martes, 21 de enero de 2014

"A veces todo lo que tienes son opciones jodidas y venenosas..." American Hustle

A todos nos dijeron de niños que mentir es malo y que siempre deberíamos decir la verdad. Esa es probablemente la primera y de las mayores hipocresías que existen, porque la verdad es que todos mentimos por alguna razón u otra. A veces es por miedo, otras es por vergüenza, a veces nada más queremos ver qué tan lejos podemos llevar una mentira, y en algunas ocasiones, la mentira es necesaria para sobrevivir. En el mundo en el que vivimos es raro que alguien viva a través de la honestidad pura, sin engañar a alguien para obtener más poder o traicionarlo para poder mantenerse con vida. David O. Russell, un director que se especializa en los ritmos caóticos de la vida a través de películas casi improvisadas, explora este tema de un mundo en el que todos se están engañando para salir adelante. Nuestros personajes incluyen una pareja de estafadores, un agente del FBI, un senador, algunos mafiosos, unos cuantos abogados y un ama de casas depresiva. Algunos trabajan juntos, otros se engañan, y algo de esto sucedió en la vida real (aunque sabiendo que esta película es de David O. Russell, me imagino que muy poco de esto pasó en la vida real).
Irving Rosenfeld (Christian Bale) aprendió desde que era niño que para sobrevivir, tenía que re-inventarse y mantenerse un paso adelante del resto del mundo. Tiene tres negocios y lo que le da más dinero es prometerle préstamos a gente que no los consigue en otro lado (y quedarse con el adelanto). Antes lo hacía solo, y luego conoció a Sydney Prosser (Amy Adams), una ex stripper que también ha pasado su vida re-inventándose y parte de eso re-invención fue involucrarse con Irving y su negocio. Hacen el equipo perfecto, pero luego son atrapados por el Agente Richie DiMasso (Bradley Cooper) que busca hacer historia en el FBI y les ofrece un trato a esta pareja de estafadores. Los dejará libres si lo ayudan a atrapar al Alcalde de Harlem (Jeremy Renner) en sus negocios sucios para re-construir Atlantic City. De aquí las cosas se vuelven algo complicadas, ya que hay muchas piezas en este juego que incluyen a Rosalyn (Jennifer Lawrence), la esposa depresiva de Irving que no parece ser muy brillante, pero sabe mucho más de lo que divulga. Hay mucha trama aquí, pero David O. Russell no se molesta tanto con que la trama tenga mucho sentido, siempre y cuando los personajes alumbren la pantalla con sus interacciones.
Eso es justo lo que hacen. El reparto es lo que más brilla de esta cinta. Se ve que mucho es improvisado, pero también se ve que estos actores entienden a estos personajes de una manera tan primordial y aprovechan de ese conocimiento para que cada momento sea memorable. Christian Bale es conocido por meterse tan a fondo en sus personajes que hasta les crea ritmos muy precisos y engorda o enflaca según el papel que le toque (casi siempre de manera que uno se pregunta cómo es que no se enferma). Como Irving carga el peso emocional de la historia, es el personaje con el que más se conecta el público, aún cuando lo que hace no es exactamente legal o justo. En contraste está Bradley Cooper, como un oficial del FBI que sin embargo es la persona más grotesca que conocemos en esta historia, un hombre que busca aprovecharse de cualquier oportunidad para obtener un re-nombre (y típicamente, la manera más fácil). Es como un niño desesperado y con poca paciencia, cosa que Cooper explota para efecto cómico. Hay otro contraste en Jeremy Renner, interpretando al alcalde de Harlem, un hombre involucrado en negocios corruptos pero que en el fondo es un hombre noble y querido. Irving está atrapado entre el trabajo que tiene que hacer para DiMasso y una lealtad que está adquiriendo con el alcalde.
Aunque se trata de un mundo de mentirosos, la película trata del momento cuando uno puede dejar las mentiras y empezar a armar una verdad. Aquí es donde entra Adams, ya que Sydney ha vivido tanto tiempo re-inventándose y mintiendo para sobrevivir, pero sabe que lo que tiene con Irving es verdadero y simplemente está esperando que él pueda dejar sus mentiras y armar una vida de verdades con él. Pero, él tiene esposa (Lawrence se roba cada escena en la que aparece y nos muestra justo en lo que está atrapado Irving) y un hijo que no quiere abandonar. Si uno miente para vivir, entonces no está más que armando una vida de mentiras sin algo que le dé un verdadero significado a lo que hace. David O. Russell viste este mundo con una estética un poco ridícula, con vestuarios y pelucas que no nada más evocan la época, sino destacan lo más ridículo de la época, diciéndole al público que se está divirtiendo con este relato. No es una película para tomarse muy en serio (y eso se nota desde el mensaje al principio de la película en el que nos dicen que “algo de esto sucedió”) y todo el reparto está consciente de eso, divirtiéndose con acentos y atuendos falsos pero muy estilizados.

Habiendo dicho todo esto, lo que destaca aquí son los personajes, y más que nada porque David O. Russell es un director que le saca mucho jugo a sus actores, poniéndolos a improvisar y a tomar la rienda de la historia, aún cuando empieza a sentirse muy caótica. La trama en sí está demasiado enredada para su propio bien y se nota que mucho del trabajo de personajes viene de los actores y no del guión. Otros que destacan son Louis CK como el jefe de Richie DiMasso (un hombre mucho más calmado que no aguanta que trata de controlar a su agente), Michael Peña como un agente del FBI vestido de sheik y una breve aparición de Robert DeNiro como el ayudante de Meyer Lansky en Miami. Tiene la mala fortuna de ser nominada a 10 Óscares incluyendo Mejor Película, ya que probablemente no es una película que tenga la importancia y el peso que viene de una película tan nominada y tan alabada. Es una película ligera, divertida y una excusa para pasar un tiempo con estos increíbles actores, pero muchos que la van a ver ahora van a esperar algo más profundo. Aún así, vale la pena verla.   

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