
Aparte de ser el símbolo del “Judío Neurótico” y por sus
personajes demasiado intelectuales para su propio bien, Woody Allen es conocido
como uno de los pioneros de la “comedia anti-romántica”. Para muchas historias de romances, el beso o
el “y vivieron felices para siempre” son la meta, lo que la película busca
alcanzar. Para muchas historias es el final, pero para la relación es solo el
principio y las cosas no siempre resultan como uno las planeó. Es más, el “y
vivieron felices para siempre” es, para ponerlo de manera abierta y honesta,
una mentira. Nadie vive feliz cada momento de su vida. Es más, los momentos de
felicidad en una relación tienden a no durar mucho y Allen explora eso y muchas
otras cosas en esta cinta que lo dio a conocer como más que ese judío neurótico
que era el maestro de parodias, y le mereció su primer Óscar como guionista y
el único que ha obtenida hasta la fecha como Director.
Allen interpreta a Alvy Singer, un comediante que vive con
este viejo chiste de Groucho Marx, que no quiere pertenecer a un club que lo
aceptara como miembro. Como buen personaje interpretado por Woody Allen, se la
pasa sobre-analizando todo. La película cuenta su relación con Annie Hall
(Diane Keaton, que ganó un Óscar por esta actuación), una cantante de club
nocturno que es algo neurótica, en cierta manera muy similar a Alvy, pero a
diferencia de él, ella analiza las cosas mucho menos y se arriesga más. A lo
largo de la película, Alvy rompe la cuarta pared para hablar con el público de
varios temas y muchas de las escenas son bien surreales.

Lo que destaca de esta cinta es que casi cada secuencia
contiene un experimento. No es una cinta narrativa en la manera más estricta,
ya que no nada más juega con el tiempo, sino que Allen se da un espacio para
intentar chistes visuales que seguro siempre ha querido intentar. Entre ellos
destaca una secuencia animada en la que admite que siempre le gusta la Reina
Malvada de Blancanieves. También hay una secuencia en la que Alvy y Annie se
conocen por primera vez y en lo que hablan, vemos subtítulos que nos dicen sus
pensamientos. Otra secuencia de split-screen nos muestra a las familias de Alvy
y de Annie cenando cada uno a su manera y de repente empiezan a interactuar, y
usando la misma secuencia vemos a Alvy y a Annie cada uno con sus analistas
hablando de su relación. Una de las secuencias más famosas es una en la que
están en una fila de cine y Alvy no aguanta las opiniones del hombre que está
detrás de él y para callarlo, Alvy le presenta este hombre a Marshall McLuhan
(a quién está criticando en sus comentarios) y en lo que McLuhan lo pone en su
lugar, Alvy le dice al público, “si tan solo la vida fuera así”. Secuencias
como estas que no parecen tener nada que ver con la película, pero pintan un
panorama de nuestros personajes principales y al final del día esta película
trata de ellos.
Aunque no cabe duda que es un genio, Woody Allen nunca ha
sido un gran actor y estoy seguro que hasta él mismo lo sabe. Woody nunca
actúa, simplemente se escribe un personaje que cabe dentro de su personalidad y
lo interpreta en la pantalla. Él podría llamarse Woody Allen en todas sus
películas y no haría mucha diferencia (aquí hasta es un cómico), pero al
meterse a sí mismo a sus historias nos recuerda que todo esto es personal para
él. Esta es la manera que él ve las relaciones y al ponerse a sí mismo enfrente
de la pantalla nos está diciendo que no lo esconde, y lo esconde aún menos
poniendo a Diane Keaton en el papel de Annie Hall, ya que es alguien con quién
tuvo una relación en la vida real. Keaton es extraordinaria en el papel
principal y gracias a ella y a sus inseguridades el público entiende
exactamente por qué sale con este neurótico que no para de hablar.

Si las relaciones son tan difíciles, ¿por qué las seguimos
buscando? Supongo porque constantemente queremos la compañía. Aunque duela, nos
gusta todo lo que viene de estar en una relación. Nos gusta vivir con otra
persona, nos gusta tocarla, nos gusta descubrir la mente de otra y esta esa cosa
misteriosa llamada el amor que viene y se va cuando uno menos lo espera.
Compartir tu vida con otra persona es doloroso y puede ser que nunca aprendamos
la fórmula correcta. Allen fue uno de los primeros en mostrarnos que el vivir
felices para siempre es sólo el comienzo del romance y que casi nunca es cierto
(por algo interpreta a un personaje que se divorció dos veces antes). Al final
de todo, las relaciones son como el chiste del hombre que le dice a su
psiquiatra que su hermano cree que es gallina. Cuando el doctor pregunta por
qué no lo manda a una institución, el hombre dice que es porque necesita los
huevos. Así son las relaciones, locas, irracionales, absurdas y nunca sabes qué
hacer con ellas, pero según Woody Allen nos seguimos enamorando porque “necesitamos
los huevos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario