miércoles, 26 de marzo de 2014

"¿Cómo es un beso por dentro?" Los Insólitos Peces Gato

¿Qué es una familia? Parece una pregunta sencilla, ya que tradicionalmente una familia se refiere a un grupo de personas que son unidas por sangre o matrimonio. Los ingredientes típicos son una madre, un padre, uno que otro hermano y tal vez una mascota (eso es sin incluir a todos los tíos, primos y abuelos, pero esos no acostumbran vivir en la misma casa). Esa definición pasa por cambios drásticos cuando se incluyen divorcios, parejas que nunca se casaron e hijos abandonados o dados en adopción que tienen que buscar otras personas con las que puedan armar una familia. Esto le sucedió a Claudia Sainte-Luce y en su película semi-autobiográfica Los Insólitos Peces-Gato cuenta la historia de cómo fue “adoptada” por una familia que la necesitaba tanto como ella necesitaba una familia. Claudia (Ximena Ayala) es una joven huérfana que lleva una vida solitaria. En los primeros minutos de la película vemos lo que es su vida y no hay ningún diálogo. Su vida es silenciosa. No tiene con quién hablar y ni siquiera tiene a alguien que la puede llevar al hospital cuando se le empieza a inflar el apéndice.
En el hospital conoce a Marta (Lisa Owen), una madre de cuatro hijos que tiene SIDA. Marta sabe que no le queda mucho tiempo y está dispuesta a vivir cada día como si fuera su último y por eso se abre a cualquier cosa, incluyendo esta curiosa joven que no tiene a nadie en su vida. La invita a comer a su casa cuando ambas salen del hospital y de ahí, Claudia se va involucrando cada vez más en la vida de Marta y sus cuatro hijos. Su hija mayor Alejandra (Sonia Franco) siente que tiene el peso de toda la familia en sus hombros y le gustaría tener más tiempo para conseguir un novio. La segunda hija Wendy (Wendy Guillén, interpretando una versión de sí misma) se siente invisible, aunque rechaza casi cualquier oportunidad de ser vista como responsable ante su familia. Mariana (Andrea Baeza), la hija más chica, tiene 13 años y entierra sus miedos e inseguridades con las hormonas que vienen con la entrada a la adolescencia. Armando (Alejandro Ramirez-Muñoz) el más chico y el único hombre es el que muestra más el miedo que tiene de perder a su mamá, además que tiene una fascinación muy especial por Claudia.
Es una película de poca trama y casi no tiene giros dramáticos (la enfermedad de Marta se encarga de la mayoría de esos) y por eso es llevada por los personajes. En una película, si los personajes son dinámicos e interesantes, ya tiene el hilo conductor necesario para guiar a la audiencia de momento a momento. Esta familia no es perfecta. Estos hijos pueden llegar a ser egoístas y se pelean más de lo que se abrazan, pero la directora y sus actores logran armar un ambiente en el que se ve que estos personajes llevan conociéndose la mayoría de sus vidas. Se conocen mejor que nadie, así que saben qué les va a hacer reír y qué les va a hacer enojar. Claudia, de cierta manera, está en el lugar de la audiencia, ya que ella está descubriendo a esta familia y encontrando lo que le atrae de estar vinculada con esta gente rara, pero Ximena Ayala logra que ella sea un personaje interesante por sí sola. El guión no nos dice mucho de ella, ya que es callada y se resiste a mostrar sus sentimientos, pero gracias a Ayala vemos en ella una joven que desconfía del mundo y que está acostumbrada a hacer todo por sí sola.
Estos personajes son enriquecidos por los detalles que envuelven su mundo, como su casa y su coche, que se vuelven otro personaje en la historia. La casa es chica, muy apretada para el número de gente que vive en ella y constantemente alimenta el caos en el que viven estos personajes. Su coche es un mini-Volkswagen amarillo en el que caben como en una lata de sardinas. Estos detalles logran, sin tener que ser explícitos, destacar la situación financiera de esta familia que obviamente no es muy buena (dándole una preocupación más al público por esta gente), pero también resulta ser una metáfora de lo unida que es esta familia, aunque no sea por decisión. Están juntos en la misma pecera y es una pecera de la que se quieren escapar de vez en cuando, pero están juntos en ella y tienen que hacer lo mejor que pueden. Esta metáfora se visualiza a través de la película con una pecera que tiene Armando en su cuarto en la que vemos el título que aparentemente no tiene nada que ver con la historia (nunca vemos un pez gato), pero a la vez tiene todo que ver.
Entonces, regresando a la pregunta, ¿qué es una familia? Uno suele pensar en una familia como algo que le sucede y no algo que puede escoger. Uno no escoge a sus padres, ni a sus hermanos, ni a ninguna de esta gente loca que habita su mundo inmediato. Nadie escoge con quién comparte la sangre, pero vamos aprendiendo que una familia no tiene porqué limitarse a eso. Una familia es la gente con la que uno más cuenta. La gente que apoya de cualquier manera necesaria a los miembros de esta familia. Esta gente no siempre es la gente con la que uno comparte lazos sanguíneos y si no puede ser esa gente, no significa que uno debe pasar toda su vida sin una familia. La familia se puede escoger. Se puede armar de partes que uno va encontrando en el camino y se puede adaptar a cualquier modelo que uno vea necesario. Claudia encontró a una familia cuando ya no pensaba que necesitaba una y encontró en ella todo lo que no se había dado cuenta que quería: gente con quién compartir su existencia y una razón para seguir adelante.

jueves, 20 de febrero de 2014

"Si algo está mal, está mal con la instrucción" 12 Years a Slave

La esclavitud es un tema que se trata muy seguido en el cine de los Estados Unidos, pero rara vez de la manera que debería tratarse. Esto se refiere al periodo antes de la Guerra Civil cuando la gente de color era comprada y vendida como propiedad para trabajar en las casas o en los campos de los estados sureños, y frecuentemente golpeados y humillados de manera brutal. Muchas películas tratan esto como un mal que ya no existe y lo usan para celebrar que ya pasamos por esto y hemos madurado. Lo que el director inglés Steve McQueen hace con este tema es que lo utiliza para explorar lo que significa ser un esclavo. Lo que significa ser la propiedad de otro hombre y lo que es no poder defenderse ante un amo que pagó por tenerte y puede hacer contigo lo que quiera. Para explorar este tema, McQueen eligió contar la historia de un hombre que tuvo esa libertad y se la arrebataron, cosa que le da otro enfoque a esta historia, ya que nos cuenta que la libertad, aunque todos los gobiernos nos digan que es un derecho con el que nacemos, es algo que se puede perder en un abrir y cerrar de ojos. Nada más hace falta que alguien cambie las reglas, o que alguien encuentre una manera de quitarte esa libertad.
Basada en su autobiografía, la cinta cuenta la historia de Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), un violinista que nació y se crío en Nueva York. Tiene esposa e hijos y vive una vida privilegiada, además que se está haciendo conocer por su talento con el violín. Esto termina en un día como cualquiera cuando dos hombres que se hacen pasar por músicos lo emborrachan, lo secuestran y lo venden a los estados sureños como esclavo, junto con muchos otros que fueron arrebatados de sus vidas. Solomon intenta zafarse de esta situación, nada más necesita que alguien escuche su historia, pero cuando se da cuenta de los abusos que recibe al contar su historia, Solomon decide callarse la boca y aguantar ser un esclavo hasta que el día que pueda ser liberado. En sus 12 años como esclavo, le sirve a dos amos; el amable pero muy pragmático Sr. Ford (Benedict Cumberbatch) y el abusivo alcohólico Edwin Epps (Michael Fassbender). En el camino conoce a varios otros esclavos, muchos que nacieron como esclavos y que no tienen una historia que un día podría liberarlos, al menos no sin que las leyes cambien.
Para cualquier otro cineasta, esta historia es una oportunidad de contar un relato inspirador, pero no para McQueen, un director que en sus tres películas ha explorado lo frágiles que somos los humanos ante fuerzas mayores y lo mucho que podemos perder de esa humanidad ante esas fuerzas, incluyendo la esclavitud. La película nos lleva de evento a evento, mostrándonos las diferentes relaciones que tiene Solomon con sus amos y otros esclavos, y la manera en la que él percibe el trato hacia otros esclavos. McQueen dirige con un formalismo formidable, sin la necesidad de acercarse a una escena para causar más impacto, ni de alejarse para acomodar a su público con la historia. Simplemente permite que los actores y las palabras del guionista John Ridley, así como el impecable diseño de la producción, hablen por sí solos. El lenguaje del guión hace que suene a teatro, con combinaciones de palabras que no se oyen hoy en día, aunque me imagino que Ridley investigó a través de documentos esta manera de hablar. Funciona para la historia que están contando, en especial cuando diferencia la manera que habla Solomon del resto de los esclavos.
Tener actores ingleses en muchos de los papeles principales (además del director inglés) resalta más que esta es una perspectiva de alguien de fuera a este tema muy americano. Chiwetel Ejiofor se acopla como guante al papel principal, expresando la desesperación y la lucha interior a través de la dureza física que le otorga el director, y las palabras más dramáticas del guionista. El hecho que es inglés le da esa capa extra de que este es un hombre que no pertenece dónde está. En contraste a él está el impresionante debut de Lupita Nyong’o como Patsey, una esclava que es la favorita de Edwin Epps (algo bien perturbador), una mujer que no sabe más que ser esclava y no le ve salida a su vida. Hay muchas como ella, y Nyong’o le da una voz a esa necesidad de hacer todo bien e impresionar a su amo. Esta es la tercera vez que McQueen trabaja con Michael Fassbender, un actor de tal intensidad y carisma de estrella que se acopla a cualquier papel, sea de héroe o de villano (oírlo recitar de la Biblia para justificar que le pega a sus esclavos es aterrador). Y como su esposa, que es igual de aterradora, Sarah Paulson exhibe una intensidad más callada y una desesperación de una mujer que nunca saldrá de este matrimonio. Estos cuatro son los que más resaltan, pero el elenco también incluye a Paul Giamatti, Michael Kenneth Williams, Alfre Woodward, Paul Dano y un cameo de Brad Pitt (que también produjo la película, aunque se dio un papel que es demasiado obvio).

No es una película fácil de ver. Si a uno le pueden quitar su libertad por el simple hecho de tener piel oscura, ¿qué otras razones habrá para quitarnos la libertad? La esclavitud es ilegal en Estados Unidos hoy en día, pero ¿qué tal en otras partes del mundo? Y, como dice un personaje en la película, las leyes cambian. Si pueden cambiar para bien, también pueden cambiar para mal. Ser esclavo no es nada más estar físicamente atado a trabajar, también puede ser esclavizar a la gente con impuestos, con restricciones de trabajo, de cualquier manera que vuelve legal el abusar del prójimo. No hay nada peor que tener tu libertad un día, y luego despertarte al día siguiente y darte cuenta que ya no la tienes, y por eso esta película de Steve McQueen es una que causa más impacto que cualquier otra película que retrata esta época. Ya no se trata de gente que vivió hace más de siglo y medio con una injusticia que ya no existe, se trata de lo que la humanidad ha sido capaz de hacer, de lo que podría ser capaz de hacer otra vez y de lo que en muchos instantes sigue siendo capaz de hacer, no necesariamente por maldad (el Sr. Ford, por ejemplo, era un hombre de negocios pero no malo), sin por tradición y por economía, pero siempre está el peligro de perder lo que nos hace humanos.


martes, 18 de febrero de 2014

"¿Dónde están mis dientes?" Nebraska

No todos van a lograr algo por lo que el resto del mundo los va a notar. Eso es lo que nadie te dice, ya que la vida siempre parece estar llena de posibilidades y de metas que nos ponemos para alcanzar, pero eventualmente llega un momento en el que uno debe enfrentar la realidad que los que alcanzan todos sus sueños son pocos y el resto simplemente pasa por la vida haciendo lo que hace sin significar algo para todos. Algunos se desesperan tanto con el hecho que no lograron nada en su vida que se aferran a cualquier esperanza de que algo les va a llegar, aunque sea una esperanza falsa. Alexander Payne, director de About Schmidt y Sideways, trata mucho este tema. Él busca la compasión hacia estos individuos que buscan lograr cosas importantes, pero se dan cuenta que lo más probable es que van a morir sin ser importantes para nadie más que para sus familias, que en la mayoría de los casos estas familias son la gente más desesperante que tiene esta persona (Payne tiende a retratar a los parientes de sus protagonistas de maneras algo grotescas, cosa que se le ha criticado, pero ahora que lo pienso tal vez ese sea el punto, ver a estas familias como lo opuesto a lo que nuestro protagonista busca).
Woody Grant (Bruce Dern) es un viejo alcohólico que está entrando en una demencia, constantemente saliendo de la casa y preocupando a su esposa Kate (June Squibb) y sus hijos Ross (Bob Odenkirk) y David (Will Forte). Resulta que a Woody le llegó una propaganda de revistas que dice que se podría ganar un millón de dólares si compra estas revistas, pero Woody cree que se ha ganado la lotería y que tiene que ir a Lincoln Nebraska a que le den su premio. Sabiendo que nunca se va a sacar esta idea de la cabeza, David accede llevárselo a Lincoln a que recupere este millón de dólares, pero un accidente hace que se tengan que quedar en el pueblo donde Woody nació y donde siguen la mayoría de sus parientes. A través de convivir con su familia extendida y la gente en este pequeño pueblo, David se va dando cuenta justo la vida que Woody llevó, como lo tratan los que lo han conocido por tanto tiempo y, aún más importante, porque está tan desesperado por aferrarse a este sueño, que podría su última esperanza para hacer algo bien por su familia, y por sí mismo.
Es común que los cineastas quieran re-crear una era no nada más con escenografías y vestuarios que retratan otra época, también grabando una película de una manera que ya no es común. Payne y su camarógrafo Phedon Papamichael decidieron filmar esta cinta en blanco y negro, pero se están inspirando no tanto en las películas de antes de que se pudiera filmar a color, sino en las películas de Peter Bogdanovich que re-trataban a los Estados Unidos de manera desolada y descolorida. Esa primera toma recuerda a The Last Picture Show, con su silencio y su manera muy meditativa de meter al público a este mundo desolado. Payne es originario de Nebraska y retrata el ambiente de su estado natal con mucho cariño, aún cuando sus personajes tienen un aire más grotesco. Aunque esta es la primera película que dirige que él mismo no escribió o co-escribió (el guión le es acreditado a Bob Nelson), la historia es tan parecida a muchas de las que ya ha tratado, que es difícil pensar que no tuvo algo que ver con ella (particularmente en la manera que sigue intentando mostrar su tono misantrópico con compasión hacia los personajes, y a veces lo logra).
La cinta está en las mejores manos cuando se trata solo de la relación entre Woody y David, y esto se debe a que estos dos actores forman una mancuerna extraordinaria. El veterano Bruce Dern nunca había tenido un papel tal como este. Como Woody, Dern expone una dureza que se está perdiendo ante la edad de este hombre, pero también una tristeza al darse cuenta que está por perderlo todo. La edad no perdone y cuando llega, puede llevar a enfrentar cosas que uno prefiere olvidar. Will Forte tiene un papel menos llamativo, pero aún más importante, ya que es a través de su comprensión hacia su padre que el público va conectándose con Woody. El resto del elenco se encuentra atrapado en papeles sin la profundidad del dúo principal y aunque algunos logran ir más allá de eso (June Squibb interpreta a una mujer que no deja de hablar y criticar, aunque ella le da un peso al matrimonio que tiene con Woody), otros no pueden hacer mucho con lo poco que tienen en el guión (hay un par de sobrinos que parecen mafiosos de la calle, por ejemplo). Hay demasiados detalles de la historia que giran alrededor de estoy personajes desagradables, pero al final es lo que ayuda a que sintamos la compasión por nuestro protagonista.

Es difícil pasar por la vida pensando que no causaste gran impacto. Sabiendo  que tus mejores intenciones llevaron a que todos se aprovechen de ti y que ahora eres visto como un chiste ante toda una comunidad, alguien que podría no existir hasta que tiene algo que todos quieren. Woody Grant no será recordado por muchos, pero los que lo conocieron se acordarán de él y aunque no todos lo alaben, no se irá de este mundo sabiendo que estuvo solo. En este mundo, todos somos importantes para alguien, aunque sintamos que nada de lo que hicimos importa. Puede que la gente a nuestro alrededor sea la que más nos moleste, que los miembros de la familia que nos dicen que son lo más importante sean las personas con las que menos queremos estar, y que para mucha gente que queremos que nos note nunca vamos a existir, pero pasar tiempo en este mundo significa que lo vamos a afectar de alguna manera y todos merecemos esa victoria. Woody Grant no fue una persona perfecta y hay mucha gente que se lo hace saber cada vez que lo ve, pero es un hombre que vive en este mundo y como todos, merece cierta victoria, aunque sea una victoria pequeña.

miércoles, 12 de febrero de 2014

"No quiero odiar a las personas" Philomena

Como seres humanos, las historias se nos hacen muy atractivas, sean historias felices o tristes o que terminen de manera inconclusa, nos encanta escuchar o leer una historia que nos pueda emocionar. Pero, ¿a quién le pertenece la historia? ¿Le pertenece al autor que la escribió, los personajes que actúan en ella o el público que la percibe? Cuando los personajes son ficticios, eso le quita una capa a la dificultad de esa pregunta, pero ¿qué tal si está basada en algo que de veras sucedió? Existen las historias de interés humano que uno lee en el periódico, estas historias verídicas que no son noticias (es más, la mayoría de ellas sucedieron hace tiempo), pero generan cierto interés, y por supuesto, un periódico quiere ser leído. Esta cinta nos cuenta de un reportero y su relación con el personaje principal de su próximo reportaje, una historia con bastante drama para enganchar a cualquiera que la escuche, o si no se puede dar el giro perfecto para sacar el drama. Lo interesante aquí es como al ir descubriendo esta historia, el reportero va sintiendo las emociones que le deberían pertenecer a la persona que vivió esta historia.
Martin Sixsmith (Steve Coogan, también co-guionista de la película) fue un reportero para la BBC antes de trabajar para el Primer Ministro Tony Blair, pero un escándalo lo ha dejado sin trabajo. Durante una fiesta, una de las meseras le cuenta a Sixsmith una historia que le podría interesar a un periódico, la historia de Philomena Lee (Judi Dench) que hace 50 años fue forzada a dar a su hijo en adopción, ya que lo tuvo de adolescente y fue dejada con las monjas. Philomena no ha hablado de su hijo, hasta ahora. Sixsmith se reúne con Philomena, una mujer que a diferencia de él, es eternamente optimista y algo ingenua. Juntos van en busca de su hijo perdido, un viaje que los lleva a descubrir muchas de las suciedades de esta iglesia irlandesa que vendía los hijos de adolescentes embarazadas (quienes creían que habían pecado y pensaron que se lo merecían) y viajan a los Estados Unidos, donde descubren que este hijo tuvo toda una vida de la que Philomena no pudo ser parte, aunque debió haber sido. Aunque, quizás ella no le hubiera podido dar la vida que tuvo.
La cinta abarca muchos temas y de cierta forma critica muchas cosas. No nada más el tema de la iglesia católica y su manera de lidiar con lo que ellos piensan que son pecado, también toca el tema de la homosexualidad y la política en Inglaterra y Estados Unidos (no diré cómo, tendrán que sorprenderse), pero nunca pierde su enfoque, y esa es la relación entre Sixsmith y Philomena. El guión está lleno de momentos en los que nada más son estos dos interactuando y resultan ser los momentos en los que brilla la película, sea cuando Philomena no entiende que Sixsmith está bromeando, o le está contando de una novela que está leyendo (sin darse cuenta que le está contando el final), o simplemente esos momentos cuando hablan de la existencia de Dios. Sixsmith cree que Dios o no existe, o es increíblemente cruel, mientras que Philomena, aún con todo lo que le pasó, sigue creyendo en la bondad y no deja contagiarse por el cinismo de Sixsmith.
Mucho de esto se debe a la química de Dench y Coogan. Ninguno de los dos está haciendo algo muy diferente a lo que hace normalmente, pero encajan tan bien juntos y la mancuerna es tan natural que vale la pena. Dench siempre ha sido una figura reconfortante, aún cuando aparece como mentora de James Bond, y por eso alumbra cualquier película en la que está. Coogan le inyecta su humor muy inglés, pero también explora algo muy curioso que le pasa a Sixsmith. A él le empieza a afectar la historia más que a ella. Todo este enojo hacia la Iglesia y hacia los años que no obtuvo con su hijo, lo siente él, y cuando vemos la película, lo sentimos nosotros. Es lo curioso de las historias. Cuando las leemos y nos las cuentan, sentimos que somos partes de ellas, y así todo el enojo y toda la felicidad que los personajes de la historia deberían estar sintiendo (o quizás lo están sintiendo) se transfiere al público. Pero, ¿acaso el derecho de esos sentimientos le pertenece al personaje y sólo al personaje? ¿Qué derecho tiene Sixsmith de enojarse por algo que le pasó a Philomena? Por otro lado, así ya no está sola. Ahora alguien más puede cargar esos sentimientos que ella se guardó por tanto tiempo, y por eso contamos historias.

Francamente, la película pierde algo de poder cuando retrata a los miembros de la Iglesia Católica (ya que la pintan como villano de caricatura) y en muchos de los mensajes que trata de transmitir (ya que en muchos casos, ni acaba de transmitirlos, queriendo encontrar algo bueno en lo malo), pero como la relación entre un autor y su historia, es muy exitosa. Es una de esas historias que pone a prueba nuestra empatía y como seres humanos podemos sentir ese enojo de que historias como la de Philomena sucedieron. Aunque no podemos controlar la historia, una que ni el mismo Sixsmith pudo controlar (pudo haberla girado para hacerla más dramática, es más hay una escena en esta cinta que es fabricada, pero lo que sucedió sucedió), podemos llevarnos esa historia y aprender de ella, o simplemente sentir lo que la historia nos lleve a sentir. Una historia le pertenece al personaje que la vivió o al autor que la escribió solamente cuando nadie más la conoce. Ya cuando un libro es publicado o una historia es contada, ya no le pertenece nada más a uno, sino a cualquiera que la conozca. Eso puede ser un alivio, porque las historias pueden ser muy pesadas para una sola persona. 


"Me sabía la letra" Blue Jasmine

Todos buscamos la comodidad. Es algo que es difícil admitir, ya que puede ir en contra de ser bondadoso y caritativo, pero hay que enfrentarlo. Todos queremos vivir en una casa cómoda, con todas nuestras necesidades cubiertas y sin tener que sacrificar un día entero para poder llegar al siguiente. La comodidad es algo tan poderoso que nos lleva a ignorar cosas que sabemos que están mal y a parecer que no nos importa que hay gente muriéndose de hambre en otras partes del mundo. ¿Eso nos hace malas personas? Puede ser, pero quizás simplemente nos hace humanos. Pero, ¿qué pasa cuando en un momento tuviste esa comodidad, y luego la perdiste? En su nueva cinta, Woody Allen explora justo ese tema, la idea de levantarse cuando pierdes todo lo que una vez tuviste, y en el acto nos da su propia versión de la obra Un Tranvía Llamado Deseo, aunque nada más usa ciertos elementos de esa obra para explorar temas que de alguna manera son muy de este hombre. Y, como en todas sus películas, les da a un grupo de actores muchas oportunidades para lucirse en papeles bastante jugosos.
Jasmine (Cate Blanchett) vivía  una vida de ensueño en Nueva York con su marido Hal (Alec Baldwin) y todas las riquezas que se pueden pedir, pero estaba viviendo como la esposa de un marido que estafaba a la gente y cuando lo arrestan, ella se queda sin un centavo y sin lugar a dónde ir. Se va a vivir con su hermana Ginger (Sally Hawkins) a San Francisco, nada más hasta que se recupere, pero ¿cómo se va a recuperar? Bueno, le gustaría terminar la carrera que nunca terminó, pero para eso necesita dinero. Le gustaría certificarse como diseñadora, pero para eso necesita dinero. Tendrá que trabajar, cosa que en su vida había imaginado que tendría que hacer, pero le urge salirse de la casa de su hermana y a quién más le urge eso es a Chili (Bobby Cannavale), el novio de Ginger que había planeado vivir con ella antes que llegara su hermana y la persona que tiene más problemas con esta mujer engreída y loca. Allen nos lleva constantemente al pasado para que veamos lo que fue la vida de Jasmine antes de que viniera a San Francisco y nos vamos enterando cada vez de más secretos.
La película gira al torno de Cate Blachett. No es común que una película de Woody Allen, con sus grandes elencos, giren alrededor de una actuación, particularmente una tan buena como esta. Jasmine es un personaje increíblemente detallado, con una manera muy específica de perderse en sus alucinaciones y de hablar con sí misma, un ritmo muy peculiar al hablar y cosas más sutiles como la movida de sus ojos. Es un personaje tan completo que llegamos a compadecer y odiar casi al mismo tiempo. Claro, una actuación como esta no puede existir sola. Sally Hawkins como Ginger es una contraparte perfecta para esta mujer fría y engreída. Ginger es cálida y no muy segura de sí misma, una mujer que nunca conoció la comodidad. Cannavale es fantástico, un hombre que parece peligroso y torpe, pero resulta ser muy sensible, un personaje a través del que vemos lo venenosa que puede ser Jasmine. El elenco incluye a Michael Stuhlbarg como un dentista caliente, Louis C.K. como un diseñador de sonido que tiene una aventura con una de las hermanas,  Andrew Dice Clay como el ex de Ginger que le pudo haber dado todo, de no haber sido por el esposo de Jasmine y Peter Saarsgard como un hombre que podría ser la última oportunidad de Jasmine para re-hacer su vida tal y como la quiere.
Aunque es más conocido por ser un cómico, Allen no es un extraño a los temas más oscuros. Ya ha explorado dilemas morales que tienen que ver con el homicidio, y como esos dilemas pueden afectar a sus personajes. Jasmine es un personaje que piensa demasiado pero a la hora de actuar no piensa nada, por lo que se vuelve una exploración de lo que le pasa a una persona inestable que actúa de manera impulsiva. Es claramente una mujer enferma, pero no estamos seguros si esta enfermedad es algo con lo que nació (la película habla mucho de genética y de que Jasmine y Ginger fueron adoptadas, entonces no son hermanas biológicas), o si quedó ciscada por los errores que cometió y al darse cuenta de lo que tuve que dejar pasar para tener la vida que tuvo. Es claro que Allen se basó en el escándalo de Bernie Madoff para crear esta historia de la mujer que estuvo a su lado y lo dejó suceder, porque no dejarlo suceder no le convenía. Ahora todo lo que tiene son los recuerdos de una vida que tuvo, una canción de la que n se puede acordar y esta dificultad para re-hacer su vida, aprender a usar computadoras y cuidar a los hijos de su hermana.

Sí, es obvio que Jasmine está basada en Blanche DuBois (personaje de Un Tranvía Llamado Deseo), solo que en esta versión, nos metemos más en lo trastornada que está esta mujer y la culpa que carga (una culpa que ni se puede admitir a sí misma). Lo hermoso de Woody Allen y sus películas es que aunque se pueden disfrutar por todos, él siempre le mete algún detalle, alguna referencia literaria que le da algo extra para la gente que puede reconocer la historia (como Crime and Punishment en Match Point, o las muchas figuras históricas en Midnight in Paris), pero en esta eso nunca es un sustituto para la historia y lo que esa historia quiere contar. Todos queremos contar con una comodidad de vida, estar en este mundo con la menor lucha posible, pero muy pocos tienen ese lujo y esa comodidad puede desaparecer en cualquier momento. Allen ha explorado en muchas de sus cintas la vida de los ricos y de esos que hacen lo necesario para entrar a esa vida y para mantenerla (Match Point se trataba de eso), pero no acerca de aquellos que la pierden y que no pueden con el vacío. Como muchos artistas, seguro Allen se basa en sus propios miedos y experiencias en sus películas y por eso el mundo es un poco más rico.


lunes, 10 de febrero de 2014

"Sigo viviendo aquí..." Dallas Buyers Club

¿Por qué es tan frágil el cuerpo? Seguro eso es algo que nos preguntamos todos, ya que en lo que tratamos de vivir este tiempo que tenemos en la Tierra, tenemos cosas que se nos interponen y entre ellas están las enfermedades. Algunas nos mantienen en la cama unos días en lo que nos recuperamos, mientras que otras amenazan (y luego logran) sacarnos de este mundo antes de tiempo. Una de las enfermedades que más ha asustado a la sociedad (por lo menos en los últimos 30-40 años) es el Síndrome de Inmuno-Deficiencia Adquirida (SIDA). Esta enfermedad empezó a surgir a finales de los años 70 y hubo una época en la que se pensaba que solamente atacaba a los homosexuales (dándole a mucha gente otra razón para discriminarlos). En esta cinta, nos cuentan la historia de uno de esos que pensó que el SIDA era solamente para los homosexuales, hasta que él mismo adquirió la enfermedad y en esta cinta dirigida por Jean-Marc Valée (aunque la verdad no tiene una clara voz de director) vemos lo que este hombre, este ignorante vaquero de Texas, hizo al respecto.
Ron Woodroof (Matthew McConaughey) es un electricista de Dallas que se la pasa apostando en el rodeo (y a veces montando toros el mismo) y se la pasa tomando drogas y cogiendo de la manera más despreocupada. Es homofóbico y se cree invensible, pero está bien delgado y no deja de toser. Cuando un accidente lo pone en el hospital, sus doctores le detectan el virus del VIH y le dicen que con la manera que ha estado viviendo su vida, le aproximan unos 30 días para vivir. Uno pensaría que esto detendría a cualquier hombre, pero no a este hombre. Él encuentra a un doctor en México que le da unas medicinas que aunque no le quitan la enfermedad, hacen que se sienta mejor. Estas medicinas no han sido aprobadas en los Estados Unidos, pero Woodroof encuentra una manera de ayudar a más gente y ganar algo de dinero, estableciendo lo que llaman un “Buyers Club”. Se venden membrecías para regalar medicinas (así no estás vendiendo las medicinas, nada más las membrecías). Woodroof hace equipo con Rayon (Jared Leto), un trasvesti que está participando en las pruebas del AZT (en ese entonces apenas se estaban probando) y ponen el club en marcha, pero cuando el AZT es puesto en el mercado, el club está en problemas.
Es una historia muy interesante, pero voy a ir directo al grano. La película es, primero que nada, un vehículo para Matthew McConaughey, un actor que le ha dado una vuelta impresionante a su carrera en los últimos dos años. Se nota que bajó casi 20 kilos para el papel, pero McConaughey no se apoya en eso. Él lo mezcla con ese carisma y esa naturalidad tejana que le da al papel, creando un hombre que es, siendo franco, muy desagradable, pero poco a poco revelando su alma aunque nunca deja de ser quién es. McConaughey sería la única razón para ver esta película si no fuera por Jared Leto, que impresiona en un papel que resulta ser el complemento perfecto para Woodroof. Rayon es igual de terco, igual de orgulloso, muy marcado en su identidad, solo que su identidad es femenina. Leto tiene los tics de un trasvesti bien aprendidos y los usa, pero dentro de eso crea a un personaje que está luchando por mantener su chispa de vida, pero poco a poco la va perdiendo. Las escenas entre estos dos, sean sus desacuerdos o sus momentos más íntimos, son lo que más divierten. Si nadie más logra destacar es porque nadie más tiene un personaje tan jugoso como estos dos. Jennifer Garner hace lo que puede interpretando a una doctora que es parte alma compasiva, parte una mujer agradable para que McConaughey coquetee (que es su especialidad).
Fuera de eso, la película no es mala, pero siento que si no fuera por el tema y las dos actuaciones principales, no tendría mucho a su favor. El guión en particular es problemático, ya que la historia que está contando no se presta mucho para el drama y el guión no hace lo suficiente para compensar por eso. Acaba siendo más un estudio de personaje, pero con un tema como éste le hace falta algo. Tampoco ayuda que en momentos claves, particularmente en el último acto, se siente como una serie de eventos y no una historia que va creciendo. Es una historia que supuestamente afirma la vida, el deseo de querer estar, así como el miedo a la muerte que se siente más cercana para estos personajes que estamos viendo, pero la película no parece estar lo suficientemente comprometida a este mensaje. Simplemente lo dice y luego le da espacio a McConaughey para que se luzca en escenas hechas para su carisma, y lo demás simplemente parece estar ahí para mover la trama. La parte médica con las pruebas del AZT y los problemas que surgen de esa medicina podrían haber sido más interesantes, pero como los personajes que habitan esa parte de la historia son tan blandos, resulta no ser muy interesante.

Es una película que me hubiera gustado que fuera mejor, porque sí hay mucho aquí que vale la pena. La escena cuando Raymond se viste con ropa de hombre para ver a su padre, esa es una escena que me parte el corazón, ya que nos dice suficiente de esa relación con ese gesto. También la escena cuando Woodroof y Rayon se conocen es magnífica. Todo lo que tiene que ver con el Buyers Club y lo que le dé a McConaughey y Leto la oportunidad de mostrar lo que saben hacer (uno siendo una estrella de cine, el otro un camaleón de la actuación) vale la pena verlo. Más que nada, es una película que nos muestra todo lo que se nos puede poner en el camino de la vida. Todas las reglas que hay que seguir, todas las agencias que ponen límites a las cosas que se pueden consumir aún cuando pueden ayudar (en una escena, un juez dice que la ley tiende a carecer de sentido común, aunque suena más a la voz de un guionista que la de un juez), los excesos que nos llevan a sentirnos mal y las mismas enfermedades. Aún así, la vida es para vivirla y aunque no somos invencibles, lo mejor es que en el tiempo que estamos aquí, hay que sentir que lo somos. Woodroof vivió siete años más de lo que le dijeron que iba a vivir. Eso lo dice todo.


martes, 4 de febrero de 2014

"Soy tuya y no soy tuya" Her

No hay nada más constante que el cambio. Con el paso del tiempo, todo va cambiando. La tecnología, nuestra manera de hablar, nuestra manera de percibir el mundo y hasta la manera que nos relacionamos. Nosotros como humanos cambiamos a lo largo de nuestras vidas. Entendemos el mundo de manera diferente con el paso de los años y con cada acontecimiento en nuestras aventuras personales, cosa que se vuelve un obstáculo en las relaciones. Cuando te enamoras de alguien, te enamoras de una persona, pero lo difícil es que dos personas no cambian de la misma manera y cuando uno menos se da cuenta, la otra persona ya no es la persona de quién se enamoró. Es difícil que dos personas evolucionen juntos, en especial cuando una de esas dos personas no tiene cuerpo. Sí, eso suena raro, pero Spike Jonze explora estos temas con la historia de un hombre y su relación con su sistema operativo, pero uno que hace más que obedecer las órdenes de su amo y leer de una computadora. Jonze se imagina un futuro en el que la tecnología ha llegado a un lugar en la que una inteligencia artificial puede parecerse a la inteligencia humana, y junto con eso explora cada posibilidad que viene con una relación como esta, la mayoría de ellas un espejo hacia las relaciones entre humanos.
Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), es un escritor que lleva una vida solitaria desde que se separó de su esposa Catherine (Rooney Mara) y se siente perdido en el mundo de las relaciones humanas. Como todos en este futuro, tiene un sistema operativo que le organiza toda su vida, pero él quiere a alguien con quien platicar y quien compartirla. Por eso compra un nuevo sistema operativo que cuando lo programa, sale Samantha (voz de Scarlett Johansson). Ella es chistosa, comprensiva, puede leer todo en un segundo y le da curiosidad el mundo a su alrededor. Ella es justo lo que Theodore había estado buscando, excepto que es una voz en una computadora que no puede tocar. Aún así, empiezan una relación que se vuelve cada vez más complicada cuando Samantha va descubriendo lo que puede hacer cuando uno no está atado al tiempo y el espacio como el resto de nosotros. Suena aterrador, pero el futuro que vemos en esta historia no es muy lejano. Ya nos comunicamos a través de máquinas más de lo que queremos admitir y si resulta que esas máquinas pueden hablar con nosotros como nos habla un ser humano y no hay que salir a buscar un ser humano, pues, puede resultar más fácil.
Aunque este es su primer guión completamente original, como director Spike Jonze ya ha explorado mundos diferentes y algo absurdos que nos reflejan algo del mundo en el que vivimos con dos colaboraciones con el guionista Charlie Kaufman y una adaptación de Where the Wild Things Are. Aquí se ve que aprendió mucho de Charlie Kaufman, ya que aunque se nota que estamos en un mundo futurista, es un mundo no muy lejano al nuestro. Se parece a nuestros tiempos con unos cuantos avances de tecnología y de diseño sin que subraye demasiado el hecho que estamos en el futuro. El tono es uno de melancolía, de explorar emociones complejas en nuestros personajes, pero siempre asegurándose que esas emociones se sientan reales (incluso las de la misma Samantha).  La película hasta encuentra momentos para burlarse de su propio tono melancólico (hay una escena cuando Theodore pide que su aparato toque una canción melancólica) y se divierte con algunos de sus inventos (hay un videojuego que se juega en tercera dimensión y el jugador interactúa directamente con él, cosa que lleva a unos momentos muy chistosos). Jonze se gana estos momentos, porque trata su concepto con sinceridad e invita al público a sentir con ellos.
Mucho de esto se debe a la increíble actuación de Joaquin Phoenix, un actor que constantemente logra una precisión de personajes y tiene la labor de cargar esta cinta por sí solo (ya que se la pasa interactuando con una voz). Theodore es una persona algo triste, pero se ve de dónde saca su felicidad y su sentido del humor y por eso abordamos este viaje con él. También impresionante, con su pura voz, es Scarlett Johansson. Dato curioso, Johansson reemplazó a otra actriz que ya había grabado el papel completo y hasta había trabajado con Phoenix, pero a la hora de la hora Jonze se dio cuenta que necesitaba una voz más cálida y Johansson re-grabó todo. Entonces es impresionante la química que estos dos proyectan, porque literalmente nunca trabajaron juntos durante la producción, pero en la voz de Johansson oímos las complejidades que va adquiriendo este sistema operativo, como va armando su sentido del humor y descubriendo el mundo como si fuera niña, aún más allá de lo que lo puede descubrir un ser humano. Otra increíble presencia es la de Amy Adams interpretando a Amy, la mejor amiga de Theodore y la única persona que lo conoce y entiende mejor que nadie. La química que comparten es muy relajada, una que nos hace creer que no podría suceder nada romántico entre ellos, pero también que no podrían funcionar si no se tuvieran.

¿Cuánto de esto podría suceder? ¿Será que un día las computadoras sean tan sensibles y cariñosas que puedan parecer así de humanas? Quién sabe, pero a Jonze no le interesa tanto predecir el futuro, sino reflejar el presente y reflejar lo que es estar en una relación. Encontrarse en un momento, gustarse, entrar en una relación, querer estar juntos todo el tiempo, armar una vida el uno con el otro y luego crecer cada uno como personas, perderse y preguntarse si se pueden encontrar en estas nuevas formas que han adquirido, o si es hora de terminarlo. Todo esto se refleja en una historia que puede sonar absurda y que critica a la humanidad por estar tan enlazada con las tecnologías que van saliendo, pero que al mismo tiempo celebra lo que es ser humano. Lo que es sentir, lo que es buscar compañía y lo que es expresar ese cariño que se puede tener por otros seres humanos (o en el caso del trabajo de Theodore, contratar a alguien que lo haga por nosotros). Estas relaciones cambian, así como las posibilidades en nuestro mundo, las tecnologías, nuestras maneras de hablar, de expresarnos y de encontrar el amor van a seguir cambiando. Eso puede dar miedo, pero también puede ser algo hermoso.


viernes, 31 de enero de 2014

"No puedo detenerme, no..." Captain Phillips

Todos tenemos jefes. Por lo menos cualquier persona que tiene un trabajo tiene a alguien que le está dando órdenes. No obedecer a estos jefes resulta en consecuencias. En la mayoría de los casos esas consecuencias son perder el trabajo y ya no ganar el dinero en el que uno depende, pero en otros casos no obedecer a ese jefe puede resultar en la muerte. ¿Qué pasa cuando una situación de crisis es causada por el simple hecho que alguien está obedeciendo órdenes? ¿Qué tal si esas órdenes son lastimar a alguien hasta obtener lo que deben obtener? El director Paul Greengrass, conocido por películas de acción que parecen documentales (y para la jaqueca de muchos, por nunca mantener la cámara fija en una toma, algo que a mí francamente nunca me ha molestado) nos trae esta dramatización de una situación que sucedió en la vida real y logra lo que pocos cineastas hoy en día se atreven a hacer: una película adulta para una audiencia masiva. Sí, es una clásica película de una situación de rehenes de la que uno se tiene que zafar, pero esta película logra algo más profundo, ya que también es una crítica a las oportunidades escasas de una cierta población que tiene que lastimar a otros para sobrevivir.
Richard Phillips (Tom Hanks) es un capitán de un barco de carga que tiene un trabajo en el Océano Índigo por las costas de África. Para él, todo esto es rutina. Él conoce los riesgos, sabe cómo coordinar a su equipo y tiene un sentido de honor y deber que nadie le quita. Su equipo no está muy feliz con este trabajo, pero Phillips se esfuerza para mantener la moral alta, cosa que se dificulta porque estos mares están repletos de piratas somalís buscando barcos americanos para quitarles todas las riquezas que puedan encontrar. Una de estas bandas tiene como capitán a Muse (Barkhad Abdi), un hombre que tiene un código de honor similar al de nuestro capitán, pero también una desesperación que nace de la situación en la que vive. Ambos hombres están decididos a hacer el trabajo al que les contrataron y la situación se tensa aún más cuando Muse y su tropa secuestran al Capitán y se lo llevan en un bote de rescate hasta que puedan recibir el dinero de algún americano que seguro los va a rescatar. Casi toda esta historia sucede en medio del mar en espacios muy cerrados, alzando la tensión a algo casi inaguantable.
Lo que hace el guion escrito por Billy Ray es muy ingenioso, ya que no nos presenta a Phillips como un héroe, ni a Muse como un villano. Conocemos a ambos hombres mucho antes de que se conozcan, y vemos como se relacionan con la gente con la que trabajan. Claro, siendo una película de género, el personaje de Muse es pintado como el villano de la película y no se aleja de esta interpretación, pero le da un espacio para que Muse exprese sus propias inquietudes con esta misión y que el público se pueda conectar con él de alguna manera. Mucho de esto tiene que ver con la increíble actuación de Barkhad Abdi, un chofer Somalí que nunca había actuado antes y que ni siquiera tenía aspiraciones de actuar. Es impresionante que Paul Greengrass haya encontrado a este talento. Abdi tiene un rostro que da miedo y lo aprovecha para parecer monstruoso y peligroso, sin perder la humanidad de su personaje. Cuando siente que esta situación ya se le salió de las manos vemos como este hombre que parecía tener todo asegurado va perdiendo su confianza, es algo increíble de ver. Tanto que cualquiera que lo vea acaba deseando que algo bueno le pase a este hombre, aún con todo el desmadre que ha causado.
Barkhad Abdi es la revelación, pero esto sigue siendo un vehículo para Tom Hanks, un actor que siempre ha sido un símbolo del americano común, con un carisma gentil y una voz que da cierta calma. Esta es la mejor actuación que ha dado en años, probablemente desde Cast Away. En el papel de Phillips, Hanks exhibe una dignidad más frágil de un hombre que ha visto muchos años y muchas cosas. Se le ve ese peso en los ojos y este trabajo de personaje le sirve de maravilla cuando de repente se encuentra metido en esta situación, tratando de mantener la calma y viendo como le afecta cada vez más. Todo eso lleva a una escena final impresionante que no voy a arruinar porque hay que verla (es probablemente de las mejores escenas que ha hecho Hanks en toda su carrera). Si ningún otro actor llega a destacar tanto como Hanks y Abdi, es porque nadie más tiene el chance. La historia aterriza en estos dos hombres, ambos capitanes, ambos con jefes que les dieron un trabajo que hacer (sin importar el costo) y ambos a cargo de personas que quieres llegar a casa a salvo. Ese peso compartido hace que la relación entre estos dos hombres sea una peculiar (ya que uno es secuestrador y el otro es rehén) y muy interesante. Ambos hombres están haciendo lo que les pidieron que haga y ambos están en problemas a causa del conflicto que vino con el choque de ambos trabajos.

Con todo eso en mente, esto no deja de ser una película de género que tiene como objetivo que el público se la pase bien. Hay un actor reconocido como el héroe y una situación de la que ese héroe se tiene que zafar. Ser una película de género no es algo malo. Es más, estas películas cuando están bien hechas son el mejor entretenimiento que uno puede encontrar y si tienen a gente inteligente tras las cámaras y frente a ellas, pueden resultar en algo más profundo, como es el caso con esta película. Puedes atraer a una audiencia diciendo que van a ver a Tom Hanks peleándose con piratas somalís, y cualquiera que sabe quién es Tom Hanks querrá ver eso, pero la película es más inteligente que eso y no nada más vemos a Tom Hanks en una situación difícil con piratas somalís, vemos que los mismo piratas vienen de una situación difícil y que hacen lo que hacen por miedo a su vida, con el simple propósito de sobrevivir otro día. Al final, es la razón por la que todos trabajamos y por la que todos tenemos a un jefe que nos da órdenes. Necesitamos el dinero para sobrevivir, para alimentarnos, para vestirnos y en algunos casos para mantener a cierta gente satisfecha. Esa necesidad es pareja para todos y cuando la oportunidad no lo es, lleva a situaciones como la que retratan en esta cinta.

martes, 28 de enero de 2014

"Tienes que aprender a soltar..." Gravity

¿Qué siente uno estando al borde de la muerte? ¿Miedo? ¿Negación? ¿Qué tal paz? Nadie sabe lo que se siente estar muerto. Es más, es probable que uno no siente nada estando muerto, pero ese sentimiento de estar al borde del fin de una vida, de estar seguro que en cualquier momento uno sabrá la respuesta de ese gran misterio con el que vivimos todos, ese es un sentimiento que se explora una y otra vez en la ficción, y justo en eso se basa esta película de uno de los grandes visionarios del cine actual. El versátil mexicano Alfonso Cuarón nos lleva a un lugar que muy pocos pueden visitar. Un lugar hermoso, pero muy peligroso, y justo uno de esos lugares que nos hace reflexionar que aún cuando somos jóvenes, estamos siempre cerca de la muerte. Siempre con el peligro de que este bello mundo en el que vivimos nos destruya. Todos como humanos somos frágiles, incluso esas super-estrellas que nos encanta ver en el cine y que probablemente pensamos que son inmortales. Gravity trata de estar al borde de la muerte, no nada más como una manera de aceptar lo que viene, sino como una manera de revitalizarse y darse cuenta que aunque la muerte está siempre esperando, todavía no es el momento.
La Dra. Ryan Stone (Sandra Bullock) es una ingeniera médica en su primera misión espacial que diseñó un nuevo aparato para el Telescopio Hubble. La conocemos en lo que está instalando este nuevo diseño al Telescopio, junto con el veterano astronauta Matt Kowalski (George Clooney) que está en su última misión, listo para retirarse. Juntos caminan por el espacio y disfrutan de las vistas en lo que completan esta misión, hasta que Control de Misiones en Houston (que es la voz de Ed Harris) les informa que un misil ruso acaba de pegarle a un satélite inactivo y ha causado que se forme una nube de desechos espaciales. La misión es abortada, pero las comunicaciones se pierden y los desechos espaciales deshacen la nave, dejando a la Dra. Stone y a Kowalski vagando por el espacio, agarrados del uno al otro, con el oxígeno acabándose poco a poco y las posibilidades de morir incrementando con cada segundo que pasan en este espacio sobre la Tierra. Es una película extremadamente tensa, ya que en ningún momento dejamos a nuestros personajes en el espacio, entonces no hay manera de tomar un respiro, pero justo es esa sensación de estar siempre al borde de la muerte que causa la catarsis que uno siente al final de esta película.
Gravity es una película en la que cada elemento está para servir la visión del director y el hecho que es la visión de Alfonso Cuarón nos dice que estamos en buenas manos. Cuarón es un experto en armar mundos basados en lo que ya existe y darles su propio toque. Es un director que se basa mucho en realidades un tanto más abrumadoras de lo que estamos acostumbrados, de darle a la realidad (o en algunos casos la fantasía, ya que dirigió una película de Harry Potter) un toque más macabro, sin caer en lo exagerado. Sus visiones tienen este aire que lo que vemos en la pantalla, sin importar lo descarado que pueda ser, se vea posible y aterrador, y quizás por eso se ha encariñado tanto con las tomas largas inéditas que siguen la acción como si la cámara fuera otro personaje en la historia. La primera toma de esta película dura más de 15 minutos y es justo la toma que nos lleva de presentar a los personajes a inmediatamente ponerlos en peligro, sin un solo corte. Estas tomas son gracias a la colaboración con Emmanuel “El Chivo” Lubezki, uno de los mejores fotógrafos que aparte de hacer que todo se vea hermoso, experimenta constantemente con la cámara. En esta cinta se tiene que guiar con un ambiente que no está ahí, que fue creado completamente de manera digital (nadie pensó que literalmente fueron al espacio a filmar esto, ¿o sí?).
El hecho que todo está al servicio de la visión significa que hay aspectos que no se lucen tanto. Aquí se lucen los efectos especiales, el sonido, la música y todo el diseño de la producción, pero el guion no tanto. No es malo el guion, pero es uno que está al servicio de lo que vemos en pantalla y también se apoya mucho del carisma de nuestros dos actores principales para armar a estos personajes. Nos enteramos de detalles de Kowalski y la Dra. Stone a través de conversaciones entre ellos (él está constantemente contando historias, ella no habla mucho pero es agradable), pero mucho del trabajo de estos personajes recae en la situación en la que están y que reaccionen a esta idea de estar cerca de la muerte. Bullock es magnífica haciendo esto, permitiendo que su personaje tenga un enfoque y un alma dañada (ya que sufrió un trauma en la Tierra). No es muy diferente a muchos personajes que vemos, pero Bullock le da vida a estos clichés con su compromiso a la situación que se está creando. Clooney es Clooney en el espacio y creo que nadie espera que sea otra cosa. Él es uno de esos actores que siempre trae su personalidad y carisma a cada papel que interpreta, pero actores como Humphrey Bogart, Cary Grant y Jimmy Stewart hacían lo mismo y nadie los criticaba por eso. Además que en esta cinta, él es justo lo que necesitamos en los momentos más tensos de esta cinta, una presencia que de cierta manera puede calmar.

Es una película simple, pero a veces la simplicidad puede ser lo que más impacto causa. La simple idea de que estás en un lugar donde la vida es imposible, donde uno necesita equipo especial para no congelarse y no flotar al vacío, donde en cualquier momento y por un error puede terminar su vida, eso es un sentimiento que por sí solo da miedo y eso es justo lo que aprovecha esta película. Todos tenemos ese miedo de morirnos, pero pocos tenemos la osadía de enfrentar ese miedo cara a cara y darnos cuenta de lo mágica que es la vida cuando estamos al borde de la muerte. En esta cinta vemos como estos dos personajes enfrentan la muerte, la llegan a aceptar y eventualmente la llegan a enfrentar hasta que uno de ellos (no diré cuál) usa ese enfrentamiento con la muerte para sobrevivir. Eventualmente va a llegar la hora de morir, pero no tiene que ser ahora. No tiene que ser porque algo salió mal y no tiene que ser en un momento en el que todavía hay mucha vida por delante. Lo que nos dicen aquí es algo claro, pero algo muy valioso. Uno llega a valorar y aprovechar más la vida cuando ha llegado a enfrentar la posibilidad y la máxima certeza de la muerte. Va a llegar, pero hoy no.


viernes, 24 de enero de 2014

"El frío nunca me molestó..." Frozen

Cuando se habla del amor, ¿se refiere uno específicamente a esos sentimientos románticos que tiene una pareja? Algunos dirían que sí, ya que son los sentimientos más explorados en la ficción, y muchas veces son explorados de maneras que crean expectativas inalcanzables (ese “y vivieron felices para siempre” que es tan común al final de los cuentos de hadas es el mayor ejemplo de una expectativa inalcanzable). La compañía de Disney ha sido culpable de esto por años con sus películas de princesas que tienen la meta de encontrar a su príncipe. Sus heroínas han evolucionado (uno de sus mejores ejemplos es Mulan), pero aún así, estas heroínas han sido definidas por su relación con un hombre. Es raro ver a Disney enfrentando una relación entre dos mujeres y hacer que esa relación sea el enfoque de la película (Brave es de PIXAR, aunque es un excelente ejemplo). Con Frozen, Disney busca enfrentar estas críticas de manera directa, mostrando una historia donde el enfoque está en la relación entre dos mujeres y dónde todos los aspectos románticos son o criticados, o puestos en un segundo plano (aunque todavía muy presentes). Es algo admirable, aunque tiene el efecto desafortunado de que la película está constantemente diciéndonos que esto es lo que está haciendo, llamando la atención hacia este punto una y otra vez, pero bueno, Disney nunca ha sido sutil con sus mensajes y por lo que oigo, esta película está teniendo un impacto positivo hacia los niños que la están viendo.
Frozen está inspirada en La Reina de las Nieves de Hans Christian Andersen, pero fuera de que hay un personaje inspirado en el papel titular de ese cuento, la historia no tiene nada que ver. Cuenta la historia de Anna (voz de Kristen Bell) y Elsa (voz de Idina Menzel), las dos princesas del reino de Arendell que eran muy unidas de chiquitas, pero Elsa nació con el poder de hielo y congelar todo en su camino, un poder que nunca ha podido controlar. Por esto, sus padres la mantienen encerrada y lejos de todo, incluso de su hermana. Las princesas quedan huérfanas después de un naufragio y pronto llega el día en el que Elsa es coronada reina y debe invitar a todo el pueblo a la coronación. Tras una pelea con Anna que se quiere casar con un príncipe que acaba de conocer esa noche (por si no captan, ahí es donde empiezan a sonar las alarmas), Elsa suelta sus poderes enfrente de todos sin querer. Habiendo asustado a todo el reino, Elsa huye de ahí y construye su propio castillo de hielo en las montañas, pero también condena a Arendell a un invierno eterno (en medio del verano). Ahora, Anna debe ir al castillo a reconciliarse con la hermana que nunca llegó a conocer y a convencerla a deshacer este invierno. En el camino conoce a Krystoff (voz de Jonathan Groff), un vendedor de hielo ambulante y a Olaf (voz de Josh Gad), un muñeco de nieve que se parece al que Anna y Elsa armaban de niñas.
Así como las películas del Renacimiento de Disney (en la década de los 90), este es un melodrama musical y no se avergüenza de ser ninguno de los dos. Es más, aprovecha ambos a lo máximo, mostrando emociones tan grandes y pronunciadas que en momentos uno siente que lo está viendo en teatro. Todo está llevado al borde. Lo que le falla un poco es el balance de canciones, ya que le mete cinco canciones al primer acto y aunque tres de esas cinco son muy buenas, sí alarga bastante el primer acto y hace que el segundo y tercer acto se sientan muy cortos (me hubiera gustado ver otra canción antes del clímax,  por ejemplo). Mi canción favorita es “Do You Want to Build a Snowman?”, una canción que nos muestra cómo se va perdiendo la relación entre estas dos hermanas, con Anna tocando la puerta constantemente y Elsa sin hacerle caso. Es un hilo emocional presentado de la manera más perfecta (la oímos de Anna en tres edades diferentes). “For the First Time in Forever” suena más como típica canción de Disney, una canción que nos ilustra el deseo de la protagonista, pero de una manera divertida y movida (aunque no me encanta que alguien use la palabra “forever” de esa manera, pero eso es tema para otra ocasión). Luego está la ya icónica “Let It Go”, en la que vemos a Elsa desatando sus poderes. Esta me gustaría más si no estuviera tan obviamente basada en “Defying Gravity” de Wicked (con todo y que la canta Idina Menzel) y aún más si viéramos más del lado oscuro y salvaje de Elsa (siento que el personaje se intimida mucho, casi como si la gente involucrada tenía miedo de darle cualquier toque oscuro al personaje), pero por sí solo es un número impresionante y la secuencia con la que viene está exquisitamente animada.
En general la animación es hermosa, más que nada en la manera que se mueve la nieve y que se compromete al frío del ambiente (ver esta película puede causar frío, aunque también puede ser el invierno en el que se estrenó). También es interesante como dentro de la trama, nos presenta muchos momentos que son clásicos de Disney y al último minuto nos da la sorpresa. En ciertos puntos funciona (como el detalle final del clímax en el que Anna se salva de un hechizo de una manera que no es la que esperábamos), pero donde no funciona tan bien es con Hans, el príncipe con el que se compromete Anna. Es presentado como un hombre medio torpe y algo superficial, pero que parece ser muy decente, pero como están tan comprometidos en su mensaje en contra del “amor a primera vista”, le dan un giro al personaje que no nada más se siente algo forzado, sino que deja a la historia sin un villano claro. La historia sigue siendo la historia de dos hermanas y su reconciliación y hay suficientes conflictos ahí que le dan mucha fuerza a la historia, pero es tan tímida con los elementos externos que la película parece perder fuerza (también siendo una película de Disney, uno sabe que el final va a ser feliz, entonces hay que aplaudirle que sí logra sorprender al  público después de todo).
También me hubiera gustado que Krystoff no sehubiera vuelto otro interés romántico para Anna, pero quizás es mucho pedir todavía que una película como esta no tenga algún elemento romántico (además que Krystoff es un personaje divertido, particularmente en un “dueto” que tiene con su reno Sven).

Sí, tengo algunas reservaciones, pero la película es muy divertida y lo más importante de todo es que tiene un buen mensaje, particularmente para las niñas que van a verla. Es una historia que le da otro significado al amor y otra cara a lo que es vivir “felices para siempre” (que reitero, eso siempre va a ser una mentira, porque no hay manera de ser feliz 100% del tiempo). Seguro estas dos hermanas tendrán sus conflictos en el futuro (si no, Disney nunca podría hacer una secuela), pero por lo pronto se aprenden a valorar y a valorarse a sí mismas. La verdad, también me hubiera encantado ver una película que se apegue más a la historia de Hans Christian Andersen, ya que se me hace una historia hermosa (para los que no la conozcan, busquen el libro, en serio es hermoso), pero ya hay suficientes adaptaciones de esa historia y seguro habrá más. Por lo pronto lo que tenemos aquí es la historia de una mujer que vivió toda su vida encerrada creyendo que sus poderes eran algo que tenía que temer y de la hermana que le enseñó a abrirse a sus sentimientos. A veces eso es todo lo que necesitamos, abrirnos a sentir dolor, angustia, miedo, pero también alegría, coraje, emoción y al final del día, amor.


miércoles, 22 de enero de 2014

"Véndeme esta pluma" The Wolf of Wall Street

¿Cuándo es suficiente? ¿Cuándo es demasiado? ¿En qué momento te das cuenta que tienes todo el dinero que necesitas, que te metiste todas las drogas que te puedes meter, que te acostaste con todas las mujeres con las que aguantas acostarte y que ya no puedes tener más éxito? Para alguien que es adicto a todo esto, probablemente nunca. Hay gente que nunca puede tener suficiente de lo bueno, no necesariamente por ser codiciosos, sino por estar adictos a la adrenalina de conseguirlo y por disfrutar todos los excesos que vienen con ello. Esta película dura tres horas, y son tres horas observando a un hombre que se le ocurren cada vez más maneras de conseguir más dinero, más drogas, más mujeres y más de lo que ya tiene. Le encanta conseguirlo, lo disfruta y siente la necesidad de seguir consiguiéndolo y no le molesta que se está dañando a sí mismo, o dañando a otros. Martin Scorsese, uno de los directores más ambiciosos y apasionados, nos cuenta esta historia de un hombre con el que seguro se identifica de alguna manera, porque justo como su personaje nunca supo cuando fue suficiente, Scorsese tampoco está seguro cuando es suficiente con esta historia (y eso que lo que es brillante en esta cinta destaca).
Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) fundó su propia compañía en Wall Street que se volvió una de las más exitosas a final de los años 80 y principios de los 90. No hay nadie que disfruta el dinero más que Belfort, ya que le ofrece todo lo que quiere cuando lo quiere. La cinta sigue la clásica narrativa del ascenso y descenso de un hombre poderoso, de un hombre que fue construido y destruido por su propio carácter. Más que la historia de un hombre, es la historia del mundo en el que vive, un mundo en el que la gente se aprovecha de todo el dinero que gana para armar fiestas locas, echarse viajes de lujo y dormir en una cama cubierta de dinero. Es un mundo muy llamativo, un mundo del que todos quisieran formar parte y eso es justo lo que Scorsese, junto con su guionista Terence Winter (conocido por ser creador de la serie Boardwalk Empire y parte del equipo de escritores de Los Soprano) busca mostrarnos. Un mundo al que queremos pertenecer, pero que nos da culpa querer pertenecer. En algún momento nos cae el veinte que para vivir como vive, Belfort tuvo que arruinarles la vida a muchos de sus clientes. Claro, nunca conocemos a la gente que perjudica, y ahí es donde Scorsese pone a su público a prueba. Puede que nos dé asco este mundo por lo que representa, pero ¿podemos resistir la tentación de querer ser parte de él?
Scorsese también es conocido por sacarle lo mejor a Leonardo DiCaprio. Esta es su quinta colaboración y probablemente la que le ha sacado más jugo a este actor con cara de niño (aunque ya se aproxima a los 40). DiCaprio tiene una tendencia a querer mostrarnos el sudor que viene con sus actuaciones, de mostrar lo mucho que sufren sus personajes con gestos muy intensos. Aquí no. En esta cinta, DiCaprio está tan metido en la mente del personaje y se compromete a cada momento y detalle grotesco de esta vida, creando a un personaje que entretiene, enoja y asusta al público. Hace mucho que DiCaprio no se había dejado soltar de esta forma, y por eso es de lo mejor que se ha visto de él. La película es básicamente el show de Leonardo DiCaprio y cualquier otro actor a su alrededor alimenta eso, pero lo alimentan de manera impresionante. Jonah Hill es el que más aparece después de DiCaprio interpretando a Donnie Azoff, el compañero de negocios más cercano de Belfort, un hombre aún más grotesco que no sería nada sin este hombre. La australiana Margot Robbie interpreta a su esposa Naomi, una mujer que es todo lo que Belfort desea. Ella lo sabe y lo usa para obtener ventajas en este matrimonio. Robbie es hermosa de una manera casi celestial,  y es impresionante como utiliza eso en su actuación, seduciendo al público y luego criticándolos por haber caído en la seducción.
Los demás actores tienen papeles menos sustanciales, pero figuras como Matthew McConaughey, Rob Reiner, Kyle Chandler y Jean Dujardin entre otros aprovechan cada momento de su brevedad en la pantalla (Dujardin en particular se lleva unas escenas claves como un banquero suizo). La película es irreverente. Son tres horas de fiestas, de personajes mal-portados tomando, endrogándose, cogiendo, diciendo groserías, todo en las casas más caras que a cualquiera le gustaría tener o en un barco que por poco y logra seducir a un agente del FBI que se toma la ley a pecho (este es Kyle Chandler, un actor que siempre es un placer ver en la pantalla). La película tarda en arrancar, ya que pasa algo de tiempo presentándonos a Belfort y cómo llegó a este ambiente, pero desde el principio está repleta de escenas largas en las que dos personajes interactúan. Estas secuencias tienen un aire Shakespeareano, armando poesía con palabras contemporáneas que tienden a sonar feas (Scorsese es un experto en eso). Una de las mejores secuencias de la película es una en la que Belfort, drogado y casi paralítico, maneja hasta su casa. Esta escena es de los mejores ejemplos de cómo se mezcla la comedia negra con la tragedia de este hombre enfermo que no puede dejar los excesos de la vida que tanto disfruta. Son de esas escenas que muestran el compromiso de este actor a encontrarle un centro a este hombre que, al final del día, está enfermo.

Scorsese ya ha lidiado con protagonistas que no parecen tener ninguna virtud (Raging Bull, por ejemplo), cosa que puede ser difícil para un público que está acostumbrado a simpatizar con sus protagonistas. Por eso esta película ha sido criticada por celebrar un estilo de vida sin moral. Entiendo por qué se podría percibir de esa manera, pero a Scorsese nunca le ha interesado decirle a su público qué pensar. Él presenta un mundo, deja que el público pase tiempo en ese mundo (en este caso tres horas) y que decida lo que piensa de lo que está viendo. Nadie esconde que este mundo es divertido y seductor, que dormir sobre una cama de dinero, con la mujer que uno elija y viajar a Suiza sin preocuparse cuánto cuesta es muy atractivo, pero ese es justo el juego que esta cinta juega con el público. Juega con nuestros instintos, con nuestros deseos de quererlo todo en el momento que lo queremos y con la idea que nos meten en la cabeza de que debemos ser exitosos. Cada quién tiene una fibra moral diferente, un sentido de lo correcto y lo incorrecto que hará que reaccione de manera diferente a esta película, y justo por eso es una buena película. La duración es algo que la perjudica, ya que todas esas escenas brillantes se encuentran entre espacios menos logrados (eso tiende a pasar en películas de larga duración, en especial cuando son episódicas como esta), pero uno sale sintiendo que entiende la enfermedad de este hombre y lo que lo atrajo (y podría atraer a cualquiera) al mundo que habitó.


martes, 21 de enero de 2014

"A veces todo lo que tienes son opciones jodidas y venenosas..." American Hustle

A todos nos dijeron de niños que mentir es malo y que siempre deberíamos decir la verdad. Esa es probablemente la primera y de las mayores hipocresías que existen, porque la verdad es que todos mentimos por alguna razón u otra. A veces es por miedo, otras es por vergüenza, a veces nada más queremos ver qué tan lejos podemos llevar una mentira, y en algunas ocasiones, la mentira es necesaria para sobrevivir. En el mundo en el que vivimos es raro que alguien viva a través de la honestidad pura, sin engañar a alguien para obtener más poder o traicionarlo para poder mantenerse con vida. David O. Russell, un director que se especializa en los ritmos caóticos de la vida a través de películas casi improvisadas, explora este tema de un mundo en el que todos se están engañando para salir adelante. Nuestros personajes incluyen una pareja de estafadores, un agente del FBI, un senador, algunos mafiosos, unos cuantos abogados y un ama de casas depresiva. Algunos trabajan juntos, otros se engañan, y algo de esto sucedió en la vida real (aunque sabiendo que esta película es de David O. Russell, me imagino que muy poco de esto pasó en la vida real).
Irving Rosenfeld (Christian Bale) aprendió desde que era niño que para sobrevivir, tenía que re-inventarse y mantenerse un paso adelante del resto del mundo. Tiene tres negocios y lo que le da más dinero es prometerle préstamos a gente que no los consigue en otro lado (y quedarse con el adelanto). Antes lo hacía solo, y luego conoció a Sydney Prosser (Amy Adams), una ex stripper que también ha pasado su vida re-inventándose y parte de eso re-invención fue involucrarse con Irving y su negocio. Hacen el equipo perfecto, pero luego son atrapados por el Agente Richie DiMasso (Bradley Cooper) que busca hacer historia en el FBI y les ofrece un trato a esta pareja de estafadores. Los dejará libres si lo ayudan a atrapar al Alcalde de Harlem (Jeremy Renner) en sus negocios sucios para re-construir Atlantic City. De aquí las cosas se vuelven algo complicadas, ya que hay muchas piezas en este juego que incluyen a Rosalyn (Jennifer Lawrence), la esposa depresiva de Irving que no parece ser muy brillante, pero sabe mucho más de lo que divulga. Hay mucha trama aquí, pero David O. Russell no se molesta tanto con que la trama tenga mucho sentido, siempre y cuando los personajes alumbren la pantalla con sus interacciones.
Eso es justo lo que hacen. El reparto es lo que más brilla de esta cinta. Se ve que mucho es improvisado, pero también se ve que estos actores entienden a estos personajes de una manera tan primordial y aprovechan de ese conocimiento para que cada momento sea memorable. Christian Bale es conocido por meterse tan a fondo en sus personajes que hasta les crea ritmos muy precisos y engorda o enflaca según el papel que le toque (casi siempre de manera que uno se pregunta cómo es que no se enferma). Como Irving carga el peso emocional de la historia, es el personaje con el que más se conecta el público, aún cuando lo que hace no es exactamente legal o justo. En contraste está Bradley Cooper, como un oficial del FBI que sin embargo es la persona más grotesca que conocemos en esta historia, un hombre que busca aprovecharse de cualquier oportunidad para obtener un re-nombre (y típicamente, la manera más fácil). Es como un niño desesperado y con poca paciencia, cosa que Cooper explota para efecto cómico. Hay otro contraste en Jeremy Renner, interpretando al alcalde de Harlem, un hombre involucrado en negocios corruptos pero que en el fondo es un hombre noble y querido. Irving está atrapado entre el trabajo que tiene que hacer para DiMasso y una lealtad que está adquiriendo con el alcalde.
Aunque se trata de un mundo de mentirosos, la película trata del momento cuando uno puede dejar las mentiras y empezar a armar una verdad. Aquí es donde entra Adams, ya que Sydney ha vivido tanto tiempo re-inventándose y mintiendo para sobrevivir, pero sabe que lo que tiene con Irving es verdadero y simplemente está esperando que él pueda dejar sus mentiras y armar una vida de verdades con él. Pero, él tiene esposa (Lawrence se roba cada escena en la que aparece y nos muestra justo en lo que está atrapado Irving) y un hijo que no quiere abandonar. Si uno miente para vivir, entonces no está más que armando una vida de mentiras sin algo que le dé un verdadero significado a lo que hace. David O. Russell viste este mundo con una estética un poco ridícula, con vestuarios y pelucas que no nada más evocan la época, sino destacan lo más ridículo de la época, diciéndole al público que se está divirtiendo con este relato. No es una película para tomarse muy en serio (y eso se nota desde el mensaje al principio de la película en el que nos dicen que “algo de esto sucedió”) y todo el reparto está consciente de eso, divirtiéndose con acentos y atuendos falsos pero muy estilizados.

Habiendo dicho todo esto, lo que destaca aquí son los personajes, y más que nada porque David O. Russell es un director que le saca mucho jugo a sus actores, poniéndolos a improvisar y a tomar la rienda de la historia, aún cuando empieza a sentirse muy caótica. La trama en sí está demasiado enredada para su propio bien y se nota que mucho del trabajo de personajes viene de los actores y no del guión. Otros que destacan son Louis CK como el jefe de Richie DiMasso (un hombre mucho más calmado que no aguanta que trata de controlar a su agente), Michael Peña como un agente del FBI vestido de sheik y una breve aparición de Robert DeNiro como el ayudante de Meyer Lansky en Miami. Tiene la mala fortuna de ser nominada a 10 Óscares incluyendo Mejor Película, ya que probablemente no es una película que tenga la importancia y el peso que viene de una película tan nominada y tan alabada. Es una película ligera, divertida y una excusa para pasar un tiempo con estos increíbles actores, pero muchos que la van a ver ahora van a esperar algo más profundo. Aún así, vale la pena verla.   

martes, 14 de enero de 2014

"Nada más no pienso en eso..." Children of Men

Como seres humanos, tenemos una fascinación con el futuro. Queremos saber cuánto va a avanzar la tecnología, lo que podremos hacer, como se verá nuestra ciudad y en algunos casos, cómo va a terminar el mundo. Se han hecho muchas películas que nos presentan una hipótesis del futuro y de la posibilidad del fin del mundo. Algunas de estas películas nos presentan un futuro más llamativo y emocionante, pero otras nos muestran un futuro en el que la humanidad está aún más perdida de lo que está ahora, y en el caso de esta cinta, un mundo en el que ya no parece haber esperanza. Un mundo en el que ya no parece haber un futuro que dejarle a nuestros niños, por la simple razón de que ya no hay niños. En esta cinta de Alfonso Cuarón (el director mexicano más celebrado a nivel mundial) han pasado 18 años desde que nació un bebé. Todos en el mundo son mayores de edad, y entonces ya no existen esas criaturas a quiénes tratamos de proteger de lo horrible que puede ser el mundo. Por eso el mundo se vuelve todavía más horrible, hasta más salvaje y nada parece poder salvarlo (aún menos en el día cuando el hombre más joven del planeta es asesinado).
En Londres del año 2027, Theo Faron (Clive Owen) solía ser activista, pero ahora simplemente vive el día a día con el mundo desmoronándose a su alrededor. Busca maneras de evitar su trabajo y estar más cómodo para cuando el mundo haya terminado, pero todo cambia cuando su ex novia Julian (Julianne Moore) lo secuestra y lo contrata para transportar a una inmigrante ilegal (Clare-Hope Ashitey) a un barco misterioso que solo algunos saben en dónde se encuentra (porque aún en este mundo que se está acabando, los ingleses van detrás de inmigrantes ilegales escapándose de lugares del mundo que ya se destruyeron). Resulta que esta chava inmigrante (llamada Key) es la primera mujer embarazada en 18 años, y la esperanza de toda la humanidad. Cuando Julian es asesinada y hasta los miembros de su grupo revelan que tienen sus propios propósitos, Theo y Key deben arreglárselas para llegar a este barco que la llevará a un grupo de científicos que la podrán ayudar. Es un camino lleno de peligros, en el que deben pasar por un campo de refugiados que parece un ghetto, evitando guardias corruptos, activistas que buscan usar al bebé para propósitos políticos, y el simple hecho que el bebé está a casi nada de nacer.
Siempre hay un peligro en poner una película futurística en un futuro tan inmediato, particularmente con un concepto como este (para que las fechas coincidan, la infertilidad debió haber empezado en el año 2009, que ahora sabemos que no pasó), pero eso no le quita el poder a esta historia. ¿Cómo es un mundo sin niños? Un mundo que nadie está  descubriendo, que nadie puede ver con la fascinación que tiene uno al abrir los ojos por primera vez. Lo que Cuarón explora aquí es esa desesperación de un mundo en el que no hay nadie a quién enseñarle como vivir, entonces cada quién está simplemente tratando de sobrevivir porque no se imaginan lo que es morir. Es un mundo en el que mandan paquetes en el correo con eutanasia para la gente que se quiera morir, pero todavía no se puede comprar mota de forma legal. Es impresionante lo cuidada que está esta versión del futuro, todos los detalles, incluso algunos que se ven algo ridículos pero que le agregan una excentricidad muy púnica a este mundo y sus personajes (uno de mis favoritos es que Theo tiene sandalias, cosa que uno casi nunca ve en el héroe de una película como esta). Clive Owen es uno de esos actores que combina el humor y el cuerpo de una estrella de acción, junto con una tristeza y un aire de hombre común que lo hace perfecto para Theo. Poner a un personaje cínico que antes era idealista no es algo nuevo, pero la versión de Owen es más aterrizada, ya que a él se le ven los rasgos del dolor que lo llevó a ser cómo es, así como esa capacidad de analizar una situación y resolverla y ese aire de esperanza como algo que se le prende. Es el personaje perfecto para tener como guía en este mundo tan oscuro y violento.
También destaca el veterano Michael Caine como un hippie que vende mota y es la persona que conoce a Theo mejor que nadie, Chiwetel Ejiofor como un líder terrorista que traiciona a Theo, Julianne Moore que tiene una química resplandeciente con Clive Owen (uno nunca duda que estos dos tienen historia juntos) y Clare-Hope Ashity que hace de Key una mujer picaresca y algo ingenua, pero muy consciente de lo peligrosa y milagrosa que es su situación. Lo que destaca de esta cinta es la dirección de Cuarón, y más que nada su manera de componer escenas de una manera muy creativa. Hay dos secuencias de acción (una casi al principio de la película, otra casi al final) que fueron filmadas con una toma larga e inédita que sigue la acción como si estuviera sucediendo en el momento. Una de estas secuencias es dentro de un coche, donde la cámara gira hacia cada uno de nuestros personajes para ver qué está pasando. En la otra toma, seguimos a Theo en lo que entra a un edificio y busca a Kee, y en una de esas en una explosión, el ojo de la cámara se mancha con sangre y esa mancha se queda ahí hasta que termina la toma. Estas tomas largas son de las favoritas del director y su fotógrafo Emmanuel Lubezki, ya que las siguen usando posteriormente de maneras cada vez más creativas.

¿Por qué será que nos interesa ver el futuro? Aunque sea un futuro  atractivo, o uno distópico como este, parece que siempre estamos tratando de adivinar cómo habrá avanzado la tecnología en algunos años y cómo se verá nuestro mundo. Puede que el mundo da menos miedo cuando le damos forma, pero también creo que estas historias se cuentan para reflexionar acerca de nuestro presente y darnos una idea a lo que podríamos llegar si seguimos como seguimos. Esta historia nos ayuda a reflejar que vivimos en un mundo violento y si no hubiera niños, nos auto-destruiríamos. También nos ayuda a reflejar las injusticias que viven muchos en este mundo y lo que estarían dispuestos a hacer para que esas injusticias desaparecieran (así como los muchos que tendrían que morir para que sucediera). Vivimos en un mundo donde algunos viven como reyes, y la gran mayoría se muere de hambre y les cierran la puerta en lugares donde les pueden ayudar, por razones políticas o lo que sea. Quizás siempre vamos a tener conflictos por el hecho de que somos humanos, pero lo que Cuarón nos pide con esta película es que reflejemos lo que sería vivir en un mundo más pacífico. Un mundo que podamos hacer mejor no solo para los niños, sino para los que vivimos aquí ahora, sin reglas que perjudican a los demás y solo con las necesarias para vivir en armonía.