miércoles, 6 de noviembre de 2013

"¿Oyes al pueblo cantar?" Les Misérables

Está basada en uno de los libros más populares del Siglo XIX, una novela que trata temas de la justicia, la venganza, la bondad, la miseria y el amor. Es una obra literaria que toca temas profundos, pero eso no se debe confundir con una obra que invita el pensamiento, porque esta historia hace todo menos eso. No es una historia que busca que sus lectores o en este caso espectadores busquen sus propias conclusiones al respecto. Ya tiene conclusiones y lo que busca es gritarlas (y en el caso de esta película, cantarlas). No es un texto intelectual, sino un grito de batalla contra la injusticia, contra el sufrimiento de la gente que a nadie le importa. ¿Eso es malo? No necesariamente. Es lo que es, es lo que Victor Hugo quiso transmitirle a una población de gente que posiblemente tenía el poder de detener esta injusticia y él seguramente quería que este libro no fuera tan relevante en el Siglo XXI. Lamentablemente, lo es, y por eso la historia se sigue contando y estos personajes siguen siendo personajes que vemos en las calles de nuestras ciudades (también aquí en México) todos los días.
Les Misérables cuenta la historia de Jean Valjean (Hugh Jackman), un prisionero que fue encarcelado hace 19 años por robarse una pieza de pan para alimentar a su sobrino. Eso es todo lo que hizo (bueno, también trató de escaparse varias veces) y eso lo ha marcado de por vida. Cuando lo ponen en libertad condicional, no puede conseguir un trabajo por su estado como “hombre peligroso” ante la ley. Después de pasar la noche en casa de un Obispo que le ofrece asilo, se roba toda su plata y escapa. Lo atrapan, pero el Obispo dice que toda esa plata fue un regalo. Después de este acto de bondad, Valjean decide usar toda esta plata para comprarse una nueva identidad y siempre hacer el bien por la gente, que incluye cuidar a la hija de Fantine (Anne Hathaway), una joven condenada a la prostitución por un mundo que no deja de maltratarla. Sin importar cuantas cosas hace bien, Valjean no deja de ser perseguido por el Inspector Javert (Russell Crowe), un oficial decidido a condenarlo una vez más por haber roto su libertad condicional. En medio de todo esto, un grupo de estudiantes busca empezar una revolución en contra de la injusticia ante los pobres y entre ellos está Marius (Eddie Redmayne), que a primera vista se ha enamorado de Cossette (Amanda Seyfried), la hija de Fantine ahora criada por Valjean.
Esta es una versión cinematográfica de la obra musical y como todas las adaptaciones, busca traducir su contenido a un medio audiovisual. En este caso se trata de una ópera y esto implica que todo lo que se oye en la película es cantado. No hay diálogo hablado (bueno, la película sí deja algo de diálogo hablado, pero es la excepción), cosa que le sirve mucho a esta historia que busca la manera más apasionada de transmitir su mensaje. El director Tom Hooper (que viene a esta película recién galardonado por los Óscares) ofrece una propuesta muy arriesgada al aplicar su estilo de filmar a esta historia. Hooper empezó en la televisión, entonces no se le ha quitado este vicio de acercarse a las caras de sus actores para capturar cada expresión, cosa que funciona para ciertos números (I Dreamed a Dream es espectacular, Empty Chairs at Empty Tables trae lágrimas), pero Hooper lo abusa, ya que rara vez se ven dos personajes en la misma toma. Otra propuesta arriesgada que en este caso creo que resultó es la idea de que los actores canten en vivo, ya que en el cine musical se graban las voces meses antes para que los actores graben sus movimientos de labios sobre canciones ya grabadas. Esto ayuda a que las cantadas se sientan más espontáneas y las emociones más inmediatas, ya que esto libera la interpretación.
En términos de libreto, la película arregla algunos problemas que tiene la obra y hasta re-establece algunas detalles del libro (Javert teniendo que disculparse con Valjean en una escena clave), aún dejando intactos algunos problemas que esta historia ha tenido desde la novela, cosa que incluye el hecho que los personajes no tienen mucho fondo. Se dejan guiar por una cosa a lo largo de toda la historia (hasta Eponine, el personaje más interesante de la película, cae en la trampa de definirse por un hombre que ama). Por esta razón, el éxito de Los Miserables siempre ha dependido en que los actores se comprometan con cada momento que se les ofrece. Anne Hathaway ganó un Óscar justo por hacer eso, hacernos creer la miseria de esta mujer y que viene de un lugar profundo. Hugh Jackman lo logra casi todo el tiempo, aunque siento que este se vuelve algo ambicioso con la cantada (particularmente con la canción Bring Him Home, que a diferencia de casi todos, es una canción que no me gusta) y esto afecta su actuación. Russell Crowe intenta algo interesante con Javert, un personaje que supuestamente es la Ley, frío y rígido, Crowe intenta hacerlo más humano con resultados mixtos (aunque yo en general soy de los pocos defensores de esta interpretación). Samantha Barks destaca como Eponine, más que nada por entender ese balance entre teatro y cine que a veces les falla a muchos del elenco.
Puede sonar que estoy siendo algo duro con esta historia, pero uno no puede negar que esta historia tiene problemas en todo medio que se ha transmitido. Tampoco se puede negar que las canciones son pegajosas, que uno puede quedarse meses tarareando o si se sabe la letra cantándolas por todas partes, que el mensaje de este relato, aunque no es sutil, es muy cierto y sigue siendo relevante y que cuando se logra, esta obra deja a todo su público con el corazón palpitando, con los nervios encendidos y con la esperanza de encontrar la mejor manera de vivir. No es una obra intelectual, pero sí una obra emocional, una que tiene como meta llegar al corazón, sacar unas cuantas lágrimas e inspirar a cualquiera que la vea que luche en contra de todos los obstáculos a un mundo justo. También hay un toque irónico  al título “Los Miserables”, algo que se le puede calificar a los pobres sufriendo, o a los ricos que permiten que estos pobres sufran, o en mi interpretación favorita, se refiere a cualquiera que esté vivo (hay muchas muertes en esta historia, pero lo interesante es que la mayoría de los personajes que mueren encuentran la paz solo en la muerte). Aún así, primero que nada, es una marcha para la vida, una marcha para que la vida sea mejor y todos la podamos conseguir.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario