
El Holocausto es un tema favorito entre las películas de
prestigio, un evento del que salieron muchas historias y el cine se aprovecha
de todas las que puede. Es una manera muy cínica de verlo, pero eso no
significa que estas historias no tengan mérito, y muchas de estas películas
están muy bien hechas, dando un punto de vista diferente y un giro que
posiblemente uno no encuentre en otra película del mismo tema. Hay algo en
particular de la visión de Roman Polanski que nadie puede tocar, empezando con
el hecho que él estuvo ahí. Polanski fue un niño del Holocausto y muchos de los
detalles que vemos en esta película son cosas que él presenció (se las aplica a
la historia de otro hombre, pero así vemos que Polanski de cierta forma mezcla
su propia historia con la de este hombre, que es igual de fascinante). Lo que
más destaca de esta cinta es que Polanski no permite ninguna especie de
sentimentalismo. Es contada de una manera muy fría, una manera que mantiene al
espectador a cierta distancia de la historia sintiendo que no podemos hacer
nada para cambiarla. En el mundo de Polanski (en esta y muchas de sus
películas) no hay héroes. Hay gente que tiene la suerte de sobrevivir, pero no
hay héroes. Ese es un tema que vemos en muchas películas de Polanski (aunque
aquí se ve de otra forma).
Wladislaw Szpilman (Adrien Brody, que ganó un Óscar por esta
actuación) es un pianista de cierto renombre viviendo con su familia en
Varsovia en los años antes de la guerra. Szpilman estuvo en un ghetto, luego en
un campo de concentración, perdió a su familia completa, salió del campo donde
varios amigos ayudaron a esconderlo y luego al final, un soldado alemán que
estaba ya cansado de la guerra lo encontró y lo ayudó a quedarse vivo. La
manera que estoy contando la trama es como se siente la película, una cosa tras
otra. En su primera escena vemos a Szpílman tocando el piano en una estación de
radio y nada más vemos un minuto de su talento antes de que una bomba destruya
la estación. Polanski nos ofrece muy pocos momentos para conocer a nuestro
personaje a fondo (en una de muy pocas escenas encantadoras, Szpilman tiene una
cita con la hermana de uno de sus compañeros en la estación, donde nos muestra
que este es un hombre encantador) antes de mandarlo a él y a su familia a esta
tragedia que es el Holocausto. En la primera hora de la película, Wladek (así
le dicen de cariño) está con su familia y vemos esta relación que tiene con sus
padres, su hermano y sus dos hermanas, cada uno con una personalidad marcada y
una dinámica calurosa. A través de todos estos actores vemos el peso de este
periodo de la historia (las condiciones en el ghetto, los nazis haciendo lo que
se les da la gana con ellos, todo eso).

La primera parte de la película se siente como de elenco,
pero en cuanto la familia se sube a ese tren y los mandan a ser exterminados (y
a Wladek lo rescatan del tren), el resto de la película cae sobre los hombros
de Adrien Brody. Es una de esas actuaciones que a veces son difíciles de
apreciar, ya que no dependen de grandes escenas con monólogos intensos, ni de
detalles muy obvios de personaje. Wladek es un hombre como muchos otros, un
judío en Varsovia con todo lo que querría tener, con un futuro y muchos
admiradores, que vio como se lo quitaban todo por el simple hecho de ser judío.
Brody interpreta ese sentimiento como si lo estuviera viviendo él mismo. Vemos
lo ingenuo que es al pensar que esto del ghetto no va a durar, su desesperación
al darse cuenta que no puede hacer nada para cambiar lo que está pasando, como
va aceptando lentamente que podría morirse en cualquier momento y aceptando la
soledad que tiene que pasar para poder sobrevivir sin que nadie lo encuentre.
Con muy poco diálogo, pero mucha expresión física y detalles que le va
agregando al personaje (una de mis escenas favoritas es cuando Wladek le dice a
su hermana Halina que le hubiera gustado conocerla mejor, es una de las pocas
cosas conmovedoras en esta película). A través de Adrien Brody, reconocemos a
un hombre que como muchos sufrió el Holocausto y que sobrevivió por pura
suerte, por la suerte de conocer a la gente correcta que lo pudo ayudar y la
suerte de toparse con gente que le muestra piedad. No por nada que hace (es
más, por poco y muere a causa de muchas de las decisiones que toma), ni por
ningún acto heroico. Él simplemente sobrevivió.
La re-creación del ghetto de Varsovia y todo lo que sucede
alrededor de la guerra está espectacularmente retratada. El ghetto es un lugar
salvaje, donde muchos de sus habitantes se están muriendo de hambre, algunos
tan hambrientos que cuando tiran una sopa que se tratan de robar, se la comen
del piso, donde hay tiroteos todas las noches y los soldados nazis entran a
casas nada más para ejercer su poder, matando a la gente que no obedezca (si le
piden a un hombre en silla de ruedas que se levante, y no se levanta, lo tiran
por la ventana). Las cosas no son mejores cuando se escapa del ghetto y tiene
que vivir encerrado en departamentos escondidos, dependiendo de gente que le
traiga comida, y mirando como sus amigos se rebelan contra los soldados en el
ghetto. Hasta el aspecto más publicitado de la película, el hecho que es
encontrado por el soldado alemán Wilm Hosenfeld (Thomas Kretschman, en un papel
sin mayor reto, pero él le saca todo el jugo que puede), es retratado con un
aire de frialdad y melancolía (excepto
por el hecho de que ambos comparten un amor por la música, la escena cuando le
pide que toque algo es otra de las pocas escenas cálidas en esta cinta). Wladek
ni siquiera pudo salvar a este hombre (en una de las últimas secuencias,
tratada con la misma distancia que el resto de la película, vemos a Hosenfeld
en un campo de detención ruso y vemos como le ruega a un músico que le diga a
Szpilman que lo saque de ahí, aunque nunca le pudo decir su nombre).

El Holocausto fue un periodo negro en la historia de la
humanidad, un periodo en el que un grupo de seres humanos fue seducido a pensar
que otro grupo de seres humanos vale menos que ellos y que merecen ser
asesinados. Es un periodo recordado en muchos museos alrededor del mundo,
contado en muchos salones de clase y retratado en muchas películas, pero aunque
muchas de estas películas le buscan un giro humano y conmovedor a este periodo
(hablaremos de algunas posteriormente), Polanski nos dice que este fue un
periodo que no perdonaba. Los que vivieron tuvieron la suerte de sobrevivir, y
el resto murieron. Vemos todo esto a través de los ojos de un hombre que tuvo
la suerte de sobrevivir y nos queda claro no es un héroe. Sobrevivió de la
caridad de muchos a su alrededor (para algunos esa caridad les costó la vida) y
de la suerte que tuvo al no morirse de hambre ni de frío. Polanski y su
guionista Ronald Harwood (ambos ganaron Óscares por esta película) también
exploran el costo de sobrevivir cuando todo a tu alrededor se está muriendo. ¿Vale
la pena seguir viviendo en una ciudad destruida? ¿Seguir sufriendo las
condiciones de este periodo cuando los que murieron ya no sufren? ¿Qué tal si
el hecho de sobrevivir muestra una cobardía? Nunca nos metemos en la mente de
Wladek Szpilman para explorar estas preguntas, ni porque está tan decidido a
sobrevivir. La película no lo juzga ni intenta entenderlo, simplemente nos
permite verlo, sufrir con él y nunca nos deja sentir el alivio que queremos
sentir.
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