miércoles, 30 de octubre de 2013

"En un par de semanas a nadie le vas a importar" Chicago

La mayoría de los musicales que vemos en la pantalla grande fueron primero una obra de teatro. Esto puede ser un problema en la transición al cine, porque siempre existe esa tentación de dejar lo que funcionó de la obra aunque no se vea bien en cine y al final una película musical puede sentirse como una obra de teatro grabada. Menciono esto al hablar de esta película porque creo que es de los mejores ejemplos de una película musical que aprovecha los recursos del cine para hacer de esta una experiencia que no se puede ver en el teatro. Puede que no sea la primera en hacer esto (es más, estoy casi seguro que no lo es) pero es impresionante como Chicago incorpora técnicas de edición y sonido como parte de la coreografía de un número musical, transportándonos de un lugar a otro con el sonido de una nota (el mejor ejemplo de esto se ve en el primer número musical, All That Jazz, cuando la coreografía de Velma Kelly (la que canta la canción) se edita con la noche que pasa nuestra protagonista, Roxie Hart, con su amante, usando los movimientos que hacen estos al hacer el amor como parte de la coreografía de la primera).
Claro, fuera de eso, Chicago funciona porque es una sátira brillante. Situada en los años 20, Chicago cuenta la historia de Roxie Hart (Renée Zellweger), una esposa aburrida que aspira con ser famosa y lo logra cuando asesina a un amante que la traicionó. La meten a la cárcel y consigue a Billy Flynn (Richard Gere), el mejor abogado para mujeres en Chicago, que la convierte en una celebridad, una mujer de la que todos en Chicago han oído hablar y ahora quieren ver si sale de la cárcel o no. Claro, en una ciudad en la que sólo una puede ser la celebridad del momento, todas quieren serlo y Roxie le robó el lugar a Velma Kelly (Catherine Zeta-Jones, en la actuación que le ganó un Óscar), una bailarina que mató a su esposo y a su hermana cuando los sorprendió teniendo un amorío (bueno, ella dice que no lo hizo). Velma está dispuesta a hacer lo que sea para recuperar a su abogado, su fecha de juicio y su fama como la criminal más famosa en todo Chicago. Pero, claro, ninguna de las dos podrá competir con la próxima asesina que entre a Cook County y si deciden colgarlas, pues, ni por muy famosas se podrán salvar.
Chicago empezó como una obra no-musical escrita por la reportera Maureen Dallas Watkins, que cubrió dos casos separados de mujeres arrestadas y luego declaradas inocentes de asesinato. En esta obra, Watkins buscaba satirizar esta idea de las criminales como celebridades, pero también de cierta forma exponer esta idea de que las mujeres tenían más chance de ser declaradas inocentes, sin importar lo culpables que sean. En un mundo en el que son vistas como frágiles e inocentes, tenían este poder de hacer lo que quisieran y salirse con la suya. Esas ideas están presentes en la película que presentan a Roxie como una chica oportunista. Se casó con el primer idiota que se atrevió a proponerle matrimonio por la seguridad que le otorga, pero le fue poniendo el cuerno y fue haciendo lo necesario para recibir la fama que tanto ha querido.  Como en el musical, la película nos mete en las mentes de estos personajes, mostrándonos como estos personajes se ven a sí mismos y cómo se imaginan cuando creen que están poniendo un show para un público. La película tiene la ventaja de poder cambiar entre lo que los personajes están viviendo en la vida real y lo que se imaginan cuando están cantando, armando números musicales con vestuarios que no podrían conseguir en una cárcel. En un número brillante en el que Roxie tiene una conferencia de prensa y la vemos como un muñeco ventrílocuo y a Billy Flynn como la persona que habla por ella, la metáfora se extiende hacia los reporteros que aparecen como marionetas que una versión gigante de Billy Flynn está controlando.
Algo en que se fijan los fans del teatro musical es en los actores, particularmente actores que no habían visto cantar antes, y como se acoplan a sus personajes y a sus canciones. Yo soy menos exigente en términos de la cantada, porque siento que una interpretación del personaje es más importante que dominar cada nota de una canción. Por eso me encanta la actuación de Renée Zellweger en Chicago. Puede que no sea la mejor cantante, pero ella utiliza eso a su favor al crear a una mujer que se volvió celebridad no por su talento, sino por lo que hizo (algo que hoy en día es muy relevante) y funciona aún más porque tiene a Catherine Zeta-Jones. Se nota que ella lleva más tiempo entrenando en la bailada y la cantada, pero juntas hacen un dúo extraordinario, justo por esa disparidad. Richard Gere se las arregla en el papel de Billy Flynn con un carisma muy natural, aunque su cantada a veces distrae (no lo hace mal, pero hay notas que se le dificultan). También destaca Queen Latifah en el papel de la carcelera Mamma Morton (tiene un número musical impresionante y un control de su voz y su carisma que muchas en su lugar quisieran tener) y John C. Reilly como la única persona decente en toda la historia y ese es Amos, el fiel pero algo tonto marido de Roxie (un papel que ya interpreté una vez en el teatro).

Con este musical se anunció el regreso de los musicales a la pantalla grande (bueno, con este y con Moulin Rouge! el año anterior) ya que los musicales habían prácticamente desaparecido de la pantalla grande por años (fuera de película de Disney y unos experimentos por ahí). Chicago fue el primer musical desde Oliver! (34 años) en ganarse el Óscar a Mejor Película y nos mostró como se puede traducir una obra musical a la pantalla grande. Pero más que nada, esta es una historia que le pone un espejo a nuestra sociedad que le pone el estatus de “celebridad” a la gente que menos se lo merece, gente que se ha ganado ese título por cosas que no tienen nada que ver con el talento y menos que ver con los valores que pueden transmitir.


domingo, 13 de octubre de 2013

"Siempre hay lugar" Hotel Rwanda

Hay masacres que han sido retratadas muchas veces en el cine y en museos alrededor del mundo. La principal de estas es el Holocausto. Sin quitarle el peso a esta masacre, hay otras que no reciben la atención que se merecen. Entre ellas está el Genocidio en Rwanda que sucedió en el año 1994 y dejó casi un millón de muertos regados por todo el país. Esta masacre en la que un grupo étnico, los Hutu (que en ese entonces eran la mayoría en el país, como el 85%) buscan vengarse de otro grupo étnico, los Tutsis, por la muerte de su Presidente, un Hutu, que fue derribado en un avión. Los Hutus extremistas iban por todo el país buscando y matando a la población Tutsi y a los Hutus que los apoyaban. Fuera de Rwanda, muy poca gente se dio cuenta de este evento. Sí, lo pasaban en las noticias, pero como un personaje en esta película dice acerca de la reacción del resto del mundo, la gente lo veía, decía “ay, ¡qué feo!” y seguían comiendo. Esta película cuenta la historia verdadera de un hombre que arriesgó todo para salvar a cuánta gente pudiera salvar.
Paul Rusesabagina (interpretado en la película por Don Cheadle, una interpretación que le mereció una nominación al Óscar) era el gerente del Hotel des Milles Collines en Kigali, Rwanda. Paul era un Hutu muy bien conectado. Conocía turistas de todo el mundo y se sentaba a comer con los dueños del hotel (que eran de Bélgica), pero en Kigali su matrimonio con la Tutsi Tatiana (Sophie Okonedo) causaba mucha fricción entre la población y llevaba a que su familia fueran testigos a muchos actos de violencia por las noches. Cuando empieza la Guerra Civil, Paul acaba negociando la liberación de un grupo extenso de refugiados tutsis y los lleva al hotel para protegerlos. A lo largo de la guerra, Paul chantajea a los soldados con dinero, alcohol y lo que se le ocurra para mantener a los refugiados seguros y evitar que lo ataquen, en lo que las Naciones Unidas interviene para tratar de mantener la paz y hace lo posible para sacar a Paul y a todos los refugiados antes del país antes de que sea demasiado tarde.
La película ha sido descrita como la versión Africana de La Lista de Schindler, y en ciertos aspectos es cierto. Paul Rusesabagina es muy similar a Oskar Schindler en que ambos son hombres con las influencias necesarias para proteger y salvar a la gente que en otras manos sería exterminada de inmediato y ambos son hombres que deciden salvar vidas en vez de hacer lo fácil que sería seguirle la corriente a lo que está sucediendo. Dónde esta cinta se queda corta es en lo segura que se siente. Aunque vemos imágenes de la masacre y sentimos el peligro a su alrededor, al final la película protege al espectador lo más que puede de la violencia. Se siente como una trama de muchas películas de Hollywood y fuera de que está basada en una historia verdadera y cualquiera que haya leído al respecto sabe lo que sucede, la trama dentro de la película se siente muy predecible. Es admirable que toca temas necesarios, tal como la idea de que las vidas en África no se perciben con el mismo valor que las vidas de gente europea o americana y el poco interés del mundo exterior. También en una escena algo obvia pero muy efectiva, un fotógrafo americano conoce a dos mujeres jóvenes en un bar, una es Tutsi y la otra es Hutu. El fotógrafo las mira y dice que podrían ser gemelas.
Lo que mantiene la película a flote más que nada es la actuación central de Don Cheadle. Aunque está interpretando a una persona real, Cheadle no intenta imitarlo, sino re-crear el espíritu de este hombre. Paul siempre se ha sentido como parte del elite, un hombre que fuma los mejores puros y cena con los ricos y poderosos y a lo largo de esta historia, vemos como se le va destrozando esta imagen y se da cuenta que para el resto del mundo, él es simplemente otro Africano. A Paul le importa su familia y la gente a su alrededor y si la gente poderosa que conoce no le basta para salvarlos, va a usar lo que se le ocurra para mantenerlos vivos y sanos. Con un acento africano que no siempre convence, pero nunca estorba, Cheadle hace que Paul se sienta como una persona real. Como su esposa, Okonedo es tan fuerte como Cheadle, particularmente cuando comparten esos momentos en los que sienten el peso de lo que está sucediendo. Aunque no siempre sintamos la masacre en la película, la creemos porque estos dos nos hacen creer que la están viviendo y que lo que más quieren es cruzar ese túnel dónde esta situación ya no está sucediendo. La otra actuación que ayuda a cargar todo esto es la de Nick Nolte como el Coronel Oliver (que aunque es ficticio, está inspirado en Roméo Dallaire, un comandante de UNAMIR que estuvo en Rwanda durante esta matanza). Nolte otorga una pieza clave del rompecabezas de esta historia, que es esa desesperación de no poder hacer más de lo que están haciendo. El Coronel Oliver está constantemente tratando de deshacer el nudo que tiene en sus manos, el nudo que le amarraron los políticos. En una escena clave, el Coronel le dice a Paul que debería “escupirle en la cara” en vez de agradecerle, porque nadie va a venir a ayudarlos.

Las matanzas son un tema que nadie quiere enfrentar. El hecho de que los seres humanos en cualquier parte del mundo son capaces de ver a un grupo de seres humanos como algo inferior es una enfermedad que la humanidad ha estado peleando desde hace años, y aún más ahora que tenemos eventos como el Holocausto, esta matanza y muchas más que suceden en diferentes partes del mundo para recordarnos que este fenómeno no se ha curado. Aunque sí existe gente como Paul Rusesabagina que está dispuesta a arriesgarlo todo por la liberación de esta gente, la mayoría de la población del mundo prefiere no involucrarse en lo que está sucediendo y es difícil juzgarlos por eso, porque la verdad es que da miedo involucrarse (particularmente cuando existe el miedo de ser asesinado). Matanzas como la de Rwanda siguen sucediendo alrededor del mundo y aunque no tengan nada que ver con nosotros, hay que estar enterados de ellas para poder educarnos de lo que pueden hacer los seres humanos y esperar que llegue un día en el que estas cosas ya nunca vuelvan a suceder.


viernes, 4 de octubre de 2013

"Todavía tienes rayo dentro de ti" Moonrise Kingdom

 A los 12 años uno está en un periodo de descubrimiento. No nada más descubrimiento de sí mismo, sino del mundo que le rodea, un mundo que probablemente no es tan mágico ni tan perfecto como se pensó alguna vez, pero que todavía tiene mucho por conquistar. Este periodo es uno que muchos cineastas han explorado, ya que les da muchos temas que tratar y mucho de dónde inspirarse. Cualquiera que es adulto ha pasado por la experiencia de tener 12 años. El peculiar director Wes Anderson explora estos temas con su estilo tan único que no se puede confundir con el de nadie más. Moonrise Kingdom cuenta la historia de Sam y Suzy, dos niños que viven en la isla de New Penzance en la costa de Nueva Inglaterra, un lugar que no se encuentra en ningún mapa afuera de esta película.
Sam (Jared Gilman) es un niño huérfano que pertenece a un grupo de boy scouts llamados Khakhi Schouts, dónde es el cadete menos popular (por un margen significativo). Suzy (Kara Hayward) es la única hija de dos abogados (Bill Murray y Frances McDormand) que no tienen idea de qué hacer con ella. Es una niña rebelde que causa muchos problemas y siente que nadie la entiende. Estos dos se conocieron en un concierto hace un año y han estado intercambiando cartas en las que formularon un plan para escaparse de sus casas y estar juntos en su propio rincón de la isla. En cuanto se escapan, los adultos a su alrededor arman una búsqueda por toda la isla para encontrarlos, encabezada por el simple pero muy dedicado Capitán de Policía (Bruce Willis), y el distraído pero leal líder de los Khakhi Scouts, Randy Ward (Edward Norton). En lo que sigue esta búsqueda, un narrador (Bob Balaban) nos avisa que se avecina una tormenta que podría destruir la isla.
El elenco es de ensueño, por lo que es impresionante que Gilman y Hayward, ambos novatos, se llevan la película con su carisma y su manera de dominar el estilo muy peculiar de Wes Anderson. Hay una escena en la que están junto a la playa en su rincón de la isla en ropa interior, bailando y experimentando con su primer beso y tocándose en lugares íntimos. Es una escena que puede ser medio incómoda, ya que lo que están experimentando es algo privado, pero aún con el estilo de diálogo de Anderson resulta ser muy natural, ya que nuestros dos actores principales seguro están pasando por sentimientos similares de descubrimiento y curiosidad. Son niños listos (él es un experto en explorar y en acampar, ella lee mucho), pero este mundo sigue siendo algo extraño para ellos y están dispuestos a descubrirlos. Viendo estas experiencias a través de estos niños, también vemos a los adultos que ya pasaron por esa etapa, pero ahora están en una dónde las posibilidades ya no se sienten tan infinitas y los sueños que alguna vez soñaron ya son un recuerdo distante. El Capitán habla de estar enamorado de alguien que no lo quería y Randy Ward parece estar atrapado en esa época con un grupo de niños de 12 años (además que es maestro de matemáticas).  
Una película de Wes Anderson se puede criticar de muchas cosas, de ser muy colorida, de tener un estilo de diálogo que siempre suena igual, de ser pretenciosa, pero una cosa que hay que admirar son los detalles. Esta cinta está repleta de detalles que puede que no tengan importancia, pero que enriquecen este mundo y sus personajes. El hecho que Suzy es zurda y que están constantemente recordándonos que sus tijeras son de zurda sirve como un “running gag” que también sirve para decirnos lo fuera de lugar que se siente Suzy. También es impresionante como Anderson cuida cada detalle, como las cubiertas de los libros de Suzy (ninguno existe, todos fueron diseñados por el equipo creativo de Wes Anderson) y aunque el hecho que usa su diálogo para mencionar cada cosa que hacen en una exposición que en otra película sonaría muy obvia, dentro de este mundo se usa para efecto cómico con ese tono casi monótono que usan la mayoría de los personajes. También destaca su soundtrack, su combinación de música clásica (que incluye una secuencia en la que están escuchando música clásica por radio y un niño describe todos los instrumentos que se usan) con música de los 60’s que incluye una selección francesa y una partitura original de Alexandre Desplat.

Más que nada, la película trata de ese momento en la vida cuando un niño busca algo diferente, pero todavía no tiene la edad para considerarse responsable. Una edad cuando un niño empeza a buscar la libertad, la libertad de no estar atado a un adulto (particularmente un huérfano que va de casa en casa y una niña que siempre es regañada por sus padres), la libertad de hacer lo que un adulto siempre le ha dicho que se espere a hacer, la libertad de descubrir lugares en el mundo que nadie más ha descubierto. Ese momento cuando un niño quiere dejar de leer y escuchar acerca de las aventuras de sus héroes favoritos y vivirlas él mismo. Enamorarse de una niña y tener algo en el mundo que les pertenezca solo a ellos. Es una película para que aquellos que están en esa etapa se puedan identificar con ella y aquellos que ya pasaron esa etapa puedan recordar lo que fue una vez sentirse libre, sentir que con simplemente saber lo que tiene que saber uno para acampar y para burlar a los adultos a su alrededor, podían hacer lo que quisieran. 

jueves, 3 de octubre de 2013

"La Comida es gasolina": Ratatouille

¿Una rata que quiere ser chef? Esas criaturas sucias que nadie quiere en su cocina, para las que tendemos trampas, las que pueden traer la rabia, ¿en serio alguien querría que fuera chef? ¿Quién se creería una premisa como esa? Seguro la gente de PIXAR se preguntó eso en algún momento de la producción de esta cinta, pero no dejaron que eso los detuviera. De esa simple idea de que una rata posiblemente querría ser chef sacaron una conmovedora meditación acerca del origen del artista y de los obstáculos que enfrentamos todos para ser reconocidos por nuestro arte. Para este momento PIXAR ya tenía renombre por crear películas animadas que no eran nada más para niños, sino que llegaban al corazón de algo con lo que cualquier ser humanos se puede identificar (aunque sus protagonistas sean juguetes, monstruos, peces o superhéroes). Con esta cinta, llegaron a un nivel de sofisticación narrativa y visual a lo que no habían llegado en sus películas anteriores.
Ratatouille cuenta la historia de Remy (voz de Patton Oswalt), una rata que es algo diferente a las demás ratas en su clan. Tiene un sentido del olfato más desarrollado que los demás, cosa que hace nada más quiera comer comida fina y le ha dado un afán por mezclar comida y crear nuevos sabores. El problema es que vive en una colonia de ratas dónde se la pasan robando basura y toda la buena comida está en la cocina dónde los pueden ver los humanos. Después de separarse de su familia, Remy termina en París en el restaurant de su ídolo, el fallecido Chef Gusteau (voz de Brad Garrett). Ahí, el torpe y desesperado Lingüini (voz de Lou Romano) lo descubre cocinando y hacen un trato: Remy cocinará a través de Lingüini. Este arreglo deja que Remy haga lo que le gusta hacer y que Lingüini pueda encontrar su lugar en el mundo, pero mientras más exitosos  se vuelven y más capturan la atención del público (y del mórbido crítico Anton Ego, la poderosa voz de Peter O’Toole), más le molesta a Remy el hecho de que este inútil humano se esté llevando todo el crédito.
La trama suena ridícula y sí requiere unos saltos de fe extraordinarios, pero una vez que se toman esos saltos, la historia logra el resto. Remy es un personaje con una pasión y un talento, de esos que hacen lo que hacen porque está tan metido en quiénes son que no se imaginan sin hacerlo. A Remy no nada más le gusta cocinar, sino que tiene que cocinar para satisfacer este espíritu aventurero en su interior que mezcla comidas diferentes para probar nuevos sabores. En una de las secuencias más impresionantes de la película, vemos como Remy saborea diferentes comidas y como visualiza cada sabor. Es increíble que a través de la animación se nos pueda antojar comida que ni siquiera es real. En otra escena impresionante, el crítico Anton Ego prueba algo de comida y de repente le entra un recuerdo de su infancia y de cuando le empezó a encantar tanto la comida. Son detalles como esos que le dan a esta cinta ese toque que la hace ir más allá de una simple historia para niños. Habla de nuestro amor por el arte, por los que crean ese arte y por lo que lo consumen y además esa difícil relación que tienen el uno con el otro, ya que nunca se sabe si uno va a disfrutar ese arte o a calificarlo.
Con tantos temas tan sofisticados, uno tal vez podría preguntarse si  esta película es para niños. Pues, puede que los niños  no entiendan mucho de lo que quiere decir la película, pero aún así la historia funciona perfectamente para ellos. Ese mensaje de seguir tu pasión sin importar de dónde viniste es una muy importante para cualquier edad. El mensaje de “Cualquiera Puede Cocinar” es uno que quizás no sea completamente cierto (conozco a mucha gente que no debería acercarse a una estufa), pero la frase le ofrece a los niños ese impulso para buscar lo que les gusta y buscar la manera de dedicarse a eso. También ayuda que los diseños de personajes son lo suficientemente atractivos , aunque muchos de los personajes sean ratas. Remy en particular, es color azul y tiene un aire como de rata más sofisticada y con cierta carácter de neoyorquino (y la voz de Patton Oswalt le queda perfecta para crear esa personalidad).

Antes de entrar a PIXAR, Brad Bird fue conocido como el director de El Gigante de Hierro y su primera película en PIXAR fue Los Increíbles, ambas películas de héroes fortachones y sus relaciones con la gente a su alrededor (incluso la gente que les tiene miedo). En esta cinta, Bird se enfoca en un tema más complejo, pero uno con el que se puede identificar cualquiera que en algún momento ha querido crear algo, sea un nuevo platillo o hasta una película. Cualquier cineasta sabe lo que es crear y lo que es buscar la validación de otros, sea de un público o de un grupo de críticos, gente que te puede declarar genio o fracaso, que pueden alabarte por tu talento o desecharte por tu mediocridad, pero al final del día, el creador es alguien que le da su alma a algo que quiere compartir con el resto del mundo y eso es muy valioso. Que PIXAR haya traído ese mensaje a través de la historia de una rata que quiere cocinar es un logro extraordinario, ya que muestra una valentía en como manejan sus historias. Esta salió cuando PIXAR estaba en una época de alta creatividad y opino que sigue siendo de sus mejores.