Todos van a triunfar. Eso es lo que vende el Sueño
Americano, que si uno se esfuerza en lo que quiere hacer y le mete todo su
esfuerzo, va a triunfar. Pero, ¿qué pasa si no triunfa? ¿Qué pasa si uno hace
todo lo que debe hacer, todo lo que han hecho todos los exitosos, y aún así
termina fracasando? Acaba siendo simplemente una de muchas personas en este
mundo que mueren en el anonimato. Puede que esto suene deprimente, pero con el
amor y apoyo de una familia y un camión que vaya a dónde se tiene que ir
(aunque necesite un empujón de vez en cuando), las cosas no saldrán tan mal. La
encantadora comedia independiente Little Miss Sunshine cuenta la historia de
una familia que hace todo lo posible para lograr el sueño de su miembro más
joven.
Olive (Abigail Breslin) tiene 7 años y su sueño es ser una
Miss Universo, un sueño que se siente más cercano cuando la invitan a competir
en Little Miss Sunshine, un concurso de belleza para niñas en Redondo Beach,
California. A su alrededor tiene a su papá Richard (Greg Kinnear), un
congresista motivacional que no está teniendo éxito para publicar su libro, su
mamá Sheyl (Toni Collette) una mujer que se esfuerza por apoyar los sueños de
toda esta familia, su medio-hermano Dwayne (Paul Dano) un adolescente que ha
tomado un voto de silencio hasta que le permitan alcanzar su sueño, su tío
Frank (Steve Carrell) que acaba de tratar de suicidarse y ahora vive con ellos,
y su Abuelo (Alan Arkin), un viejo que ha llegado a un punto en el que no quiere
complacer a nadie y vivir como se le plazca. La película explora lo que pasa
cuando pones a todos estos personajes dentro de un camioncito VW, color
amarillo, y los pones a recorrer 1,440 kilómetros de Albuquerque, Nuevo México
a Redondo Beach, California, particularmente cuando se les descompone el
clutch, no deja de sonar el claxon, uno de sus miembros se convierte en un
cadáver en la cajuela y a todos les llegan noticias que ninguno quería oír.
Películas como esta son abundantes, películas de familias disfuncionales que se
unen por un viaje familiar, pero esta es muy especial por lo cuidadoso que es
el guion del ganador del Oscar Michael Arndt (que era asistente de Matthew
Broderick en lo que escribía este guion) en delinear a sus personajes y en
hacerlos tan humanos que conmueven y desesperan al público casi al mismo
tiempo.
Richard tienes sus discursos
preparados acerca de la diferencia entre ganadores y perdedores que enojan
más de lo que inspiran. Dwayne se la pasa escribiendo en su libreta cada que
quiere decir algo. El Abuelo no puede abrir la boca sin decir algo inapropiado.
Son estos detalles que hacen que estos personajes sean tan interesantes de ver.
Además que a pesar de ser familia, lo único que tienen en común es que todos
quieren a esta niña y quieren verla triunfar. El reparto es de los mejores, con
el comediante Steve Carrell otorgando una actuación muy emotiva, diciendo todo
lo que tiene que decir con sus ojos y el joven Paul Dano logrando mucho sin
mucho diálogo. Greg Kinnear carga con el peso emocional de la película,
otorgando a un protagonista tan imperfecto que es fascinante y Toni Colette
muestra porqué es una experta en darle capas a personajes que puede que se
sientan algo blandos en el papel. Y, por
supuesto, robándose la película con una actuación tan natural que ni parece que
está actuando es Abigail Breslin en el papel de Olive, una niña que poco a poco
va entiendo lo vacío que es este sueño (a sus 9 años, es impresionante lo mucho
que Breslin captó en este papel).
Ayudando al guion está la dirección de Jonathan Dayton y
Valerie Faris, un equipo de marido y mujer que antes de esta cinta se
especializaban en video musicales. Aquí escogen un lenguaje visual que atrae al
público a esta familia y lo aleja de lo vacía que es la sociedad a su alrededor
con sus símbolos de McDonald’s y sus carreteras áridas. La camioneta color
amarilla en la que estos personajes viajan es el único color brillante en este
panorama de gasolineras, de desiertos y una playa que no está tan bien cuidada.
El soundtrack de la película escoge sonidos latinos, con música de Mariachi en
el hotel y canciones del grupo latino DeVotchka que puede que se sientan fuera
de lugar en esta historia, pero lo que los cineastas probablemente buscan con
ese soundtrack es acercar a la familia y al público a algo más extranjero (por
algo la mesera que le ofrece helado a Olive y el mecánico que le enseña a la
familia a empujar el camión para seguir yendo son de origen Latino). Aún más,
en el momento que llegan al concurso de Little Miss Sunshine, la cinta se
convierte en una sátira de este mundo de bellezas falsas y la obsesión de
Estados Unidos de ganar a toda costa, con así como una depravación sexual que
es oculto dentro de algo que se supone que es “cute” (vemos niñas en bikinis y
con peinados gigantes, hasta parecen de película de monstruo).

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