
Está basada en uno de los libros más populares del Siglo
XIX, una novela que trata temas de la justicia, la venganza, la bondad, la
miseria y el amor. Es una obra literaria que toca temas profundos, pero eso no
se debe confundir con una obra que invita el pensamiento, porque esta
historia hace todo menos eso. No es una historia que busca que sus lectores o en
este caso espectadores busquen sus propias conclusiones al respecto. Ya tiene
conclusiones y lo que busca es gritarlas (y en el caso de esta película,
cantarlas). No es un texto intelectual, sino un grito de batalla contra la
injusticia, contra el sufrimiento de la gente que a nadie le importa. ¿Eso es
malo? No necesariamente. Es lo que es, es lo que Victor Hugo quiso transmitirle
a una población de gente que posiblemente tenía el poder de detener esta
injusticia y él seguramente quería que este libro no fuera tan relevante en el
Siglo XXI. Lamentablemente, lo es, y por eso la historia se sigue contando y
estos personajes siguen siendo personajes que vemos en las calles de nuestras
ciudades (también aquí en México) todos los días.
Les Misérables cuenta la historia de Jean Valjean (Hugh
Jackman), un prisionero que fue encarcelado hace 19 años por robarse una pieza
de pan para alimentar a su sobrino. Eso es todo lo que hizo (bueno, también
trató de escaparse varias veces) y eso lo ha marcado de por vida. Cuando lo
ponen en libertad condicional, no puede conseguir un trabajo por su estado como
“hombre peligroso” ante la ley. Después de pasar la noche en casa de un Obispo
que le ofrece asilo, se roba toda su plata y escapa. Lo atrapan, pero el Obispo
dice que toda esa plata fue un regalo. Después de este acto de bondad, Valjean
decide usar toda esta plata para comprarse una nueva identidad y siempre hacer
el bien por la gente, que incluye cuidar a la hija de Fantine (Anne Hathaway),
una joven condenada a la prostitución por un mundo que no deja de maltratarla.
Sin importar cuantas cosas hace bien, Valjean no deja de ser perseguido por el
Inspector Javert (Russell Crowe), un oficial decidido a condenarlo una vez más
por haber roto su libertad condicional. En medio de todo esto, un grupo de
estudiantes busca empezar una revolución en contra de la injusticia ante los
pobres y entre ellos está Marius (Eddie Redmayne), que a primera vista se ha
enamorado de Cossette (Amanda Seyfried), la hija de Fantine ahora criada por
Valjean.

Esta es una versión cinematográfica de la obra musical y
como todas las adaptaciones, busca traducir su contenido a un medio
audiovisual. En este caso se trata de una ópera y esto implica que todo lo que
se oye en la película es cantado. No hay diálogo hablado (bueno, la película sí
deja algo de diálogo hablado, pero es la excepción), cosa que le sirve mucho a
esta historia que busca la manera más apasionada de transmitir su mensaje. El
director Tom Hooper (que viene a esta película recién galardonado por los
Óscares) ofrece una propuesta muy arriesgada al aplicar su estilo de filmar a
esta historia. Hooper empezó en la televisión, entonces no se le ha quitado
este vicio de acercarse a las caras de sus actores para capturar cada
expresión, cosa que funciona para ciertos números (I Dreamed a Dream es
espectacular, Empty Chairs at Empty Tables trae lágrimas), pero Hooper lo
abusa, ya que rara vez se ven dos personajes en la misma toma. Otra propuesta
arriesgada que en este caso creo que resultó es la idea de que los actores
canten en vivo, ya que en el cine musical se graban las voces meses antes para
que los actores graben sus movimientos de labios sobre canciones ya grabadas.
Esto ayuda a que las cantadas se sientan más espontáneas y las emociones más
inmediatas, ya que esto libera la interpretación.
En términos de libreto, la película arregla algunos
problemas que tiene la obra y hasta re-establece algunas detalles del libro
(Javert teniendo que disculparse con Valjean en una escena clave), aún dejando
intactos algunos problemas que esta historia ha tenido desde la novela, cosa
que incluye el hecho que los personajes no tienen mucho fondo. Se dejan guiar
por una cosa a lo largo de toda la historia (hasta Eponine, el personaje más
interesante de la película, cae en la trampa de definirse por un hombre que
ama). Por esta razón, el éxito de Los Miserables siempre ha dependido en que
los actores se comprometan con cada momento que se les ofrece. Anne Hathaway
ganó un Óscar justo por hacer eso, hacernos creer la miseria de esta mujer y
que viene de un lugar profundo. Hugh Jackman lo logra casi todo el tiempo,
aunque siento que este se vuelve algo ambicioso con la cantada (particularmente
con la canción Bring Him Home, que a diferencia de casi todos, es una canción
que no me gusta) y esto afecta su actuación. Russell Crowe intenta algo
interesante con Javert, un personaje que supuestamente es la Ley, frío y
rígido, Crowe intenta hacerlo más humano con resultados mixtos (aunque yo en
general soy de los pocos defensores de esta interpretación). Samantha Barks
destaca como Eponine, más que nada por entender ese balance entre teatro y cine
que a veces les falla a muchos del elenco.
Puede
sonar que estoy siendo algo duro con esta historia, pero uno no puede negar que
esta historia tiene problemas en todo medio que se ha transmitido. Tampoco se
puede negar que las canciones son pegajosas, que uno puede quedarse meses
tarareando o si se sabe la letra cantándolas por todas partes, que el mensaje
de este relato, aunque no es sutil, es muy cierto y sigue siendo relevante y
que cuando se logra, esta obra deja a todo su público con el corazón
palpitando, con los nervios encendidos y con la esperanza de encontrar la mejor
manera de vivir. No es una obra intelectual, pero sí una obra emocional, una
que tiene como meta llegar al corazón, sacar unas cuantas lágrimas e inspirar a
cualquiera que la vea que luche en contra de todos los obstáculos a un mundo
justo. También hay un toque irónico al
título “Los Miserables”, algo que se le puede calificar a los pobres sufriendo,
o a los ricos que permiten que estos pobres sufran, o en mi interpretación
favorita, se refiere a cualquiera que esté vivo (hay muchas muertes en esta
historia, pero lo interesante es que la mayoría de los personajes que mueren
encuentran la paz solo en la muerte). Aún así, primero que nada, es una marcha
para la vida, una marcha para que la vida sea mejor y todos la podamos
conseguir.
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