martes, 27 de agosto de 2013

"La vida es un concurso de belleza tras otro": Little Miss Sunshine

Todos van a triunfar. Eso es lo que vende el Sueño Americano, que si uno se esfuerza en lo que quiere hacer y le mete todo su esfuerzo, va a triunfar. Pero, ¿qué pasa si no triunfa? ¿Qué pasa si uno hace todo lo que debe hacer, todo lo que han hecho todos los exitosos, y aún así termina fracasando? Acaba siendo simplemente una de muchas personas en este
mundo que mueren en el anonimato. Puede que esto suene deprimente, pero con el amor y apoyo de una familia y un camión que vaya a dónde se tiene que ir (aunque necesite un empujón de vez en cuando), las cosas no saldrán tan mal. La encantadora comedia independiente Little Miss Sunshine cuenta la historia de una familia que hace todo lo posible para lograr el sueño de su miembro más joven.
Olive (Abigail Breslin) tiene 7 años y su sueño es ser una Miss Universo, un sueño que se siente más cercano cuando la invitan a competir en Little Miss Sunshine, un concurso de belleza para niñas en Redondo Beach, California. A su alrededor tiene a su papá Richard (Greg Kinnear), un congresista motivacional que no está teniendo éxito para publicar su libro, su mamá Sheyl (Toni Collette) una mujer que se esfuerza por apoyar los sueños de toda esta familia, su medio-hermano Dwayne (Paul Dano) un adolescente que ha tomado un voto de silencio hasta que le permitan alcanzar su sueño, su tío Frank (Steve Carrell) que acaba de tratar de suicidarse y ahora vive con ellos, y su Abuelo (Alan Arkin), un viejo que ha llegado a un punto en el que no quiere complacer a nadie y vivir como se le plazca. La película explora lo que pasa cuando pones a todos estos personajes dentro de un camioncito VW, color amarillo, y los pones a recorrer 1,440 kilómetros de Albuquerque, Nuevo México a Redondo Beach, California, particularmente cuando se les descompone el clutch, no deja de sonar el claxon, uno de sus miembros se convierte en un cadáver en la cajuela y a todos les llegan noticias que ninguno quería oír. Películas como esta son abundantes, películas de familias disfuncionales que se unen por un viaje familiar, pero esta es muy especial por lo cuidadoso que es el guion del ganador del Oscar Michael Arndt (que era asistente de Matthew Broderick en lo que escribía este guion) en delinear a sus personajes y en hacerlos tan humanos que conmueven y desesperan al público casi al mismo tiempo.
Richard tienes sus discursos  preparados acerca de la diferencia entre ganadores y perdedores que enojan más de lo que inspiran. Dwayne se la pasa escribiendo en su libreta cada que quiere decir algo. El Abuelo no puede abrir la boca sin decir algo inapropiado. Son estos detalles que hacen que estos personajes sean tan interesantes de ver. Además que a pesar de ser familia, lo único que tienen en común es que todos quieren a esta niña y quieren verla triunfar. El reparto es de los mejores, con el comediante Steve Carrell otorgando una actuación muy emotiva, diciendo todo lo que tiene que decir con sus ojos y el joven Paul Dano logrando mucho sin mucho diálogo. Greg Kinnear carga con el peso emocional de la película, otorgando a un protagonista tan imperfecto que es fascinante y Toni Colette muestra porqué es una experta en darle capas a personajes que puede que se sientan algo blandos en el papel.  Y, por supuesto, robándose la película con una actuación tan natural que ni parece que está actuando es Abigail Breslin en el papel de Olive, una niña que poco a poco va entiendo lo vacío que es este sueño (a sus 9 años, es impresionante lo mucho que Breslin captó en este papel).
Ayudando al guion está la dirección de Jonathan Dayton y Valerie Faris, un equipo de marido y mujer que antes de esta cinta se especializaban en video musicales. Aquí escogen un lenguaje visual que atrae al público a esta familia y lo aleja de lo vacía que es la sociedad a su alrededor con sus símbolos de McDonald’s y sus carreteras áridas. La camioneta color amarilla en la que estos personajes viajan es el único color brillante en este panorama de gasolineras, de desiertos y una playa que no está tan bien cuidada. El soundtrack de la película escoge sonidos latinos, con música de Mariachi en el hotel y canciones del grupo latino DeVotchka que puede que se sientan fuera de lugar en esta historia, pero lo que los cineastas probablemente buscan con ese soundtrack es acercar a la familia y al público a algo más extranjero (por algo la mesera que le ofrece helado a Olive y el mecánico que le enseña a la familia a empujar el camión para seguir yendo son de origen Latino). Aún más, en el momento que llegan al concurso de Little Miss Sunshine, la cinta se convierte en una sátira de este mundo de bellezas falsas y la obsesión de Estados Unidos de ganar a toda costa, con así como una depravación sexual que es oculto dentro de algo que se supone que es “cute” (vemos niñas en bikinis y con peinados gigantes, hasta parecen de película de monstruo).

Aún con todos estos elementos, la película no olvida que es una comedia familiar en la que se emprende un viaje. Una comedia dónde suceden cosas que hace que se ría la gente, pero lo que destaca de esta cinta es lo conmovedora que es y lo mucho que llegamos a querer a estos personajes. Todos tenemos sueños que queremos alcanzar y confiamos que eventualmente vamos a alcanzar ese sueño, pero un sueño es algo que no se puede tocar ni abrazar. Un sueño no te va a dar consejos cuando los necesites, no te va a consolar si no lo alcanzas y no te dirá que sigas adelante. Los que sí te dicen eso son los miembros de tu familia. En el clímax que no quiero arruinar, ya que es la escena más chistosa de la película (muchas comedias olvidan cerrar con la escena más chistosa, esta no) vemos que al final del día, aunque el Sueño Americano haya traicionado a los miembros que viajan en esa camioneta amarilla, los ha llevado a encontrarse a sí mismos. Por eso el viaje valió la pena.  

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