
La mayoría de los musicales que vemos en la pantalla grande
fueron primero una obra de teatro. Esto puede ser un problema en la transición
al cine, porque siempre existe esa tentación de dejar lo que funcionó de la
obra aunque no se vea bien en cine y al final una película musical puede
sentirse como una obra de teatro grabada. Menciono esto al hablar de esta
película porque creo que es de los mejores ejemplos de una película musical que
aprovecha los recursos del cine para hacer de esta una experiencia que no se
puede ver en el teatro. Puede que no sea la primera en hacer esto (es más,
estoy casi seguro que no lo es) pero es impresionante como Chicago incorpora
técnicas de edición y sonido como parte de la coreografía de un número musical,
transportándonos de un lugar a otro con el sonido de una nota (el mejor ejemplo
de esto se ve en el primer número musical, All That Jazz, cuando la coreografía
de Velma Kelly (la que canta la canción) se edita con la noche que pasa nuestra
protagonista, Roxie Hart, con su amante, usando los movimientos que hacen estos
al hacer el amor como parte de la coreografía de la primera).
Claro, fuera de eso, Chicago funciona porque es una sátira
brillante. Situada en los años 20, Chicago cuenta la historia de Roxie Hart
(Renée Zellweger), una esposa aburrida que aspira con ser famosa y lo logra
cuando asesina a un amante que la traicionó. La meten a la cárcel y consigue a
Billy Flynn (Richard Gere), el mejor abogado para mujeres en Chicago, que la
convierte en una celebridad, una mujer de la que todos en Chicago han oído
hablar y ahora quieren ver si sale de la cárcel o no. Claro, en una ciudad en
la que sólo una puede ser la celebridad del momento, todas quieren serlo y
Roxie le robó el lugar a Velma Kelly (Catherine Zeta-Jones, en la actuación que
le ganó un Óscar), una bailarina que mató a su esposo y a su hermana cuando los
sorprendió teniendo un amorío (bueno, ella dice que no lo hizo). Velma está
dispuesta a hacer lo que sea para recuperar a su abogado, su fecha de juicio y
su fama como la criminal más famosa en todo Chicago. Pero, claro, ninguna de
las dos podrá competir con la próxima asesina que entre a Cook County y si
deciden colgarlas, pues, ni por muy famosas se podrán salvar.

Chicago empezó como una obra no-musical escrita por la
reportera Maureen Dallas Watkins, que cubrió dos casos separados de mujeres
arrestadas y luego declaradas inocentes de asesinato. En esta obra, Watkins
buscaba satirizar esta idea de las criminales como celebridades, pero también
de cierta forma exponer esta idea de que las mujeres tenían más chance de ser
declaradas inocentes, sin importar lo culpables que sean. En un mundo en el que
son vistas como frágiles e inocentes, tenían este poder de hacer lo que
quisieran y salirse con la suya. Esas ideas están presentes en la película que
presentan a Roxie como una chica oportunista. Se casó con el primer idiota que
se atrevió a proponerle matrimonio por la seguridad que le otorga, pero le fue
poniendo el cuerno y fue haciendo lo necesario para recibir la fama que tanto
ha querido. Como en el musical, la
película nos mete en las mentes de estos personajes, mostrándonos como estos
personajes se ven a sí mismos y cómo se imaginan cuando creen que están
poniendo un show para un público. La película tiene la ventaja de poder cambiar
entre lo que los personajes están viviendo en la vida real y lo que se imaginan
cuando están cantando, armando números musicales con vestuarios que no podrían
conseguir en una cárcel. En un número brillante en el que Roxie tiene una
conferencia de prensa y la vemos como un muñeco ventrílocuo y a Billy Flynn
como la persona que habla por ella, la metáfora se extiende hacia los
reporteros que aparecen como marionetas que una versión gigante de Billy Flynn
está controlando.
Algo en que se fijan los fans del teatro musical es en los
actores, particularmente actores que no habían visto cantar antes, y como se
acoplan a sus personajes y a sus canciones. Yo soy menos exigente en términos
de la cantada, porque siento que una interpretación del personaje es más
importante que dominar cada nota de una canción. Por eso me encanta la
actuación de Renée Zellweger en Chicago. Puede que no sea la mejor cantante,
pero ella utiliza eso a su favor al crear a una mujer que se volvió celebridad
no por su talento, sino por lo que hizo (algo que hoy en día es muy relevante)
y funciona aún más porque tiene a Catherine Zeta-Jones. Se nota que ella lleva
más tiempo entrenando en la bailada y la cantada, pero juntas hacen un dúo
extraordinario, justo por esa disparidad. Richard Gere se las arregla en el
papel de Billy Flynn con un carisma muy natural, aunque su cantada a veces
distrae (no lo hace mal, pero hay notas que se le dificultan). También destaca
Queen Latifah en el papel de la carcelera Mamma Morton (tiene un número musical
impresionante y un control de su voz y su carisma que muchas en su lugar
quisieran tener) y John C. Reilly como la única persona decente en toda la
historia y ese es Amos, el fiel pero algo tonto marido de Roxie (un papel que
ya interpreté una vez en el teatro).

Con este musical se anunció el regreso de los musicales a la
pantalla grande (bueno, con este y con Moulin Rouge! el año anterior) ya que los
musicales habían prácticamente desaparecido de la pantalla grande por años
(fuera de película de Disney y unos experimentos por ahí). Chicago fue el
primer musical desde Oliver! (34 años) en ganarse el Óscar a Mejor Película y
nos mostró como se puede traducir una obra musical a la pantalla grande. Pero más
que nada, esta es una historia que le pone un espejo a nuestra sociedad que le
pone el estatus de “celebridad” a la gente que menos se lo merece, gente que se
ha ganado ese título por cosas que no tienen nada que ver con el talento y
menos que ver con los valores que pueden transmitir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario