuar con el mundo exterior y además esa mirada que cuando desata sus poderes parece cosa del otro mundo (Spacek es conocida por ser una perfeccionista y por atreverse a lo que sea para que le salga creíble la actuación, quizás por eso es una de las mejores). Como Margaret White, Piper Laurie se mete en lleno a este papel de una mujer loca que ve pecado por todas partes (incluso ve pecado en los pechos de su hija, o en algo tan natural como la primera regla). Laurie le encuentra lo aterrador, pero además lo cómico a este personaje, una mujer que disfruta castigar más de lo que se da cuenta y que ve rojo cuando mira un vestido color rosa. Estas dos obtuvieron nominaciones bien merecidas al Óscar, cosa que no es común para actuaciones de una película de terror, particularmente una tan estilizada como esta.
Claro, la historia no funcionaría sin la efectividad de las actuaciones de los demás adolescentes que abusan de Carrie. Nancy Allen es Chris Hargensen, una chava popular que quiere vengarse de Carrie por hacer que la corran del Baile de Graduación y junto con su novio Billy Nolan (John Travolta, antes de volverse famoso) planea la broma pesada que acaba sellando el destino de casi todos sus amigos. Allen pinta a su personaje como la clásica villana de películas de preparatoria y logra que el público la odie y quiera verla muerta, cosa que le agrega esa dificultad a la trama de querer que esta chava desate su venganza, pero al mismo tiempo sabiendo que no debería estar matando gente. Vemos el otro lado de esta cara con Sue Snell, interpretada por Amy Irving (que estuvo casada con Steven Spielberg), una chava que molestó a Carrie durante el incidente de la regla, pero que se siente tan culpable que le pide a su novio Tommy Ross (William Katt) que lleve a Carrie al Baile de Graduación. Francamente, esta parte de la historia resulta en algunos problemas de credibilidad, pero si no fuera por estos dos personajes la historia no resultaría la tragedia que resulta ser, la tragedia de un mundo adolescente que se salió de control justo porque un grupo de bullies se fue contra la víctima que podía acabar con todos.

Para mí en lo personal, esta película destaca por ser una de muy pocas películas de horror que en serio me asusta, no tanto por las imágenes, sino por lo que la historia implica. Es la historia de una chava bulleada que lleva guardando ese enojo por mucho tiempo y cuando por fin lo desata, lo desata de una manera brutal. Eso da miedo, porque en cualquier momento puede pasar. Es más, pasa todo el tiempo. No con poderes de telequinesis, pero ha habido  incidentes de gente que lleva guardando tanto enojo que un día agarra una escopeta y mata a todos en una escuela o una tienda. Carrie siempre ha funcionado como un cuento de precaución para los bullys que no se dan cuenta que la persona que están molestando puede convertirlos en sus víctimas mañana, pero Stephen King siempre ha sido demasiado sofisticado como para crear una historia nada más con la moraleja en mente (está ahí, pero esa moraleja no lo es todo). Esta es la historia de una chava que no sabe como interactuar con el mundo de afuera, de una mamá que en algún momento de su vida perdió la razón y no debería estar alimentándole esas locuras a una hija, y de un grupo de adolescentes descubriéndose en la vida, enamorándose, estableciendo amistades, encaminándose hacia un futuro al que trágicamente, por estar en la misma escuela que esta chava con poderes a la que no dejaban de molestar, no van a llegar.