miércoles, 4 de diciembre de 2013

"Si no puedes arreglarlo, tienes que aguantarlo..." Brokeback Mountain

De alguna manera u otra, nuestros sentimientos siempre están en conflicto con el mundo que nos rodea. Cuando algo que sentimos no es aceptado por el mundo a nuestro alrededor, tenemos dos opciones. Podemos esconderlo y actuar como si no existe, o podemos expresarlo y asumir las consecuencias. Ambas opciones son dolorosas y ambas nacen de algo que nadie puede negar por más que queramos: los sentimientos son algo que no podemos controlar. Cuando nos enamoramos de alguien, o cuando empezamos a resentir a alguien, no tenemos un botón en nuestro cerebro que nos permite apagar esa emoción. Simplemente aprendemos a aceptar la emoción y a decidir qué hacer con ella. Justo de eso se trata esta película que algunos perciben como una obra maestra, y otros como el punchline de un chiste. Es la película que muchos miembros del público reducen como “esa película de vaqueros homosexuales”, pero dado el mundo en el que viven estos personajes y las problemáticas que surgen en ese mundo, y en el mundo en el que vivimos los que estamos del otro lado de la pantalla, ataca esa temática de los sentimientos y vemos que pasa cuando uno los contiene, o cuando uno los suelta.
Brokeback Mountain es una montaña en Wyoming en dónde Jack Twist (Jake Gyllenhaal) y Ennis Del Mar (Heath Ledger) trabajaron un verano cuidando de un rebaño de ovejas para el Señor Aguirre (Randy Quaid). En esa montaña no tienen a nadie más que la ovejas y a sí mismos, y después de un largo verano de no tener a nadie más (la película nos permite sentir ese tiempo que pasan juntos), acaban atraídos a sí mismos y empiezan una relación que ambos se dan cuenta que no puede ir más allá de esa montaña. Acabando el verano, Ennis se casa con su novia Alma Beers (Michelle Williams) y Jack se casa con Lureen Newsome (Anne Hathaway), una chava que conoce en un rodeo. Pasan cuatro años antes de que Ennis y Jack se vuelven a encontrar y aunque Jack está más que dispuesto a abandonar su vida y estar con Ennis en una cabaña lejos de todo, Ennis está demasiado consciente no solo de sus responsabilidades (sus hijas y los muchos trabajos de los que depende para tener algo que comer), sino de cómo lo ve el prójimo. Continúan su relación a escondidos, pero todos estos secretos y sentimientos escondidos van afectando sus vidas en maneras cada vez más dañinas.
Esta fue una película muy controversial en su momento, ya que de cierta forma atacó el estereotipo del vaquero macho y fuerte que se volvió icónico a través de figuras como John Wayne, además que requiere mucha paciencia. Ang Lee siempre ha sido un director que explora de la manera más calmada posible a sus personajes, cosa que resulta en un primer acto largo y algo repetitivo, pero esencial para ir explorando esta relación. Más que nada Ang Lee se asegura que esta sea una historia muy íntima, porque no se trata de fuerzas de fuera que vienen a destruir un gran romance (como Romeo y Julieta y otras historias así), sino de dos hombres que ya traen esas fuerzas de fuera a esta relación, uno dispuesto a rechazarlas, mientras que el otro las tiene tan marcadas en su interior que no puede dejarse llevar por lo que sus sentimientos quieren. Ennis es un personaje frustrante, porque se ve que está infeliz, pero no está dispuesto a hacer lo que lo va a hacer feliz. Se estanca a sí mismo en este lugar en el que tiene que fingir para una familia que él cree que tiene que tener, y rechazar al hombre del que no quiere estar enamorado, pero lo está. Es una situación frustrante, y Heath Ledger en la mejor actuación de su trágicamente corta carrera (sé que muchos prefieren al Guasón, pero esta actuación más internalizada e igual de precisa se siente como el mayor logro) nos muestra a este personaje que se ve atrapado en todo lo que hace. Su manera de hablar sin abrir mucho la boca, como si le diera culpa sacar las palabras que saca, su caminar tan cerrado e incómodo, todo indica que este hombre creció en una jaula construida de ideas que no lo dejan en paz, la idea que no puede estar enamorado de un hombre y la idea que tiene que ser un hombre trabajador y de familia.
Junto a él puede que Jake Gyllenhaal se vea sobre-actuado, pero Jack Twist es un alma más abierta, un chavo que busca disfrutar la vida. Aunque él también se casa y cumple con las expectativas de la sociedad, está dispuesto a dejar todo eso en cuanto Ennis le diga que quiere estar con él. Jack deja sus emociones al abierto. De cierta forma es un niño, y Gyllenhaal maneja ese contraste entre él y Ennis como experto (su discurso final a Ennis, una explosión de emociones que llevan a que Ennis se abra lo más que se ha abierto, es de lo más devastador de la película). Estos dos personajes de alguna manera también simbolizan el contraste entre la majestuosa naturaleza de la montaña que corre libre, yendo con el viento, con lo reprimido que son los pueblos en donde viven estos personajes. Rodrigo Prieto, uno de los mejores fotógrafos actualmente en el cine, aprovecha estas vistas impresionantes para sumergir a los espectadores a la historia, aún en esos momentos en los que no parece estar pasando nada, su lenguaje visual lo dice todo. También tenemos como acompañante la música de Gustavo Santaolalla, con una tonada melancólica, pero muy romántica y meditativa.

Cuando vi esta película por primera vez, pensé que esta historia se podría contar de la misma manera si se tratara de un hombre y una mujer. Claro, ahora que lo pienso bien, eso no es cierto, porque los personajes serían diferentes y el hecho de que son dos hombres le agrega un contexto diferente a cada conflicto, pero a lo que voy con eso es que esta es, primero que nada, una historia acerca de una relación. A veces nos enamoramos de gente de quién no queremos estar enamorados, sean hombres, mujeres o lo que sean, y tratamos de contener esos sentimientos para no meternos en problemas, hasta que el contener los sentimientos es más doloroso que cualquier consecuencia. Es una película que le habla no solamente a la gente homosexual, sino a la humanidad como tal, y por eso yo la calificaría como una obra maestra. Es una historia arriesgada para un público que puede ser muy cerrado, pero hay cineastas que toman riesgos por el simple hecho de tomar un riesgo y de causar un impacto en el público; Ang Lee, sus guionistas Larry McMurtry y Diana Ossana y todo el equipo que trabajó en esta película tomó ese riesgo de manchar una imagen casi sagrada en la cultura americana, al servicio de una historia que llega a lo más profundo de lo que es ser humano.


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