
La historia de esta nana mágica que vuela por los cielos de
Londres con un paraguas de perico y un bolso hecho de alfombra donde carga cosas que son demasiado grandes para un bolso de ese tamaño (y una cinta métrica para medir tu personalidad) se ha vuelto relevante otra vez en
estos últimos años. Aquí en México hace poco tuvimos la primera puesta en escena en Español de la obra (que duró 9 meses en el Centro Cultural Telmex) y
pronto tendremos una cinta que trata del proceso de realizar esta película.
Ahora es momento de hablar de la película en
sí, una de las cintas más ambiciosas que produjo Walt Disney y probablemente la
que le causó más orgullo. Fue de las últimas que realizó antes de su muerte, su
mayor éxito de taquilla, con 13 nominaciones al Óscar incluyendo Mejor Película
(primera vez para una película de Disney), 5 Óscares ganados y la realización de una promesa que le hizo a
sus hijas. Mary Poppins (interpretada por Julie Andrews, que se ganó un Óscar
por su caracterización) es prácticamente perfecta. Quizás es algo fría (aunque
nunca de mala fe) y extremadamente vanidosa (¿cuánta gente hace dueto con su
propia reflexión?) pero es justo la nana para el reto que se encuentra en el
#17 de la calle Cherry Tree Lane, donde vive la familia Banks.
George Banks (David Tomlinson) es empresario de un banco y
es el amo y señor de su hogar, aunque como amo y señor lucha por mantener su
estatus social sin hacerle mucho caso a las personas que viven en su casa. Su
esposa Winifred (Glynis Johns) pasa más tiempo luchando por los derechos de las
mujeres que encargándose de sus propios hijos. Jane (Karen Dotrice) y Michael
(Matthew Garber) son estos niños que acaban de ahuyentar a otra niñera y han
dejado a estos padres sin una idea de qué hacer. Aquí es donde entra Mary
Poppins a meter su cucharada de azúcar a una familia que lo necesita. Con su
constante compañero y mejor Amigo Bert (Dick Van Dyke), Mary Poppins (nunca le
digan solo “Mary”) llevará a los niños por un paseo en un cuadro pintado en el
pavimento, a tomar el té en el techo de un tío que no deja de reírse, a bailar
por los techos de Londres con un grupo de deshollinadores y a través de todo
esto, el Sr. Banks se irá dando cuenta de lo que es importante en su vida y lo
fácil que es perderlo. La historia es bastante simple y de cierta manera está
hecha como una plataforma para llevar a estos niños a estas increíbles
aventuras que nunca se pudieron imaginar, de incluir números musicales con
pingüinos de caricatura y deshollinadores bailando sobre los tejados. Es una
excusa para poner un espéctaculo, pero ¡qué espectáculo! y lo que es de aún más
mérito, ¡qué historia!

Cuando uno piensa en Mary Poppins, seguro piensa en todas
las aventuras mágicas a las que esta nana lleva a estos niños y en la
caracterización de Julie Andrews, así como las canciones compuestas por los
hermanos Robert y Richard Sherman. Estos son elementos que dan mucho de qué
hablar, ya que son muy divertidos y además muestran varios avances en el área
de efectos especiales (aunque no es la primera vez que se había mezclado
animación con actores de carne y hueso, había sido de las secuencias más
efectivas hasta ese momento). De niño, estas eran las escenas que me
encantaban, pero viendo la película desde la perspectiva de un adulto me doy
cuenta que lo que más impacto tiene son las escenas que no tienen que ver con
la magia, sino con la gente que habita este mundo que Mary Poppins visita.
Estamos en Londres en el año 1910 (“el Rey Edward está en el trono, es la Era
del Hombre”), una época en la que un hombre debe ser el Amo y Señor de la Casa.
Así, la cinta se vuelve una sátira de la sociedad en su momento que valora
estas imágenes de poder más que el lazo de las familias, y eso es justo lo que
Mary Poppins busca reparar. Justo por esto he llegado a apreciar cada vez más
la actuación de David Tomlinson, un actor frecuente de las películas de Disney
que nunca obtuvo el reconocimiento que se merece, en esta cinta logra no solamente
una caracterización satírica de un hombre en esta sociedad (su canción The Life
I Lead no es apreciada como debería serlo aunque es brillante), sino un ser
humano con sus propios sueños y decepciones. Siempre me conmueve esa escena en
la que camina al banco en la noche, después de que sus niños le dan sus dos
peñiques.
Pero, claro, la que se ganó el Óscar fue Julie Andrews, y
bien merecido. Poppins en un misterio, no sabemos de dónde vino ni por qué se
dedica a ser niñera (si supiéramos demasiado de ella, no hay manera que pueda
ser prácticamente perfecta), pero Julie Andrews aprovecha la oportunidad para
darnos una ventana dentro de la vida emocional de esta mujer que se la pasa
volando de casa en casa curando familias, pero sin tener una propia. Es una mujer
muy satisfecha con sí misma, pero no necesariamente una mujer feliz. Ver esa
cara de Mary Poppins le da una potencia a este personaje, sin perder lo que la
hace prácticamente perfecta (bueno, fuera de que es vanidosa). Dick Van Dyke
tiene el problema de un acento que no le sale (el acento cockney de los barrios
bajos de Londrés) pero fuera de eso, su energía es contagiosa y es un placer
verlo bailar con pingüinos (aunque uno nunca se olvida que es Dick Van Dyke).
Los niños están bien para lo que les piden que hagan, aunque después de ver la
obra varias veces, estos niños se ven demasiado calmados para necesitar a Mary
Poppins tanto como la necesitan (siento que los papás logran eso más que los
niños). No sé si son los actores o como están escritos, pero me hubiera gustado
que los niños no fueran tan blandos.

Y, por supuesto, las canciones de los Sherman son clásicas.
Aunque algunos de los números musicales duran demasiado (siento que Step in
Time está demasiado elaborado y la secuencia animada, aunque muy divertida,
distrae demasiado de la historia después de un rato) ofrecen un hilo emocional
para muchas de las escenas. Walt Disney dijo que Feed the Birds era su canción
favorita (la que canta Mary Poppins acerca de la señora de las palomas) una que
nos dice que la vida puede ser tan simple como darle algo de dinero para
alimentar una palomas. Otra favorita mía es Let’s Go Fly a Kite, la canción que
cierra la película y es metáfora del vínculo que tiene esta familia (tenemos un
papalote descompuesto al principio de la película, y al final el Sr. Banks lo
arregla). El lema de Mary Poppins siempre ha sido uno de afrontar la vida, de
ver las tareas de la vida como un juego y de apreciar a la gente que tienes a
tu alrededor, ya que valen más que el trabajo y el dinero. Es interesante como
una película puede ser apreciada por unos elementos cuando eres niño, y por
otros completamente diferentes cuando creces y tienes otra perspectiva de la
vida, y justo por eso Mary Poppins es una película que ha sobrevivido tanto
tiempo. Es una película que tiene algo para todos, los que hayan sido gerentes de bancos, pintado cuadros en el pavimento de las calles, volado papalotes y simplemente son padres e hijos, todos obtienen algo de las lecciones de nana mágica.
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