
Ya que se estrena la secuela mañana (más bien hoy a la media
noche), ahora es el momento de acordarnos de la primera, que obtuvo el segundo
lugar de película más taquillera del año pasado (la primera fue The Avengers de
Marvel). Es una adaptación de una serie de libros populares, así como Harry
Potter (que soy fan) y Twilight (que aborrezco), y como toda adaptación de
serie de libros populares, es una película hecha digerible para las masas y con
tantos giros de trama que acaba sintiéndose como un intento de filmar un libro
y no tanto de hacer una película (algo que es típico de los libros populares,
ya que los productores temen cambiar demasiados detalles de los libros y así
alienar a todos sus fans). Aún así, lo que destaca de esta saga son los temas
que abarca y más que nada, como usa un concepto distópico de ciencia ficción
para sostener un espejo ante nuestra sociedad. La autora Suzanne Collins (que
colaboró en el guión junto con Billy Ray y el director Gary Ross) nos presenta
una versión del futuro tan desesperanzado que no sorprendería si es el futuro
al que vamos a llegar.
En un futuro no muy lejano, los Estados Unidos ya no
existen. Ahora son los 12 distritos de Panem que son controlados por la
Capital. Cada año, dos jóvenes de cada distrito (un hombre y una mujer, de 12 a
18 años de edad) son elegidos para participar en los Juegos del Hambre, una
competencia en la que estos 24 jóvenes son encerrados en una arena a combatirse
hasta la muerte. Al final, solo sobrevive uno. En el Distrito 12, el más pobre
de todos los distritos, vive Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence), una chava
adolescente que es experta en cacería y otros métodos de supervivencia. Su
hermana Primrose (Willow Shields) es elegida para participar en los Juegos del
Hambre y para salvarla, Katniss se voluntariza para participar. Katniss, junto
con el otro elegido Peeta Mellark (Josh Hutcherson) viajan a la Capital para
ser entrenados por Haymith Abernathy (Woody Harrelson), campeón de los Juegos
del Hambre. Junto con él aprenden métodos de supervivencia, pero también deben
aprender a lucirse para atraer patrocinadores que les ayuden, ya que esta
competencia es vista por televisión en todos los distritos y es, antes que
nada, un espectáculo. Este tipo de sátira no es algo nuevo para Gary Ross
(director de Pleasantville y Seabiscuit) que en las escenas en los distritos y
en la arena le da una estética que se ve en el cine independiente, muy gris y
de colores fríos para que podamos sentir lo frío que es este mundo. Esto se
contrasta con los colores brillantes y falsos que se ven en la Capital, colores
que en otras películas son muy llamativos, aquí nos dan ese sentimiento que
algo está mal.

La película se divide en dos partes, una que es el
entrenamiento y otra que es la competencia. Uno pensaría que la segunda parte
sería la emocionante, pero aquí resulta que es al revés. La primera parte de la
película nos presenta todo este mundo que es Panem, a través de los diferentes
distritos y toda la historia que tiene este mundo. Es una historia que tiene
mucho fondo (cosa que es fundamental cuando van a salir secuelas). La
competencia en sí tiene momentos impresionantes, pero pierde mucho de la
energía de esta primera parte. Mucho de eso se debe a que nunca dejamos el
punto de vista de Katniss, entonces no llegamos a conocer a la mayoría de los
participantes. Como son 24, la mayoría de ellos son simplemente obstáculos que
Katniss debe superar para ir sobreviviendo en este juego de vida o muerte. Aún
los participantes que sí conocemos (fuera de Katniss y Peeta) son personajes
que sirven un propósito y luego son descartados (me gustaron mucho las escenas
con Rue (Amandla Stenberg) por ejemplo). También está el problema que el guion
está constantemente sanitando a Katniss, asegurándose que ella mate lo menos
posible, y la única vez que la vemos matar a alguien es a alguien que ya mató a
otra persona en esa misma escena. Esto es problemático cuando la historia se
trata de sobrevivir cuando todos te están tratando de matar, y por eso la
historia pierde algo de su fuerza.
Lo que mantiene todo a flote es Jennifer Lawrence. Esta
chava ha sido de los mejores encuentros que ha hecho Hollywood en los últimos
años. Lawrence carga el material con una fuerza y un carisma que la convierte
en el perfecto modelo a seguir para las adolescentes que la ven, una chava que
no depende de nadie más que de sí misma. Aún cuando la historia cae en momentos
clichés, Lawrence se mantiene una presencia fresca. También ayuda tener a Josh
Hutcherson, un joven que ha estado actuando desde niño y se ha vuelto un
experto en cargar el peso emocional de una historia (su mejor ejemplo de esto
es Bridge to Terabithia), aquí hace algo muy especial de la relación entre
Peeta y Katniss, una relación que podría caer en lo melodramático en manos
menos capaces. Dado el desenlace de la película (que no quiero divulgar aquí, aunque diré que aunque no sorprende mucho, resuelve la trama de una manera ingeniosa y le da pie a la siguiente historia), esta relación es importante,
pero nunca aburrida. También destacan veteranos como Stanley Tucci, Elizabeth
Banks, Woody Harrelson (un actor que le da un peso importante a todo lo que
toca) y Donald Sutherland, que aunque no tiene mucho que hacer aquí como el
Presidente Snow, arma un personaje fascinante que seguro tendrá un papel muy
importante en la guerra que viene.

Estos libros fueron escritos por alguien que vivió en una
familia militar para enseñarles a sus lectores lo que es la guerra, algo que es
doloroso y destructivo, pero que es necesario para combatir un mal igual de
destructivo. Esta primera película tiene la tarea de introducirnos a ese mal,
mostrarnos un mundo dónde algunos de sus habitantes controlan todo y el resto
de la población debe batallar para sobrevivir. Un mundo en el que 23 jóvenes
mueren al año para ir reduciendo las posibilidades de un cambio en el futuro,
pero hay un campeón para darles a los habitantes una esperanza (algo que en
esta historia vemos que le explota en la cara al Presidente, no quiero contar
el final, pero creo que se puede adivinar quién no muere en esta historia). Es
una lástima que tienen que perder algo de su impacto para que la pueda ver el
mayor público posible, pero la historia de The Hunger Games es una historia
importante para todos aquellos jóvenes buscando una voz ante una represión,
todos esos que están sufriendo a manos de alguien que les hizo creer que no
tienen otra opción. Trata de cómo nos mantienen entretenidos con un buen
espectáculo, y como ese espectáculo puede ser el sufrimiento y la perdición de
otras personas. Es literatura popular que da mucho de qué pensar, y por eso,
aún con las limitaciones que ofrece el negocio del cine comercial en Hollywood,
vale la pena contarla. Ahora es momento de continuar esta historia.
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